La bilis negra y la bilis amarilla. Estas eran, según los filósofos de la Grecia clásica, las responsables del trastorno bipolar. Liz Obert alterna periodos de depresión con temporadas en las que se encuentra especialmente enérgica. Los médicos tardaron muchos años en determinar que lo que le pasaba a Obert era que sufría un trastorno bipolar. Sus amigos lo saben, al igual que su familia y sus compañeros del Linfield College, Oregón, donde imparte clases de fotografía.
Obert no esconde su enfermedad, «no es ningún secreto» afirma resignada, pero sí esconde sus síntomas. Todos los días va a trabajar con una máscara de normalidad, acude a fiestas y reuniones familiares con una sonrisa pintada, con una mirada vacía, falsamente alegre, falsamente normal. Pero Obert no es normal, es bipolar. Y quiere que el mundo sepa qué significa exactamente esto.
(Nota del editor: Proyecto encontrado en Slate)
Esta fotógrafa ha retratado las dos caras de la bipolaridad: la idealmente real, aquella que se convierte en careta cuando la depresión arrecia; y la oculta, la que asoma en los peores momentos y amenaza con tragárselo todo.
La bilis negra y la bilis amarilla. En su proyecto ‘Dualities’ la fotógrafa ha retratado a personas bipolares enfocando ambas realidades. Dos instantáneas muestran a una misma persona: una retrata su personalidad pública y la otra la que se desarrolla en la intimidad cuando llega la depresión.
«Socializar, happy hour, camping, escalada, sintiéndome guapa, optimista, todo va a salir bien». Una leyenda describe los sentimientos del modelo, cómo se siente en el momento que retrata la foto. Los adjetivos van desde ‘creativo’ a ‘apático, de ‘sociable’ a ‘huraño’.
«Creo que añade un extra, da una voz personal más allá de la información meramente visual», comenta la autora al respecto a Yorokobu. Sus fotografías muestran la superficie y el fondo, lo que vemos y lo que percibimos, narrado en primera persona.
Liz Obert empezó su proyecto en 2013, usándose a sí misma como primer modelo. Posteriormente fue preguntando a sus amigos. Muchos de ellos conocían a afectados por el trastorno bipolar (una afección que tiene cerca del 2% de la población), pero la mayoría rechazó participar en el proyecto.
«La gente prefiere llevarlo de forma privada» reflexiona Obert «y es un error porque esta enfermedad puede afectar a tu vida, puede afectar y mucho a tu trabajo». Finalmente la autora consiguió encontrar modelos que posaran ante su cámara. Primero poco a poco, después, cuando revistas como Slate se hicieron eco de su trabajo, en una proporción mucho mayor. «Ahora recibo emails de gente de todo el mundo que quiere participar en ‘Dualities’» confirma ilusionada.
La sociedad no quiere hablar de la bipolaridad: es un tema incómodo, negativo, no interesa. Sin embargo, a pesar de la calidad del resto de proyectos de Obert, ‘Dualities’ ha sido el que más éxito ha cosechado, algo que la propia fotógrafa no se explica del todo.
«Quizá sea porque mucha gente puede sentirse identificada», reflexiona en un principio, refiriéndose a los afectados por el trastorno bipolar. Pero esta identificación se puede extrapolar a todo tipo de personas, afectados y no afectados por este desorden. Todos hemos tenido que fingir alegría o normalidad en algún punto de nuestras vidas. Todos nos hemos puesto una careta. Quizá por eso el acto, tan íntimo, tan honesto, de quitársela ante el mundo es algo que despierta nuestra curiosidad.
‘Dualities’ no pretende dar pena, no quiere ser una forma de conmiseración gráfica ni de autocompasión plañidera. Con este trabajo, Obert solo quiere mostrar una realidad desconocida, salir del armario de la normalidad y plasmar las aristas de una enfermedad estigmatizada.
«Hay mucho prejuicio con la bipolaridad», lamenta Obert. «Puedes decir abiertamente en tu trabajo o a tus amigos que sufres otra enfermedad sin miedo a enfrentarte a su rechazo, pero cuando se habla de depresión o bipolaridad la cosa cambia. Además hay desconocimiento, la gente cree que varías desde muy deprimido a superloco. Hay muchas fases intermedias y hay medicación para tratarlas».
No todo es amarillo y negro, la escala es amplia y policromada cuando hablamos de bipolaridad. Y Liz Obert se ha propuesto plasmar todos sus tonos.
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