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Piratas de la literatura

El grito del vendedor se escucha desde a metros de distancia: “¿Que busca La Ciudad de los Perros, Cien Años de Soledad?… Aquí tenemos de todo”.

Lima está sitiada por todos lados de “piratas”. Ya sea en el centro, en la playa o en los zonas industriales, los piratas de la literatura, que ofrecen a través de fotocopias ediciones extremadamente baratas de los libros de moda e incluso, de aquellos que ni siquiera han salido al mercado, se han apropiado de una de las ciudades más grandes de Latinoamérica, haciéndola el paraíso “pirata” más importante de la región.

En el quinto país con mayor índice de lectura –un 35 % de la población lee–, los falsificadores literarios han logrado abarrotar la industria editorial. Ya sea en el mercado Las Amazonas, que también se caracteriza por tener la más amplia colección de libros antiguos, o en calles como Jirón Quilca y Wilson, a unos cuantos metros, se pude encontrar el ejemplar deseado a precios ridículos. Algunas ediciones populares han llegado a ser pirateadas antes de publicarse, como pasó en 2008 con la última novela de Paulo Coelho “El vencedor está solo” que ya estaba en las calles limeñas antes de que la editorial Planeta lo pusiera a la venta en Perú.

Aunque el mercado de libros fotocopiados es bastante amplio, la calidad del encuadernado y de las páginas es variable. Muchos libros tienen fallos, las ediciones son de mala calidad, pero si se busca bien, algunas son exactamente iguales que un libro que comprado en una librería tradicional aunque mucho más barato. Por ejemplo, en las calles de Jirón Quilca, un mercado lleno de puestos que acumulan cerros de libros, se puede encontrar el “Después de Bush” de Paul Krugman por menos de 3 euros en una versión fotocopiada, cuando el precio oficial es mínimo 20.

La industria editorial peruana pierde más dinero que cualquier otra en Sudamérica. Se calcula que el impacto es de más de 52 millones de dólares, solo superado por Brasil, que tiene una economía ocho veces mayor a la peruana, según un informe de la International Intellectual Property Alliance. Los piratas peruanos incluso han llegado a generar más empleo que los editores y vendedores formales. La Cámara Peruana del Libro calcula que cada semana se venden unas 40.000 copias ilegales.

Algunas editoriales locales han optado por mejorar la calidad de sus libros para que al comprador le compense el gasto que se hace en el. Por ejemplo, el “Todo Mafalda” que cuesta cerca de 100 euros sigue siendo comprado en su versión original por la calidad del ejemplar. En su versión pirata se encuentra con fotocopias de mala calidad, que impiden que se lean las viñetas claramente y con una tapa blanda de tamaño reducido.

Otras editoriales buscan vender más barato para no alentar la fotocopia. Pero sin importar las medidas de las editoriales y de las propias autoridades, los “piratas” siguen gobernando el mundo literario. No se tiene que ir a los famosos mercados para verlo. Ya sea caminando por el malecón, atascado en el tráfico o en las propias playas, se puede ver a algún “pirata” ofreciendo un encuadernado con Libertad de Jonathan Franzen.

Por Alejandra S. Inzunza

Alejandra S. Inzunza es periodista de ruta. Desde hace un año recorre Latinoamérica en un VW del 2003, en busca de buenas historias. Puedes leer más sobre su viaje en www.dromomanos.com y seguirlo en @dromomanos.

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