El trabajo no siempre es grato. En ocasiones toca arremangarse para buscar lo precioso entre lo común. A veces toca salir de la comodidad del sofá; ir a Sevilla, caminar por sus calles con lo que eso cansa; pasar tres días escuchando música; comer tapita tras tapita. Que si carrilleras, que si boquerones, que si bienmesabe. Venga, otra cañita. Y entre cerveza y cerveza, le decíamos al tabernero: «LO HACEMOS POR NUESTROS LECTORES».
Porque efectivamente, estimado lector. Aquí estamos por ti. Nuestra misión es seleccionar lo mejor del panorama cultural para que no tengas que ir dando tumbos por la vida como un crápula a las 5 de la mañana.
Hemos estado en el festival Monkey Week SON Estrella Galicia para ofrecerte una selección de bandas que probablemente no conozcas pero cuyo evangelio deberías abrazar.
Queremos que tu Navidad sea la que mereces y que cuando tu cuñado traspase la línea, puedas joderle la vida con venganzas basadas en el buen gusto. Pero sin rencores. Por su bien. Para que mande ya la playlist de Calentitas 2007 –«¡ay, cuando yo era joven, cuñao»– a tomar por saco.
Dale al picú
Tito Ramírez llega 2.000 años tarde. Si hubiera llegado en fecha, Jesús habría resucitado el primer día en lugar del tercero al escuchar su música.
La prestancia de Tito Ramírez es 360. Malagueño, creció musicalmente como miembro de un grupo de culto, Los Granadians del Espacio Exterior. Nosotros contamos su faceta de pintor hace ya algún tiempo y, ahora, se ha hecho madrilenian para inventarse un álter ego fabricante de música latina capaz de convertir el bugalú en tu sonido favorito.
En la soleada Valencia, lejos del biruji de Londres o Berlín, hay un huequecito para los que aman el post-punk. O el punk. O los pedales chorus en las guitarras. O las letras un poquito bajonas.
Mausoleo reivindican a algunas de la bandas más con más trascendencia de la parte buena de la movida de los 80: Golpes Bajos, Parálisis Permanente o los nunca suficientemente valorados Décima Víctima.
Y visualmente, además, su mandanga es rica.
Como cualquier cosa se considera excesiva en el ortoréxico mundo musical en el que vivimos, es conveniente que, de vez en cuando, llegue alguien a recordarnos que EL ROCK SE HIZO PARA PASARSE UN POCO DE VEZ EN CUANDO. Las cosas que antes formaban parte de la movida, ahora provocan el espanto del quebranto de la salud.
Los Wilds son excesivos en casi todo: en sudor, en grasaza, en pimplar y en lo demás. Encima, su cantante podría ser un firme candidato a protagonizar el biopic de Tony Clifton, el personaje de Andy Kaufman, si engordase un poco. Y sí, si nos lees, aún recordamos el momento en el que saliste del backstage en mitad del concierto con las pupilas como la fosa de las Marianas.
A rAM0S (sí, se escribe así) se le notan los años luz de noche en la cara, los kilómetros de garito en garito, la veteranía farandulera. Por eso, no sorprende nada que, tras pasar por un millón de proyectos musicales cordobeses, se maneje con espectacular soltura haciendo el cafre en rAM0S Dual, aporreando la batería y cantando, mientras su compañera, Yul Navarro, atrona con sintetizadores y theremín.
Sutileza, ninguna. Diversión, un rato largo. Y una sensación de «ojalá tenga yo esa energía toda la vida».
Compro Oro son capaces de mezclar unas congas con el sabor del norte de África –¿qué es Almería, su terruño, sino una prolongación del magreb?– y las coplillas que escuchabas en la verbena de tu pueblo cuando eras moza.
El resultado es una cosa que solo hacen ellos y que debería hacer más, como el amor y como las torrijas.
Y para acabar, como lo de Romeromartín es demasiado grande, hemos escrito una homilía completa acerca del tema, con podcast incluido. Álvaro Romero es marica, pero canta bien.
Te ayudo con los regalos de Navidad
En el tercer círculo del infierno de Dante, junto con los golosos, se encuentran los malnacidos que instauraron la costumbre de envolver los regalos de manera cuqui. Malditos sean y maldito sea el desconsuelo que causaron.
Por suerte, la comunidad 100téfika ha salido al rescate con un estudio que publica Fast Company. El estudio, y así titula Fast Company, justifica por qué los regalos envueltos deben parecer un puto desastre.
En el paper presentado por Journal of Consumer Psychology, los profesores de la Universidad de Nevada Erick M. Mas, Jessica Rixom y Brett Rixom explican el experimento.
En esencia, y resumiendo, que no tienes todo el día para estar aquí leyendo tonterías, si la envoltura de los regalos es un mojón, esperas que el regalo sea un mojón. La consecuencia es que, normalmente, cuando abres el regalo obtienes algo mejor de lo que esperabas.
Por el contrario, si el regalo viene envuelto por los duendes de Mr. Wonderful, esperas, como poco, un anillo de rubíes o una Playstation 4. Y no, tío, no te has portado tan bien. Decepción al canto. Persona triste. Fracaso emocional.
Parece una gilipollez, pero al final la vida va de eso: de lo que esperas y lo que consigues. Cuánta lógica.