Puede que el intermedio del evento cinematográfico por antonomasia no sea el momento idóneo para anunciar una gama de productos para el puerperio. Pero ¿y por qué no? ¿Es que no había recién paridas viendo la gala de los Óscar?
Probablemente no las suficientes para los responsables de la cadena ABC, que impidieron que se emitiera un anuncio de la marca Frida Mom durante los intermedios de la retransmisión. O tal vez sí había quorum entre la audiencia, pero eso era lo de menos. Porque el spot en cuestión quebrantaba las leyes del buen gusto que, según la cadena, la Academia de Hollywood establece en relación a los mensajes comerciales que se emiten durante la entrega de los premios.
Ni política, ni mensajes religiosos, ni armas, pero tampoco productos de higiene femenina, pañales para adultos, condones o remedios para hemorroides están bien vistos en este evento televisado. El glamur es lo que tiene.
Teniendo en cuenta tal criterio, normal que la escena de una mujer que se levanta a media noche, con el llanto de su bebé de fondo, para enfrentarse a la mayor de las pesadillas de la mayoría de las que acaban de dar a luz (ir al baño) no sea plato de buen gusto para los señores académicos.
Las bragas desechables y la compresa para los loquios que luce la protagonista no ayudan. Ni su barriga flácida, ni los gestos de dolor, ni las maniobras que hace sobre la taza del WC. Todo «demasiado explícito» dada «la desnudez parcial y la demostración del producto» de la que hace gala el spot.
Un parto puede ser un excelente gancho publicitario. Que se lo digan si no a las clínicas en las que dan a luz las madres famosas que ceden sus halls, con sus logos de fondo, como photocalls para la prensa rosa el mismo día del alta. Claro que, por las estilizadas figuras y cuidado aspecto con los que posan ellas, nadie diría que acaban de salir (prácticamente) de un paritorio.
¿Se imaginan a esas mismas celebridades fotografiándose pálidas y ojerosas por la falta de hierro, luciendo su tripa aún hinchada y andando como un pato por los puntos del desgarro y/o la episotomía? La maternidad real es mucho menos fotogénica.
Muchas de estas mujeres comparten su estrenada maternidad en sus cuentas de Instagram (y hacen bien, oiga), desatando con ello la alegría de sus seguidores, pero también la hilaridad de otros.
Pilar Rubio después de parir/ Yo después de parir. pic.twitter.com/9gQxZTVaKR
— Olalá de fua (@olaladefua) March 26, 2018
Aunque no son los únicos sentimientos que este fenómeno, cada vez más extendido, suele suscitar. «Causarán, en el mejor de los casos, envidia y desazón y en el peor, frustración y tristeza cuando las mujeres comparen esta foto con las que a ellas les hicieron cuando parieron. Podríamos decir que estas imágenes colaboran en la construcción de mujeres desempoderadas, acomplejadas y, por tanto, no felices», explicaba la periodista, doctora en Ciencias de la Información y experta en Comunicación y Género Pilar López Díez en un artículo sobre el misterioso caso de las famosas con buena cara tras el parto, publicado en S Moda.
La periodista Sonia Monghe dice haberse sentido tal y como describe López Díez tras el reciente nacimiento de su hija. Seguidora en redes sociales de algunas de esas madres famosas, unos días antes del parto se compró una bata a juego con el arrullo de su bebé para posar con ella una vez naciera. «Esa foto no llegó a hacerse», confiesa en un artículo en CNN. «Tuve tanto dolor en los días posteriores a su nacimiento que lo último en lo que podía pensar era en vestirme para tomar una foto. Ni siquiera podía sentarme sin llorar. Me preguntaba por qué no podría ser como esas otras mamás de Instagram».
Por eso Monghe echa en falta anuncios como el de Frida Mom en horario de máxima audiencia. «Desearía haber visto representaciones más honestas de cómo son las horas y días después del parto», asegura. En su opinión, ABC ha desaprovechado una oportunidad de oro para normalizar entre la gran audiencia norteamericana algo tan normal (valga la redundancia) como el cuerpo de una mujer que acaba de dar a luz.
Porque, según la propia Monghe, no es la primera vez que ocurre una censura similar. La misma marca que protagoniza la polémica (no)campaña de los Óscar ha sufrido alguna otra. Así se lo contaba un portavoz de la compañía a la periodista de la CNN: «Frida Mom intentó anunciar el producto Mommy washer, un rociador para lavados vaginales, antes de lanzarlo al mercado. Su lema era: «Tu vagina te lo agradecerá»». Según su interlocutor, los intentos de la compañía de comprar vallas publicitarias en 13 ciudades no tuvieron éxito. El eslogan era demasiado controvertido.
Pero al igual que Instagram se ha convertido en la ventana preferida de esas madres perfectas, también lo está siendo la de las más terrenales, las que sí sufren de entuertos, estrías, hemorroides o mastitis. Cuentas como Take Back Postpartum se encargan de burlar la censura de la red social para mostrar cuerpos mucho más usuales entre las que acaban de ser madres.
La noticia de la censura del anuncios de Frida Mom ha pasado de puntillas, comparada con el estruendo causado por el discurso de algunos de los galardonados en la noche. Normal; hay muchos más aficionados al séptimo arte que madres/padres recientes o en ciernes, verdadero target de los productos de la marca, y quienes podrían sentirse víctimas de la decisión de la cadena de televisión.
Lo bueno para la marca y para sus posibles clientes es que el veto podría desencadenar el llamado efecto Streisand: ¿llegará el anuncio de Frida Mom a conseguir tantas visualizaciones (¿quizás más?) como las que pudo conseguir durante la emisión de los Óscar?