Puestos a coleccionar, uno puede coleccionar cualquier cosa. Cajas de cerillas, pipas de fumar, plumas estilográficas, minerales, sellos… o calcetines. ¿Y por qué no? Al fin y al cabo, pocas colecciones pueden ser más útiles. Colorido, arte y práctica ropa interior todo en uno.
Eso debió pensar Patricia Espinoza cuando decidió empezar a coleccionar calcetines hace ahora un año y medio. La joven venezolana de 17 años afincada en Madrid confiesa que todo empezó viendo las series coreanas, los Kdramas (Korean dramas), en las que los actores combinaban sus outfits con calcetines divertidos y coloridos. Aquello impresionó a Patricia, que pronto empezó a pensar en la manera en que sus zapatos y sus calcetines podrían combinar. Comenzó por unos de encaje que le costó un mes localizar, pero ya no hubo forma de parar ese nuevo hobby. «Antes era una persona normal con calcetines Nike blancos, negros y grises», explica la joven. «A día de hoy todavía sigo adquiriéndolos; yo los llamo los “esenciales”, siempre me sacan de apuros», continua para acabar confesando entre risas ser «un poco fetichista con los pies».
Su colección cuenta ya con más de 100 pares a los que cuida «como mi vida; ordeno y limpio periódicamente, y los publico en mi cuenta de Instagram @Sailorsocks», donde ha encontrado a otros cuantos «sock enthusiasts» iguales que ella, como la misma Patricia se define. «Creo que una de las mejores cosas de usar calcetines llamativos es que son tanto como para hombres como para mujeres, lucen igual de bien en ambos sexos. Aunque también es verdad que es más difícil encontrar sock enthusiasts mujeres, aún no sé por qué…».
En su colección hay todo tipo de calcetines, «cuanto más coloridos y raros, mejor, ¿no?». Calcetines de bacterias, de estrellas, de gambas, de langostinos, de cangrejos, de puntos, de corazones, de rayas, brillantes, de pandas, de flores, de mariposas, de labios, de pájaros, de ballenas, de sushi… y así hasta un total de 51 motivos diferentes, incluidos los que denomina «clásicos», de todas las marcas posibles. «Creo que todos los calcetines son increíbles. Ponerme unos calcetines divertidos me ayuda a mi estado de ánimo, me da seguridad, me hace ser más feliz», confiesa orgullosa la joven y remata: «Los calcetines son algo esencial en un outfit, le dan un toque especial y hacen que los zapatos luzcan mejor».
La mayor parte de las piezas de su colección son compradas por ella misma, aunque nunca falta quien se los regale en alguna fecha especial, como su cumpleaños. Su familia, si bien al principio no entendía muy bien su extraña afición, ahora ha acabado aceptándolo, «sin embargo, no he conseguido que ningún miembro de mi familia use calcetines divertidos; pero a día de hoy sigo intentándolo», ríe.
Su colección crece continuamente. Tal es así que incluso está pensando en abrir una tienda online en la que los entusiastas de los calcetines como ella puedan comprar en una sola web pares de todas las marcas. Quién sabe, quizá esté naciendo una nueva emprendedora. Ánimo no le falta. Y acaba lanzando un reto: «Conquistemos el mundo usando calcetines divertidos».
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