Categorías
Entretenimiento

Standard: la familiaridad del descanso en cualquier lugar del mundo

El mundo avanza implacable hacia el exterminio de la peculiaridad. Ese fenómeno se puede apreciar en cada capital, conforme el tiempo avanza transformando la naturaleza urbana de esos lugares. Las calles, eminentemente en el centro de las ciudades, dejan de ser las calles de una ciudad en concreto. Pasan a formar parte de un espacio común y calcado en el que las mismas marcas, los mismos comercios o las mismas personas vestidas de la misma manera aportan logo, color y paisanaje para homogeneizar la foto fija de cada sitio.
[mosaic pattern =»ss»]

[/mosaic]

Tokio.

El fotógrafo suizo Roger Eberhard afirma que siempre se ha mostrado fascinado «por ecosistemas construidos de acuerdo a una fórmula estricta. Coge Starbucks, como ejemplo. Son lugares en los que te sientes y te comportas como si estuvieras en casa, pero podrían estar en cualquier lugar del planeta. Que la localización fuera tan intercambiable es lo que me llevó a desarrollar este proyecto».

Así, Eberhard se fue a comprobar su teoría de primera mano, en este caso de hotel en hotel. De Ciudad del Cabo a Sydney; de Bangkok a Nueva York; de Shanghái a Venecia. El resultado es Standard: por un lado, un fotolibro que pone de manifiesto la uniformidad del confort a lo largo y ancho del planeta, y por otro, una exposición fotográfica que se muestra en el Getxo Photo Festival, desde el pasado 30 de agosto.

El fotógrafo se paseó por decenas de hoteles Hilton en todo el mundo. Sin embargo, asegura que su libro «no es una crítica al estándar de Hilton», asegura. «Ofrecen un producto demandado por la gente. Es eficiente tanto para los huéspedes como para los hoteles. Como hotel, puedes comprar o producir todo en serie. Como cliente, sabes lo que te van a dar y que no te vas a encontrar sorpresas».

La esencia del proyecto no reside en la homogeneidad de la estructura de las habitaciones o de las vistas que ofrecen sus ventanas. Lo que más le llamó la atención no es aquello que las convierte en clones, sino las sutiles diferencias entre ellas: el material de una mesa, la paleta de colores utilizada para combinar camas, sillones o cortinas, o el conjunto de accesorios que completan el mobiliario básico de la habitación. «Es en esos detalles, en esas discrepancias, donde se produce el destello del sentido de lo local y donde se hace más interesante hablar acerca de la estandarización».

[mosaic pattern =»ss»]

[/mosaic]

Sao Paulo.

Muchas personas de todos los rincones del planeta se sienten cómodos ocupando un mundo en el que la escenografía es común. Comen en las mismas franquicias, se visten con la misma ropa fabricada en el sudeste asiático y amueblan sus casas con los mismos muebles suecos. Pero, con todo, Roger Eberhard afirma que «hay mucha diferencia entre saber que eso ocurre y entender cómo ocurren ciertas cosas y observarlas realmente de primera mano».

Mientras caminamos hacia un futuro que aspira a que Nairobi o Montreal confluyan en un mismo punto para solaz del visitante poco aventurado, será interesante estudiar el lugar que ocupa el individualismo humano en esa ecuación de desarrollo social. Quizás seamos seres únicos, pero la impresión que se sugiere es que a muchos de nosotros nos gusta descansar de la misma manera.

[mosaic pattern =»ss»]

[/mosaic]

Nueva York.

[mosaic pattern =»ss»]

[/mosaic]

El Cairo.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

Salir de la versión móvil