Franco, Catalina la Grande, Chernóbil, el ébola, Hitler y un ovni, juntos en un mismo lugar. Suena a teoría desquiciada digna de entrar en el Olimpo de las grandes conspiranoias de la historia, como la isla donde conviven Bruce Lee y Elvis Presley; las calcomanías de Disney con LSD o el casete de la Orquesta Mondragón. Pero en contra de las apariencias y sin necesidad de oscuras tramas, los arriba mencionados tienen algo en común: todos cuentan con una carta dedicada en alguno de los juegos de Weltquartett, versiones algo menos convencionales de los clásicos Top Trumps.
Top Trumps
Los Top Trumps son juegos de cartas surgidos en el Reino Unido de los años 70, barajas temáticas en las que cada naipe contiene la ficha técnica de un elemento del tema en particular. Al principio, las barajas trataban de coches de carreras, medios de transporte o aviones de combate. Evolucionaron con el tiempo y ampliaron su abanico de temas hasta la actualidad, cuando se pueden encontrar versiones del Doctor Who, El señor de los anillos o incluso una baraja oficial de Factor X. No hay un límite definido, y cualquier cosa, si cuenta con suficientes fans, puede convertirse en una baraja de Top Trumps.
Sin embargo y a pesar de esta libertad temática, el catálogo de Top Trumps que Weltquartett propone redefine su sentido y aporta un nuevo punto de vista al crear sus juegos de cartas a partir de temas no solo impopulares, sino deliberadamente incorrectos. Las cartas de Welquartett son un despliegue de humor negro no apto para todos los paladares, que cruza la frontera de lo políticamente correcto y pone sobre la mesa el eterno tema del humor y sus límites.
¡Ay, los límites del humor! Una discusión tan inagotable como la del frío seco vs. frío húmedo (que se mete en los huesos aunque te abrigues) y que jamás alcanzará un punto de común acuerdo (como la del frío seco vs. húmedo).
Epidemias, centrales nucleares, ovnis o drogas son algunos de los temas menos controvertidos de sus cartas, aunque el mero hecho de escogerlos ya suponga ironía suficiente, como es el caso de Alimañas. En el resto de juegos, el sarcasmo sustituye a la ironía a través de temas más incómodos, por lo explícito, como los Accidentes de Petroleros; o por entrar en territorios de naturaleza altamente susceptible, como la baraja de Apariciones Marianas o Tyrannen, el producto estrella de Weltquartett, un Top Trump del despotismo donde cada carta contiene el retrato de un dictador y su ficha con algunos datos biográficos, el país que asoló, cuánto tiempo estuvo en el poder o el número de víctimas atribuible (dato que convierte a Hitler en el Top Trump imbatible del mazo).
Welquartett, una ‘start-up’ al fin y al cabo
La primera Tyrants Trump nace de la iniciativa de dos cineastas de Hamburgo, Jörg Wagner y Jürgen Kittel, hace casi una década, como parte de su proyecto Weltquartett. «En 2008 empezamos con Tiranos y Epidemias. Publicamos Drogas al final de ese mismo año, y Alimañas en 2010. Hacia el final de 2010 fue cuando sentimos que era necesaria una segunda parte de Tiranos. Desde finales de 2008, la serie completa fue denominada Los flagelos de la humanidad», explica Jürgen Kittel.
Tres años después, a pesar de haber tapado la esvástica que aparecía en la carta de Hitler de la primera edición, Jörg y Jürgen fueron investigados por incumplir la ley alemana que prohíbe la reproducción y divulgación de cualquier simbología perteneciente al Tercer Reich. Ya sabemos que hoy en día el humor se ha convertido en uno de los delitos más perseguidos.
Según cuentan The Guardian y The Telegraph, lo que para ellos era «tapar» resultó ser «oscurecer» para los fiscales de Nuremberg, diferencia plástica que decidieron investigar con el fin de concretar el nivel de oscurecimiento necesario para no suponer un delito.
Reacciones, interpretaciones y una teoría cósmico-financiera
Más allá del tema legal, el juego no es precisamente de esos de 0 a 99 años, y la idea no fue del gusto de todo el mundo. Algunos la llegaron a interpretar como un intento de glorificación de Hitler, aunque cuesta pensar que alguien trate de ensalzar su figura juntándolo en una baraja de cartas con dictadores de cualquier tipo, ideología y tiempo, desde Mussolini, Sadam Hussein o Franco hasta Mao Zedong.
Este es un tema de esos que muchos consideran intocables, en los que si no se expresa una enérgica y directa repulsa, se interpreta fácilmente como un apoyo incondicional. Así, sin matices ni grises ni mandangas: «conmigo o contra mí».
Hay colgada por internet, incluso, una teoría que afirma que todo se debe a una inmoral y sutil estratagema de marketing mediante la cual este «emprendimiento comercial» llegó a vender hasta 2.000 unidades en su lanzamiento. Así de voraz es el capitalismo, capaz de hacer que alguien arriesgue su propia libertad por la avaricia, seducido por la hipnótica suma de 2.000 x 10 =20.000 euros brutos, sin contar costes, claro.
Según cuenta Jürgen Kittel, sus juegos no tienen un enfoque político, sino que más bien responden al propósito y promoción del humor. «En general, nuestro enfoque de los temas es satírico o sarcástico, no importa qué tipo de juego sea. No perder el sentido del humor es un acto recomendable para desahogarse, sobre todo cuando vemos cosas o personas abominables. Una vez, Matt Groening y su equipo hicieron que uno de sus personajes dijera: «¡Hemos devuelto la diversión al fundamentalismo! Nosotros lo hemos simplificado con un lema infantil: Welt schlecht – Quartett gut!».
Actualmente, la línea Tyrannen cuenta con tres barajas sobre dictadores —las tres, diferentes y combinables entre sí— además de una edición con tiranos clásicos como Enrique VIII, Julio César, Genghis Khan o Napoleón. También existe la versión femenina, que reúne a tiranas como Cleopatra, Catalina de Medici o Elena Ceaušescu, aunque parece que pronto podría haber novedades: «Por el momento no podemos decir si, además de Trumps o Memories, hay algo más en camino. Lo que podemos comunicar es que en octubre de este año vamos a publicar otro juego de Trumps, y sería muy raro que no tengamos preparada alguna sorpresa bajo la manga para el próximo cumpleaños de Jesús».
¡Ay, los límites del humor! Pero puesta la mesa y servido el plato, saque cada cual sus conclusiones y argumentos que, como con el frío seco y el frío húmedo, es este un debate sin fin. Sí hay algo sobre lo que podemos reflexionar. Más allá de lo que opinemos sobre estos juegos y el humor, ¿en qué momento empezamos a pensar que cartas de tanques y aviones de combate solo son un juego infantil más?