Probablemente no haya una canción más recordada cuando intentamos ilustrar musicalmente el final del verano que September, de Earth, Wind & Fire. Además de haber sido un éxito en medio planeta en los últimos años setenta, en España se utilizó como sintonía de la Vuelta Ciclista a los pocos meses de su publicación, por lo que quedó embebida en el subconsciente local aún con más intensidad.
Pero para cuando la contagiosa melodía vio la luz, EWF llevaban ya casi una década de trabajo salpicada de éxitos. Maurice White, fundador, principal compositor y alma de la banda, empezó profesionalmente como batería de sesión en el estudio de la indispensable Chess Records. Hijo de médico y con formación musical reglada, quizás no compartía las vivencias de muchos de los miembros de la comunidad afroamericana, pero sí sus inquietudes.
Después de ser músico de directo de The Dells y de Ramsey Lewis, White decidió pasar al primer plano y crear su propio proyecto. Lo llamó Salty Peppers y tuvo una acogida local razonable, pero lo reformó al poco para convertirlo en Earth, Wind & Fire. El multinstrumentista había nacido en Memphis y se había criado Chicago, pero eligió Los Ángeles como plataforma para lanzar su apuesta más personal. Y embarcó en ella, entre otros, a sus hermanos: primero a Verdine y más tarde a Fred.
Tierra, aire y fuego eran los elementos predominantes de su carta astral, y esto ya daba pistas sobre el peso que la espiritualidad iba a tener sobre las creaciones del combo. White se puso como objetivo que su música no solo entretuviera, sino que inspirara sentimientos positivos. Y así empezó a perfeccionarse la fórmula de EWG: canciones exuberantes, eufóricas, empapadas de filosofía oriental y con una prominente sección de metales. Mezclaban rhythm & blues, soul, funk, góspel, ritmos africanos, música disco… y las reforzaban con una espectacular presencia sobre el escenario. Esas actuaciones coloristas y casi circenses les hicieron ascender con paso firme durante toda la década de los setenta.
Aunque siguen en activo, la trayectoria de EWF llegó a su punto álgido en 1978, coincidiendo con la creación de su propio sello discográfico: ARC. Ese año editaron también su primer grandes éxitos, The best of vol. 1. Pero paradójicamente, la canción destinada a ser la más arrolladora de su carrera, September, no había triunfado aún. Fue uno de los temas nuevos que decidieron meter en ese recopilatorio, y tomó forma en las sesiones de grabación de I am, el LP que vería la luz el año siguiente y en el que sorprendentemente no la incluyeron.
[pullquote]Se dijo que a White, responsable de esta parte del texto donde figura lo del 21 de septiembre, le gustaba soltar fechas sin más en las canciones para que la gente se preguntara qué podría haber pasado en ese día[/pullquote]
Maurice White consideraba en esa época el doowop como una influencia fundamental para sus producciones, algo que se percibe en el fruto de esos meses de trabajo, mezclado con el resto de ingredientes de su coctelera. Y para las letras, White había pedido ayuda a Allee Willis. Mientras la compositora entraba al estudio y escuchaba de fondo el embrión de lo que sería September, supo detectar el aroma del éxito y pensó: «Por favor, que sea ésta la canción en la que quieren que colabore». Efectivamente, era esa, aunque le tocó impregnarse de la forma de ver la vida del grupo antes de poder meter mano a ninguna composición.
En su primer encuentro, a Willis le recomendaron que leyera un libro: El vendedor más grande del mundo. Querían que se empapara de una filosofía positiva y motivadora y la pudiera transmitir en las letras. Y esta recomendación literaria marcó su manera de entender el mundo desde entonces. Pero, además, le tocó transigir con el hecho de meter palabras inventadas en una composición. A Willis dejar un «bada ya» sin sentido en el estribillo le parecía una aberración, pero una de las máximas de White era no permitir que una letra interfiriera con el sentimiento de una canción. Y parece que no encontraron nada con significado que reflejara mejor esa alegría que querían plasmar.
A pesar de mezclar una rima fácil y palabras inventadas, los tres minutos treinta y siete segundos de September han generado conjeturas varias sobre la fecha de la primera estrofa: el 21 de septiembre. Se especuló sobre la mística del equinoccio de otoño, o sobre si no era más que un número que fonéticamente entraba bien. Se dijo que a White, responsable de esta parte del texto, le gustaba soltar fechas sin más en las canciones para que la gente se preguntara qué podría haber pasado en ese día. Y esta última fue la teoría mantenida durante décadas por los otros dos coautores de la canción, Willis y el guitarrista de la banda Al McKay.
Pero, en 2018, la viuda de Maurice contó que el 21 de septiembre era, en realidad, la fecha en la que ella salía de cuentas de su hijo Kahbran. Una fecha importante para la pareja pero desconocida para el resto del universo, que quedó como guiño secreto en la canción. El niño finalmente se adelantó y llegó al mundo a principios de agosto. Pero la canción ya estaba hecha, la fecha quedó inmortalizada, e incluso la ciudad de Los Ángeles, años después, declaró el 21 de septiembre el día de EWF, debido a la importancia que el grupo ha tenido para la ciudad.
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