Categorías
Ideas

¿Quieres dejarlo todo e irte a una cabaña perdida? Es normal

Quizá hayas oído hablar de The Great Resignation, la tendencia que desde comienzos de 2021, y especialmente en Estados Unidos, está haciendo que miles de personas abandonen sus puestos de trabajo sin razón aparente. No es que hayan encontrado algo mejor, es que no pueden más.

Las redes sociales nos matan de FOMO, nos aburren pero a la vez no podemos despegarnos de ellas. Nos disparan miles de imágenes que no podemos absorber y a través de ellas atisbamos vidas que nunca podremos vivir.

La pandemia tampoco ayuda, aunque quizá indirectamente sí. Nos hizo parar y nos dio tiempo para pensar si estábamos viviendo la vida que queríamos. Muchos se raparon la cabeza, miles de parejas rompieron, otros se dieron cuenta de que invertían demasiado tiempo y dinero en hacer cosas que, en realidad, odiaban.

Se extiende la necesidad de huir, de desconectar, de encontrar un lugar donde estar tranquilos, alejarnos del ruido y poder, por fin, descansar. No es de extrañar, por tanto, que estén triunfando tendencias como el cabincore, un movimiento estético que tiende a romantizar la vida en una cabaña y todo lo que supuestamente la rodea: ropa confortable, pana, franela, calcetines calentitos, infusiones mientras miras por la ventana en un día invernal, chimeneas, música tranquila, olor a musgo… Creo que ya os hacéis una idea.

«El cabincore no es solo esa obsesión por la casita de madera en forma de A entre árboles», explica Eva Morell, periodista y creadora de la newsletter El Club de la Cabaña’, uno de los mayores referentes del cabincore a nivel nacional.

«Es una emoción, el sentimiento de desconexión, el silencio, el enriquecimiento personal gracias a la naturaleza, el salir de las ciudades… Las cabañas son todo lo contrario a una urbe. Cada vez hay más gente concienciada y también quemada de este estrés 24/7 que nos produce el consumismo, el capitalismo y la presión de que para ser alguien tienes que estar en una ciudad, dormir tres horas y socializar todo el rato. Pero claro, cuando vives en un mundo en el que el FOMO es ley de vida, te pierdes todo. El cabincore funciona como el designporn: vivimos a través de los ojos de otros en esas maravillosas casas (en este caso cabañas) que nos hacen sentir mejor con nosotros mismos y desconectar».

Morell señala que desde el inicio de la pandemia, las búsquedas en Google de cabañas, casas prefabricadas y caravanas han subido vertiginosamente. Pero ¿por qué tanta gente se ha obsesionado con esto? «Realmente creo que nos abstraen de la realidad», afirma la periodista.

«Hasta hace dos o tres años, las cabañas eran algo aspiracional, de conexión con espacios y emociones que en el día a día de las ciudades no tenemos. Pero creo que, desde la pandemia, todo ha cambiado y esa abstracción se ha convertido en algo más. Es una especie de meditación, de descanso de internet y de la realidad, de imaginar una vida paralela sentado en tu sillón junto a la chimenea mientras ves nevar fuera. Nos hemos dado cuenta de que esas pequeñas cosas son necesarias para romper con la rutina y que nos proporcionan una vida más plena. Por eso nos atraen, porque, al final, es lo más básico del ser humano desde la prehistoria: la conexión con la naturaleza más pura, sin ruidos externos, ni tecnologías, ni tráfico, ni humos».

Pero el influjo del cabincore ha ido en los últimos tiempos mucho más allá de que dediquemos nuestro tiempo a seleccionar casitas de alquiler en una web de turismo rural para pasar el fin de semana. Su impacto en el mundo de la moda es tan poderoso que publicaciones como la edición estadounidense de la revista Grazia han proclamado al cabincore como la tendencia dominante en la moda de este otoño-invierno.

Todo gracias a su éxito en TikTok, donde se ha hecho viral especialmente entre los más jóvenes. En esta plataforma el hashtag #cabincore ya acumula más de 34 millones de visualizaciones.

«El cabincore es la respuesta de las redes sociales al cottagecore para los fríos meses de invierno, cuando quieres estar abrigadito en casa», comentó en un artículo el editor de moda de la revista, Ty Gaskins.

«Las exuberantes praderas, los vestidos con volantes de Batsheva y los encajes bordados que nos encantan y sobre los que hablamos todo el rato durante el verano se han transformado en cabañas nevadas alquiladas en Airbnb al norte de Nueva York o en Vermont, suéteres de lana oversized en tonos marrón, naranja oscuro o verde, charlas junto al fuego y, por supuesto, con un chocolate caliente en la mano».

No obstante, a pesar de que trendsetters como las hermanas Hadid estén a tope con el cabincore, no es precisamente algo nuevo. En el pasado, ha habido otros momentos en los que la vida en el bosque se ha mitificado e idealizado como la vida mejor.

A mediados del siglo XIX, la mudanza a una cabaña solitaria junto al lago Walden del escritor y filósofo Henry David Thoreau dio como resultado una de las grandes obras de la literatura universal, Walden, un libro repleto de reflexiones sobre la naturaleza, la soledad y la simplicidad que narra los dos años, dos meses y dos días que el escritor pasó en esa cabaña construida por él mismo.

Morell reconoce que Thoreau fue una gran inspiración en la creación de su newsletter. «Walden es la biblia para todos aquellos que abandonan la ciudad y se van a una cabaña. Thoreau no solo es el padre de la desobediencia civil, su libro marcó un antes y un después en la literatura y en el pensamiento. Imagina a una persona, a mediados del siglo XIX, en plena era de transformación del mundo y las ciudades, que decide romper con todo y construir una pequeña cabaña y estar solo en contacto con ese bosque, los animales y el silencio. Demostró que ese tipo de vida es posible», concluye.

Por Juanjo Villalba

Juanjo Villalba es escritor y traductor. Puedes seguirle en @juanjovillalba

Salir de la versión móvil