Es posible que se nos haya ido de la mano esto de la pose. Una cosa es intentar huir de la convencionalidad y otra muy diferentes es ponerse un jersey de ciervos para acabar siendo el cliché de lo común. No es que PutosModernos luche contra eso, pero sí que han decidido promover la militancia para, por lo menos, reírse de la sobreactuación.
PutosModernos es una marca que surgió por demanda popular. El proyecto nació con el noble propósito de bailar hasta altas horas de la madrugada y ponerse piripi, algo que debería guiarnos a todos en la vida. «Pinchábamos en alguna fiesta que financiábamos vendiendo chapas y camisetas. La marca vivía de forma amateur mientras nos dedicábamos a otras cosas que dieran de comer», explican estos diseñadores afincados en Barcelona. Sí, diseñadores en Barcelona. Zona cero. Flipa.
«Era un momento en el que Barcelona abría los brazos a un nuevo perfil de modernos. Se notaba en el tipo de locales, en el ocio, en la cultura y en el look. Por aquellos meses nos encontramos un grafiti en el que se leía «Putos Modernos». Fue un caballo de Troya que, con el tiempo, ha hecho que podamos tomar perspectiva y reírnos de ser unas entrañables fuentes de contradicción», explican. Así, comenzaron a reírse de los modernos –o con los modernos– siendo modernos en sí mismos.
El momento histórico les empujó a ampliar el alcance del proyecto. Crearon un calendario sin muchas pretensiones allá por 2015: El Puto Calendario. La demanda se disparó y, de pronto, se vieron montando una tienda online, sudando y empaquetando calendarios para envíos a cascoporro. No estaba en el mapa de ruta, pero terminaron creando una serie de productos para putos modernos.
Las Putas Agendas de PutosModernos
Hay cosas que no se deben confiar a la memoria: el repintado de tu fixie, la quedada para comer en el restaurante macrobiótico o el día en el que el punto limpio móvil pasa por tu barrio para reciclar las maquinillas de afeitar que no usas desde 2011. La atención debe estar en las cosas importantes. Todo lo demás, agendado.
La puta agenda del autónomo no es nueva. Bueno, la de 2021 sí. Pero ya tiene una consolidada trayectoria de hurgar en la herida de lo que supone ser autónomo en estos tiempos. «La agenda siempre se ha movido entre el humor negro y la crudeza de ser autónomo para poder reírse de uno mismo y de lo precario de tu propia situación. Este año hemos optado por meter un poco más de contenido guerrillero: máscaras de un grupo ciberactivista ficticio llamado Autonomous o plantillas para escribir el mail que te gustaría enviar al cliente antes del mail que finalmente acabarás enviando», explican.
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La agenda hace sangre de la hecatombe autónoma que ha sido 2020. El diseño de Rebeka Arce incluye lo que PutosModernos define como esencial para sobrevivir a la nueva normalidad, tan apocalíptica para el autónomo como la vieja: «una funda especial para guardar tickets, más espacio para apuntar las horas de tus videoconferencias, un contraseñario donde recordar tus mil passwords, tutoriales de facturoflexia para transformar las facturas en figuras de origami o una caja negra donde apuntar esas otras cuentas». Guiño, guiño, codazo, codazo. ¡Hola, Agencia Tributaria!
La novedad de este año llega para aquellos que no viven en el autoempleo y quieren quejarse con el mismo derecho. La puta agenda para tiempos modernos es, como ellos mismo explican, un compendio que incluye «mandalas, horóscopos, contadores, excel de Wallapop, contradicciones a granel, modernidad y posmodernidad en vena y todas las temáticas habituales en nuestro Instagram, web y productos».
La llegada de la pandemia de 2020 les ha obligado a incluir una nueva sección: un planificador de cuarentenas. De otra manera, ¿cómo podrías recordar la receta del pan, la compra del papel higiénico, los 17 Zoom para ponerse ciego con los colegas o el pedido al súper de pizzas precocinadas y ginebra?
No hay una sola persona en el planeta que no sea esclava de sus contradicciones. Lo que debería ser mejor apreciado es que, de vez en cuando, alguien nos las recuerde y podamos reírnos con ellas mientras nos tomamos un pelotazo de 14 euros en una azotea justo después de cobrar 700 euros de paro.