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Lagos de colores a vista de pájaro

Lac Rebta es un lago rosa que se extiende como un gigantesco chicle de tres kilómetros cuadrados en Cabo Verde. No es que el agua sea rosa. Dunaliella Salina es el alga que le da ese color, al crear un pigmento rojizo que absorbe la luz solar. Pero para que se vea rosa también es necesaria una alta concentración de sal que, a su vez, favorece la vida y proliferación de esta alga. Con ella conviven otros seres rosados que se reproducen con alboroto y desesperación alentados por la sal que propicia su vida hedonista. Cuando el agua se evapora, se vuelve más rosa todavía. Ante ese espectáculo estaba un amigo del fotógrafo canadiense David Burdeny.

A David Burdeny le interesaban las lagunas de todo el mundo, pero especialmente una que quedaba muy lejos de Vancouver, donde vive: está en Cabo Verde. Se lo había dicho aquel amigo; que había una laguna rosa y que tenía que ir a fotografiarla. En aquel momento se vio bloqueado porque no había drones y no podía permitirse alquilar un helicóptero. Así que, pacientemente, esperó durante varios años. Se fue convenciendo de que un trabajo menos ambicioso, más próximo, era posible. ¿Y si hubiera lagos rosas en Estados Unidos?, se dijo.

Un día volaba hacia San Francisco y, por la ventanilla del avión, vio unas salinas que le sorprendieron desde abajo con sus llamativos colores. Aquella revelación le hizo pensar que también podría ser interesante trabajar cerca de casa, por qué no. Una laguna le fue llevando a otra: de San Francisco se fue a Salt Lake City, Utah; de Salt Lake City a las lagunas de Australia.

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El trabajo del fotógrafo también tuvo que depender de la disponibilidad del agua. «La evaporación de las lagunas es estacionalmente activa y me llevó como un año reunir suficientes imágenes de Salt Lake City, del Desierto de Mojave, de México y de Australia», cuenta David Burdeny. Para conseguir todas las fotos de la serie Salt, aquel año el fotógrafo tuvo que volar una docena de veces, haciendo vuelos de unas dos horas.

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Lo que a Burdeny le interesaba no era la razón científica por la que las lagunas adoptan distintas coloraciones, sino «la tensión entre la finalidad utilitaria de las salinas y la inspiración artística de la vista desde un punto de observación elevado», explica el fotógrafo.

En las fotografías de David Burdeny no sólo llama la atención el color, sino la relación de los distintos tonos con la geometría del paisaje. Geometría, color y paisaje interactúan no sólo en la serie sobre las salinas, también lo hacen en los otros proyectos del fotógrafo canadiense. En su trabajo, poesía y paisaje dialogan como si fuera una pintura.

Esta relevancia de la geometría en su trabajo el fotógrafo la relaciona con su formación como arquitecto. Así lo ve él: «Creo que mis valores estéticos estuvieron fuertemente arraigados en mí durante mi educación como las líneas planas y los volúmenes la esencia formal de la arquitectura aún influyen en las fotos que hago».

El efecto que provocan sus imágenes, tan similares a cuadros expresionistas, no es intencionado, según aclara el fotógrafo. Simplemente, ese efecto ya estaba ahí, en el paisaje. «¿Y qué? ¿Qué ganamos viendo el paisaje como una experiencia no objetiva o los colores como un instrumento (como los denominó Rothko) para explorar las emociones subconscientes?», se pregunta en el ensayo que escribió para la serie. La respuesta se la da Barnett Newman en The Sublime is Now: «La imagen que producimos es lo autoevidente de la revelación».

Por Virginia Mendoza

Periodista y antropóloga. Autora del libro 'Heridas del viento. Crónicas armenias con manchas de jugo de granada'. Empecé a escribir en los márgenes de los prospectos. Ahora en Yorokobu.

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