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Rock ‘n’ Draw | Kendrick Lamar, el rey de Compton

Cuando alguien lee que una persona se adelantó a su época, se da a entender que su talento llega antes de ser comprendido. Lo de Kendrick Lamar es el anacronismo en sentido inverso. Si hubiera nacido medio siglo atrás habría encajado igual de bien. O igual de mal.

El rapero de Compton se desliza por la sinuosas colinas del jazz tan libremente, tan desafiantemente, tan apabullantemente que hace cincuenta años también habría sido «uno de los nuestros» entre los genios del género. Incómodo para los cánones e inconformista con el negocio, pero «uno de los nuestros» en el universo del jazz o el funky de quilates. La tentación de dejar la rima en segundo plano existe. Pero se desprecia porque es imposible desdeñar unas palabras que son como un disparo al vientre.

Es, además, una presencia necesaria en el rap militante, el que reivindica toda la dignidad para su raza. Lamar se planta firmemente junto a otros iconos negros de la cultura popular: junto a Tommie Smith y John Carlos en el podio del Estadio Olímpico de México DF o junto a Nina Simone arrojando Mississippi Goddam a la cara del público del Carnegie Hall en 1964. Las cadenas y los barrotes de su actuación en los Grammy de 2016 van a quedar para siempre en la historia de la música.

Ask me what I have accomplished
I don’t know I don’t have conscience
I just load up and start dumpin’ on enemies I’m head hunting
No sympathy, ain’t no love when you in these streets just get something
[…]
Cause ignorance is bliss.

Kendrick Lamar, por Óscar Giménez

Lamar mira a la cara al raperismo macarra y le espeta, con claridad, que la ignorancia es felicidad y permite a cualquiera ser un salvaje. Mira al cadáver de Trayvon Martin, al arma subastada que acabó con él y que es el indicador más duro de que vivimos en una sociedad enferma. La ignorancia es felicidad.

It’s been a week already, feeling weak already
Got me at peak, possibility of what could be
Situation is heavy, I’ve got to prove
On February 26th I lost my life too.

To Pimp a Butterfly es un tsunami. La cantidad de capas, texturas, escorzos y guiños que esconde es inabarcable. La magnitud de su momento de forma actual es tal que le ha permitido darse el gusto de lanzar un nuevo disco con el material que descartado de su cañonazo de 2015.

untitled unmastered no tiene título. Sus canciones tampoco. No ha habido promoción, ni noticias previas a su lanzamiento. Salió a la calle y no necesitó más que eso para confirmar que Kendrick Lamar es, antes de cumplir los 30, una parte de la historia del rap.

Rock ‘n’ Draw es una sección que cuenta cada dos semanas historias del pop y el rock de los últimos 80 años que merecen ser contadas. Os proponemos textos breves y las emocionales ilustraciones de Óscar Giménez, especialmente creadas para contar cada historia de un vistazo.

Si quieres ver entregas anteriores, acerca de Eagles of Death Metal y la sala Bataclan, de la muerte del Lemmy Kilmister, la obsesión de David Bowie por el cosmos, el tiempo que PJ Harvey pasó encerrada en una caja acristalada o la soledad de Janis Joplin, las tienes a un clic.

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Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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