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Palabras con mucho cuento: Vanessa

¿Qué sabemos de algunos nombres? Nombres propios, queremos decir. Esa palabra que nos identifica en todos los documentos, que nos distingue de los otros y que puede marcar nuestra infancia, si hemos tenido la mala suerte de tener unos progenitores con un humor peculiar o un sentido de la tradición familiar que podían haberse ahorrado en nuestro caso.
Algunos tienen un origen etimológico curioso. Otros, sin embargo, son inventados. Inventados, sí. Tal es el caso de Vanessa. Y su creador fue el escritor irlandés Jonathan Swift, el autor de Los viajes de Gulliver.
Swift se ordenó sacerdote hacia 1694, mientras estaba al servicio de un famoso político inglés de aquella época, sir William Temple. Como su carrera como secretario de Temple no progresaba, decidió probar suerte como eclesiástico. Por lo que podemos deducir que de vocación, lo que se dice vocación, andaba justo. Pasó por distintas parroquias hasta que en 1713 fue nombrado decano (deán) de la Catedral de St. Patrick de Dublín.
Por el camino había conocido a un par de mujeres. Lo que le unía a ellas no queda claro. Mejor dejarlo a merced de vuestra imaginación. Una de sus pupilas fue Esther Vanhomrigh, la hija de una importante familia anglo-irlandesa, con quien se trasladó a vivir a Dublín definitivamente un año después de su nombramiento como decano.
No debía ser muy inocente, en cualquier caso, esa relación cuando el propio Swift decidió esconder el nombre de su compañera de piso en un largo poema que tituló Cadenus and Vanessa. Fue publicado en 1726, tres años después de la muerte de Esther. La razón estaba ya clara: los versos que contiene describen el intenso amor que sentía por Vanhomrigh.
Cadenus es el anagrama de ‘decano’ (o sea, él) y Vanessa es el nombre que inventó para la joven Esther, formado por las primeras letras de su apellido (Van-) y las primeras de su nombre (Essa, que es el hipocorístico de Esther en los países anglosajones).
La reputación de la pupila quedaba así salvaguardada. Además de nombrar a una especie de mariposa, es también uno de los nombres más comunes en Estados Unidos (según la Wikipedia).
 
Imagen de portada: Borislav Bajkic/Shutterstock

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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