La última cámara del fotógrafo gallego Iago Eireos es un modelo bastante peculiar: Mercedes Sprinter, con matrícula V-7008-FZ, ruedas, motor, volante y toda clase de complementos que no se suelen encontrar en la típica reflex como aire acondicionado, luces de freno y dirección asistida.
En ella pretende irse por el sur de Europa y si puede hasta los Balcanes, sin más ruta fija que una fecha de salida y otra de llegada, fotografiando, en sus propias palabras, “arquitecturas como gasolineras, moteles, áreas de servicio, clubs de alterne y todo ese entramado que recuerda el nomadismo contemporáneo y la forma de movernos hoy en día”. El proyecto, en honor al nómada Jack Kerouac, se llama On the Road.
“La verdad es que lo primero que hice fue comprarme una furgoneta de segunda mano para transportar mi obra”, reconoce Eireos desde Lugo, “la cual está muy relacionado con la experimentación entre las técnicas pictóricas y las fotográficas”. Como en ese momento Eireos estaba probando con grandes soportes de dos metros, empezó a concebir la idea de hacer “una imagen directa, revelada en la furgoneta en lugar de pasar por el proceso tradicional de laboratorio”. Tras varias pruebas y ver que era posible, Eireos dio forma al proyecto de hacer una de las cámaras de fotos más extravagantes nunca vistas.
Una cámara tan especial también trae unas condiciones especiales. “Las fotografías tiene que ser de larga exposición, entre 15 y 20 minutos”, cuenta, “tengo que parar la furgoneta, dejar el morro apuntando a lo que quiero fotografiar y mientras la imagen se expone en el papel yo estoy dentro de la propia cámara”. Eireos planea jugar con el propio papel, plegarlo, ponerse delante de la luz, hacer intervenciones pictóricas antes o después de la exposición “para que el aluro de plata se fusione con el pigmento… tantas posibilidades”. El resultado final podría ser definido como un negativo de 100 por 70 centímetros.
Consciente del alto coste de la idea en sí, Eireos la planteó desde un principio como un proyecto colaborativo. Se dirigió a la escuela de automoción de Lugo para que le hicieran el tuneo. “Me cambiaron el motor, arreglaron la chapa…”, explica, “y realizaron las intervenciones necesarias para convertir la furgoneta en una cámara”. Estas fueron principalmente sellar la caja del vehículo y convertirla en una cámara oscura donde no entre luz residual y poner una chapa que la separase de la cabina del conductor.
En esta chapa metálica, un pequeño agujero de dos milímetros hace de esténopo, permitiendo que pase la luz que formará la imagen en los papeles de 100×70 previamente emulsionados por Eireos y su fórmula secreta. La situación del esténopo hace que cualquier imagen sacada con esta cámara tenga como marco la luna de la furgoneta, los dos retrovisores, el volante y el salpicadero, “lo que da sentido al proyecto ya que habla de un tránsito”. A cambio de estas reparaciones el artista dio una de sus obras a dicha escuela.
Para subvencionar su idea (“papeles fotográficos caros, gasolina para el viaje, diferentes materiales”) y con la escasez actual de becas para artistas, Eireos determinó que la mejor forma de lograr sus objetivos era una campaña de crowfunding en la plataforma Goteo. A nueve días de acabar el plazo, los 2.100 euros que los 27 colaboradores han aportado ya superan el mínimo que él mismo se había marcado.
Con este dinero Eireos pagará también el catálogo de la futura exposición que albergará el resultado del viaje. Lo más seguro es que sea en la sala Caleidoscopio de Móstoles y, si la suerte le sonríe, en la sección Off de Photo España de dentro de un año. La cámara furgoneta no será expuesta. “No lo veo viable”, se disculpa con una sonrisa.
Podéis seguir la campaña crowdfunding del proyecto en http://www.goteo.org/project/pinhole-van-on-the-road
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