Sostiene el escritor y filósofo Santiago Alba Rico que su último libro, España (Lengua de Trapo), es una muestra de lo peligroso que es ponerse a pensar en nuestro país. Que ese acto únicamente nos lleva a acabar atrapados en un bucle melancólico que, más que ayudar a resolver problemas, genera nuevos.
Y, nosotros, los españoles, la hemos pensado mucho. Incluso más que vivido, como hace el autor con su nuevo ensayo. En definitiva, un sinsentido. Vayamos en busca de esos contratiempos patrios pues.
Aunque, bueno, siendo realmente sinceros, su libro también es una tentativa de construcción, de exposición de todo ese material de desecho que puede ser útil para edificar un proyecto mejor, un proyecto común. Algo que no se consiguió ni en su nacimiento. Porque, como expone el filósofo, cuando España nació en el siglo XVI de la mano de los Reyes Católicos, además de nacer torcida, se sustentó en la exclusión.
«El origen de España supuso la victoria del catolicismo castellano sobre los judíos y musulmanes. Eso lo demuestra muy bien el sepulcro de los Reyes Católicos de Granada, donde no aparecen como unos fundadores de un proyecto ilusionante, sino como los destructores de la herejía judía y del islam», sostiene.
A partir de ahí, ese triunfo del catolicismo castellano sobre otros modelos de gestión como los reinos de Aragón o de Navarra determinaron la historia de España, que en múltiples ocasiones se ha intentado enderezar, pero que nunca se ha conseguido del todo.
«El mayor problema de España es que fue hija de una guerra civil. O más bien de dos: una entre distintas profesiones de fes y otra entre reinos que se disputaban los territorios de la península. Ese factor de guerra civil, que es indisociable de la invocación permanente de la unidad, una unidad forzada, imperativa, es la que caracteriza la historia de España», resume.
[pullquote]«Cuando España nació en el siglo XVI de la mano de los Reyes Católicos, además de nacer torcida, se sustentó en la exclusión»[/pullquote]
DE AQUELLOS POLVOS, ESTOS LODOS
De esta forma, cada vez que España sufre una crisis y se ha intentado enderezar su historia, crear un proyecto en común, al final siempre han vencido aquellos que se inscribían en ese proyecto de exclusión de los Reyes Católicos . Un bucle que se ha repetido a lo largo de nuestra historia como en la Guerra de la Independencia, la Guerra Civil del 36, el Franquismo o incluso la Transición.
Incluso en nuestros días. Como apunta Alba Rico, «con este nuevo clima de tensión, la derecha y la ultraderecha vuelven a traer a colación el fantasma de los Reyes Católicos y la Reconquista. Hay sectores que en contextos diferentes recuperan los mitos de unidad divisoria y de persecución del oponente político. Ese es el estilo de España».
Un estilo que llegó a cambiar durante un tiempo, cuando estuvimos a punto de construir una sociedad diferente a raíz del 15-M. Para el filósofo, fue un momento especialmente decisivo ya que supuso la confirmación de que nada está escrito ni terminado para siempre.
«Que allí donde se pensaba que el capitalismo había configurado la subjetividad, las plazas se llenaron de gente que acumuló malestar y preguntas, y se respondió bien a ellas. Fue un momento de gran esperanza, ya que era una generación que impugnaba todo el régimen del 78, desde el bipartidismo hasta la izquierda extraparlamentaria», apunta.
Una multitud que se unió sin la memoria de los pecados originales de la Transición, ni de la Guerra Civil ni del Franquismo… Algo que le distinguía de la izquierda tradicional, pero que, sin embargo, tenía una conciencia muy clara de que la democracia en España no era suficiente, de que las respuestas a la crisis eran desfavorables a las clases populares.
Además, sostiene Alba Rico, «fue un momento en el que frente a la derecha, que se va inclinando en toda Europa hacia el fascismo, esa propuesta del 15-M es tan trasversal que se gana el afecto del 85% de la población del país. Fue un momento en que se pudo hacer una reforma desde abajo: esa posibilidad, que incluía una revisión del régimen salido del 78, de alguna manera hizo concebir esperanzas de que se pudiera construir un contrato social sin exclusiones y con mucha más democracia».
[pullquote]«Esa no memoria del 15-M se ha rememorarizado intencionadamente desde un mal sitio: volviendo a los Reyes Católicos y a la Guerra Civil. Eso es el verdadero desmentido de la reforma desde abajo que propuso el 15-M»[/pullquote]
UNA ESPAÑA EXTRANJERA DE SÍ MISMA
En ese momento, el filósofo se dio cuenta de que existía una España nueva, una España extranjera de sí misma. «Para mí, fue descubrir que España estaba llena de extranjeros y que ellos, que son los verdaderos dueños de España, son extranjeros en relación con la España oficial, la historia que han manipulado las élites en su favor», apunta.
Una España diferente que se caracterizaba por actuar sin memoria. Algo que, claramente, fue una ventaja en ese momento. Como dice el filósofo, «nuestra memoria no es solamente muy tóxica, sino que está determinada por la derrota de la República. Era una gran ventaja empezar sin memoria. Sobre todo cuando las respuestas eran muy atinadas. Fueron en un principio una vacuna contra la ultraderecha. Las respuestas no eran el lobby homosexual ni los inmigrantes, sino los bancos y las medidas austericidas de los gobiernos».
Pero, como todos sabemos, esa posibilidad se acabó truncando. Y esa desmemoria que en un principio fue una ventaja se convirtió en un perjuicio ya que muchos de esos extranjeros se están españolizando de la peor manera. «Esa no memoria del 15-M se ha rememorarizado intencionadamente desde un mal sitio: volviendo a los Reyes Católicos y a la Guerra Civil. Eso es el verdadero desmentido de la reforma desde abajo que propuso el 15-M», sintetiza.
En cualquier caso, sabremos que hemos empezado a enderezar el país cuando veamos que un libro que lleve por título la palabra España sea un libro de viajes y no una obra que se inscribe en una polémica. «Eso es muy delatador de lo que significa España. Ojalá algún día no pensemos que va más allá». De la bandera, mejor hablamos otro día.