En la cara B de los festivales de verano, esos que llenan recintos gigantes con decenas de miles de aficionados vacacionales a la música, están otros que se hacen con menos chequera pero con más caricias. Son festivales de miras inicialmente poco ambiciosas pero con un tremendo cariño en la confección de cada detalle. Villamanuela es un festival que se celebra en Malasaña y que pretende implicar a todo el barrio con un importante número de propuestas que van más allá de los directos de música.
Hace poco más de un par de lustros, los festivales de música experimentaron el auge en su desarrollo, un brío que a muchos les hizo plantearse si no estaríamos antes una burbuja más, como tantas de las que hay en este peculiar país. De todas esas iniciativas, las rentables fueron las menos. El modelo se repetía: pasar el mocho por el ayuntamiento de turno, captar a un par (o más, si ello fuera posible) de patrocinadores potentes y jugársela rezando porque la rentabilidad llegase en pocos años.
En esto de los festivales hay otros mundos ajenos a ese y el de Villamanuela es un ejemplo. Paco Fernández y Nacho Cabrera están más que acostumbrados a organizar conciertos a través de Holy Cuervo, el afortunado matrimonio entre las agencias Cuervo Music y Holy Cobra Society. En una de sus múltiples conversaciones de bar pensaron que podían montar algo que azuzara la efervescencia de su barrio, Malasaña y Conde Duque. «Queríamos hacer algo por y para el barrio, una celebración de lo que nosotros entendemos que es la esencia de lo que ocurre aquí», explica Paco Fernández. Se aliaron con Giradiscos, Fernando Vicente y Luciano Suárez y comenzaron a hacer llamadas.
Los hados se conjuraron cuando se dieron cuenta de que podían traer a la vez a varias bandas internacionales de las que les gustan. Bendita casualidad. Lo siguiente era plantear algo que apelase a la esencia del barrio, llena de garitos en los que atrona la música independiente, de tiendas algo distintas a lo habitual e incluso algunos espacios consagrados al arte.
«Echábamos de menos un evento que sirviera para sacar pecho de la vida de este barrio tan especial, y por lo tanto queríamos abarcar la mayor cantidad de aspectos posibles», dice Fernández. Por eso han creado un programa que incluye alrededor de medio centenar de conciertos, muestras de arte y diversas rutas por el barrio que tratarán de mostrar la gastronomía y el comercio del barrio de Maravillas. «Hemos pedido a las tiendas que tengan algún tipo de detalle con la gente que en esos días acuda a sus establecimientos con la pulsera del festival», señala el organizador.
Villamanuela reivindica así el regreso postvacacional al hábitat cultural habitual, fomentando que se perpetúe algo que forma parte del ADN del barrio: las pequeñas propuestas culturales, directas y sinceras. Todo a la salud de Manuela Malasaña.