Los niños de los cuentos y películas sí que saben. Salvaguardar sus tesoros de cromos y tirachinas y mantener reuniones secretas con amigos o, incluso archienemigos, requiere de un rincón camuflado y a poder ser elevado para controlar la presencia de intrusos (esto es, mayores) por las inmediaciones. Una casa en un árbol es la solución perfecta.
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