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Sherry Fino: Electrónica flamenca desde la campiña jerezana

Son tres y operan desde Jerez de la Frontera. De momento reniegan de irse a Madrid. El nombre no deja lugar a dudas: Sherry Fino. «Porque somos de Jerez y queríamos jugar con que el vino de Jerez es el sherry en el mundo anglosajón. De Jerez y de la campiña jerezana».

Cuando uno escucha a Sherry Fino, la música le emplaza firmemente en España. Los sonidos electrónicos de Manu Flores (Jerez, 1990) y Aytami Ballesteros (Jerez, 1992) suenan familiares. Del barrio y de la feria y de todos esos sitios en los que la música era ese asunto popular que se dirimía con Camela y un poco de los Chichos. Por su parte, el flamenco de Quentin Gas (Jerez, 1987) termina de enraizar la propuesta en Andalucía y le cambia la facha: esto es algo distinto. De su herencia gitana sale también el nombre del nuevo disco: Olajay

«Olajay es una palabra en caló. Quiere decir maldición», explica Aytami. «El responsable es Quentin, que es de familia gitana.Y al final, aunque ni Manu ni yo somos gitanos, hemos crecido en entornos rodeados de cultura gitana. Y eso lo visibilizamos también».

La tierra les tira. «Tela». Y por eso no se plantean salir de Jerez a corto plazo.  «Yo podría vivir en Madrid», dice Manu; «tengo mi trabajo de productor y me vendría muy bien profesionalmente vivir en Madrid. Pero es que, tal y como vivo en Jerez, no me merece la pena, la verdad».

Porque la música que hacen es muy jerezana, sin duda, y también está muy comprometida con la que es su tierra. En el primer sencillo del disco, Hijos del sol decían: «Por siempre seré…/ hijo del sol / del hambre y la pena…/ Esta es nuestra tierra y nuestra condena».

Según Aytami es una canción dedicada a «la gente que trabaja su tierra. No solo en el sentido de trabajar la tierra, sino también del que se comporta de la forma más honrada posible, del que respeta su entorno y a la gente que le quiere y que le cuida. De los que te dan luz como el mismo sol».

El tema nace de las propias experiencias de los integrantes del grupo. «Es lo que hemos vivido y donde nos hemos criado», destaca Manu. «Yo he estado trabajando en fábricas, en el campo, en muchos sitios». «La música que hacemos nace de las simplezas en las que vivimos», apostilla Aytami. «Sale del trabajo, de unos tíos que han trabajado en miles de cosas, y si mañana hay que volverlo a hacer, pues se hace».

Porque, antes de Sherry Fino (y durante), se han tenido que buscar la vida. «Yo, si he querido trabajar, me he tenido que comer once horas trabajando, en condiciones pésimas, y olvídate de las oportunidades. Sobre todo, en la zona en la que vivimos. Cádiz es una zona que está abandonada. Y, bueno, Andalucía también».

[pullquote]La fusión de los jerezanos es nueva, pero de novata no tiene nada. Los tres integrantes del grupo llevan años dedicados a la música y se han pateado escenarios nacionales e internacionales[/pullquote]

Pero eso les ha curtido. «Yo de lunes a viernes soy camarero, y los findes soy yo. Y atendiendo te quemas mucho, pero aprendes a tener paciencia. Y a controlar a la gente. Un camarero, un dependiente o alguien en una fábrica está todo el día tratando con gente. Sabes cómo actúa ese y ese otro. Y eso es aplicable a cualquier aspecto de la vida», dice Aytami.

El segundo single del disco, Satangos, habla de perder el control, «de esa parte mala que tenemos todos». Ellos la han visto en su entorno, en los barrios y en los pueblos. Incluso dentro de la familia. Es esa parte que se termina expresando «a través del alcoholismo. De las drogas y las relaciones tóxicas. Es cuando uno se pierde. Una oda al perdido. Y al enfado que produce. Ese “esto mismo lo voy a cambiar mañana”. Y luego nunca se cambia».

La fusión de los jerezanos es nueva, pero de novata no tiene nada. Los tres integrantes del grupo llevan años dedicados a la música y se han pateado escenarios nacionales e internacionales. Manu Flores y Aytami, bajo el nombre de Black Mamba, que les llevó al Arenal Sound, pero también a un tour por China con paradas en Shanghái o Chengdu. Y Quentin Gas, con su paso por festivales de relumbrón como el BBK o el Tomavistas, con parada en la banda sonora de la serie Arde Madrid, de Paco León, de la mano del Niño de Elche.

Si la música de Sherry Fino suena rabiosamente actual es porque lo es; quizá nunca hubiese sido posible más allá del aquí y del ahora. «Hoy en día una de las cosas buenas que hay es que la gente es menos sectaria con la música. Antes las fusiones no molaban, no le gustaban a la gente. Hoy en día es todo más aceptable. La gente está más abierta. Y eso es lo más positivo», dice Manu.

En la charla todos somos milenials, pero Manu destaca a los Z. «Las fusiones están en un momento dulce. Los más jóvenes tienen la mente cada vez más abierta. Escuchan más música, tienen una mayor cultura en ese aspecto».

Porque, en el fondo, al grupo no le valían los públicos de siempre ya que Sherry Fino nace en un espacio de creación muy concreto: el de la búsqueda de la novedad. «Llevamos muchos años, y llega un momento en el que te vienen otro tipo de inquietudes, te apetece hacer otro tipo de música, experimentar. Y yo creo que es una evolución de lo que estábamos haciendo».

Del proyecto destacan que «es un disco muy personal. Mezclamos la electrónica, por nuestra parte, y el flamenco, por parte de Quentin Gas. Intentamos proyectar algo de lo nuestro, de lo que hay aquí, en Jerez. Exportarlo», explica Aytami.

«Aunque, en realidad, hemos hecho un disco que nos gusta a nosotros», matiza Manu. «Tampoco esperamos que le guste a la gente. Es una cosa que queríamos hacer nosotros porque era lo que queríamos hacer. Eso es de lo que estoy más orgulloso».

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