(En estos momentos la Sala del Juicio se estremecería en
un grave silencio).
Yo fui Community, sí. Intenté hacerlo lo mejor posible, pero nuestra función fue pervertida por todos. Queríamos comunidad, pero también vender, queríamos viralidad y feedback, pero a la vez inmediatismo.
Poco a poco perdimos la fuerza y la novedad que tuvimos frente a la sociedad hasta quedar arrinconados.
Muchos de los nuestros cayeron en los Fusilamientos de Communitys del 2 de Mayo, mientras que otros han sido duramente perseguidos por la Caza de Communitys impulsada por el Estado, ¡¡por este tribunal que hoy me juzga!!
Cayeron los community manager de Nike, Ausonia, agua Veri, Oregón TV, Adidas, el de Rafa Nadal, el de la poli y el de galletas del Príncipe Beukelaer, o como se diga. También el del Chiquilín y el de las deportivas Kalenji del Decathlon.
«Nuestra tarea era crear comunidades fieles a nuestro contenido social». «Posteábamos y tuiteábamos siempre pensando en nuestra audiencia». Al principio todo iba bien, pero después Google Analytics, las métricas, los retuits y favoritos acabaron por pervertir todo, y fuimos cayendo en el spam nuestro de cada día. Perdimos la noción de quiénes éramos, incluso el sentido.
No decíamos nada relevante, que era para lo que habíamos nacido, e incluso nos creímos por encima de nuestras propias masas.
Está claro que hoy pagamos nuestro enaltecimiento muy caro.
En el marco de estos Juicios de Community Manager, se palpa nuestro fracaso como gestores de comunidades virtuales así como acatamos nuestro castigo social.
Teníamos tablones de Facebook, aplicaciones móviles, y digitalizaciones. La información y la comunicación, incluso el ocio era nuestro… (lamento).
Tampoco nadie entendió que nuestro trabajo era realmente fugaz, muy volátil. Esto nos creó una gran frustración a la hora de pensar nuevo y creativo contenido… acabamos siendo funcionarios del tuit y de la almohadilla.
La Noche de los Communitys Rotos, tapada por el estado, el exilio de muchos de los nuestros, acabaron con nuestro estatus.
(Miradas de juicio de toda la Sala, incluyendo a los soldados).
A muchos se les dio falsa protección, e incluso UNED y cursos del INEM ofrecieron formación reglada. Todo fue una trampa.
Nos quedamos en tierra de nadie, sin crear conversaciones, ni comunidades, ni contenido, ni nada.
Organismos como la Asociación Nocturna de Vela de Macs, o la Real Cofradía de Aplicaciones Móviles fueron desterradas.
Perdimos el Norte, y dejamos de ser la llama de Occidente.
Y hoy en esta nueva centuria, en el 2492, expiro mis últimas palabras, antes de ser ejecutado por esta Sala.
Los communitys también lloran.
Javier Burgueño Martín, 2492.
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