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Salvando al tren de la extinción

Hoy venimos a contaros cómo en el resto del mundo civilizado se está dando cuenta del error que se cometió eliminando el mejor medio de transporte que existe: el tren nocturno.

Y decimos en el resto del mundo civilizado porque en España no solo no se plantea su regreso, sino que el uso del ferrocarril ha añadido un nuevo obstáculo para el populacho.

Dormir y viajar, todo es empezar

Los departamentos compartidos tenían alguna desventaja si tenías que hacerlo con cinco bravos legionarios en traslado de destino. Salvando casos como ese, lo cierto es que viajar de noche, durmiendo y mecido por el traqueteo del chacachá del tren ha sido siempre una delicia.

Ahora que Greta Thunberg ha decidido mirar com mala uva a los viajeros voladores devoradores de queroseno, la vuelta al tren cuenta con un punto más a favor.

Como explicaba The New York Times hace unos días, el retorno del viaje slow está siendo capitaneado por la compañía pública austriaca ÖBB, que se ha inventado una nueva marca, Nightjet, para ofrecer trayectos nocturnos que conectan más de dos decenas de ciudades.

La idea es recuperar la esencia de un tiempo en el que los ocupantes del tren no eran clientes. Eran viajeros. Además, los trenes nocturnos permiten ahorrarse una noche de hotel a cambio de las tarifas ferroviarias más baratas que hay. Existe incluso la posibilidad de trasladar tu propio coche en algunos de los convoyes.

Nighjet comenzó a operar en 2016 y, según datos de la propia empresa, en el último año ha viajado casi un millón y medio de pasajeros.

La apuesta por el viaje nocturno es tan decidida que ÖBB se está dejando la panoja en nuevos trenes que modernicen esta forma de viajar. Siemens se está encargando de esos trenes que, entre otras novedades, incluye cabinas individuales para los cada vez más frecuentes viajantes solitarios. ÖBB se va a gastar unos 375 millones de euros en los próximos años.

https://www.youtube.com/watch?v=bwDpAfFzcRQ

El apeadero español

Mientras en Austria tratan de unir Europa bajo la luz de las estrellas, en España se hace lo posible por hacer las cosas imposibles.

Renfe dejó de vender billetes en las taquillas la semana pasada en un total de 147 estaciones. Las causa, según cuentan a El País, es deibda «al escaso tráfico de pasajeros» de esas estaciones. La liberalización del servicio ferroviario hacía poco conveniente para la empresa mantener esta prestación frente a la pujanza de nuevos competidores.

Los billetes podrán adquirirse en máquinas expendedoras y en oficinas de Correos. Guay. Pero esto nos lleva a otra reflexión. Los lugares en los que no hay oficinas de Correos son los pueblos más pequeños. La población mayoritaria de esos pueblos pequeños tiene una avanzada edad. Las personas de más edad son las que más problemas tienen para entenderse con las máquinas expendedoras, los cajeros automáticos, los datáfonos y toda esa mandanga que Satán ha creado para sustituir a taquilleros, cajeros y cobradores.

No sé si se pilla la idea. ¿Está la tecnología excluyendo a los abuelicos de servicios que habían utilizado toda la vida como su tren a la capital de provincia, su caja de ahorros con la pensión o cualquier otro servicio para el que necesitaban a una persona que les atendiese?

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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