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Si escribes ‘Las Marías Josés’, ¿lo estás haciendo bien?

No era Escocia, pero aquella tierra también estaba llena de clanes. Al contrario que en el país de los kilts y el whisky, aquí la denominación de cada familia estaba marcada por el nombre de pila del fundador en cuestión y no por el apellido.

Había nombres masculinos, pero sin duda los más conocidos llevaban el apelativo de una mujer. Quedaba así claro el carácter matriarcal del clan, algo que llevaban muy a gala sus miembros, aunque quien ocupara la cúspide de la pirámide familiar tuviera bigotazos, más músculo y tableta que en la peli de 300 y luciera unos pelos en las axilas que le llegaran a la altura del pecho.

Así, aunque algunos buzones lucieran el nombre de Los Adolfos o Los Marcelos, era mucho más frecuente encontrar Las Marías Josés, Las Matildes, Las Carminas o Las Higinias.

Aquella costumbre se convirtió en ley y no hubo problemas hasta que a alguien en aquel lugar se le ocurrió que había que unificar la manera de llamarse. Los clanes con nombres no compuestos lo tenían fácil. El nombre en plural y listo.

Pero el problema llegaba cuando la fundadora del clan había tenido uno compuesto. ¿Cómo debía ser: las María Josés?, ¿las Marías Josés?, ¿las María José? «Mirad, idiotas», dijo la más anciana del lugar cuando le fueron a preguntar. «Llamaos como os salga del moño y dejadme dormir la siesta en paz».

Pues la abuela tenía razón: las tres son válidas, aunque la última es la menos frecuente. Cabe también la posibilidad de escribirlo todo junto, las Mariajosés, algo que facilitaría mucho la cuestión y que la Academia ya permite.

Los nombres propios, en realidad, no llevan plural porque designan a seres únicos. Pero cuando se asimilan a nombres comunes como es el caso (ya que designan a varios individuos con el mismo nombre), lo normal es colocar el plural siguiendo las reglas generales: las Carminas, los Adolfos o los Marcelos. Y en función de la terminación, puede mantenerse invariable o no: los Tomás o los Tomases.

La cosa se complica, claro, cuando el nombre es compuesto. Lo más frecuente es que la marca del plural la lleve el segundo elemento: las María Josés, sin que ninguna de las otras dos opciones, como ya se ha dicho, sea incorrecta.

A no ser que ese nombre compuesto tenga un grupo preposicional. O sea, que estemos ante María del Carmen o Juan de Dios. En este caso, debe mantenerse invariable: Las María del Carmen o los Juan de Dios.

Rizando el rizo, si citamos el nombre y el apellido, tenemos la opción de poner el plural al nombre o dejarlo invariable: no soporto a los Juanes Palomo o no soporto a los Juan Palomo.

En el caso de apellidos, si designan a miembros de una familia, deben permanecer invariables: Han regresado los García de sus vacaciones. Pero si designan a un grupo de individuos con el mismo apellido, es igual de válido en plural o mantenerlo invariable: los Garcías/García son las personas más encantadoras del mundo.

Y una cosilla más para rematar: si el apellido acaba en -z o en -s, suele permanecer invariables: Los Ruiz, los Chaves. Aunque ahí están los Orgaz para crear la excepción: los Orgaz o los Orgaces. Que siempre ha habido clases.

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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