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Breve crónica de un yonki de Idealista

Hasta que cumplí un año usando Idealista, no caí en que era el naming mejor escogido del mundo. Para entonces ya estaba totalmente enganchado a mi red social favorita, sin serlo. Perdía horas y horas viendo fotos de casas e imaginando mi vida en ellas. Entre mis rituales favoritos estaban:

  • Entrar en la versión de nuestros hermanos lusitanos (idéntica usabilidad que el Idealista patrio) y buscar casas en la costa portuguesa por menos de 300 euros. Calcular la distancia real hasta el mar con una extensión llamada Google Maps. Verme a mí mismo saludando al sol en su hora correcta, bajando a la playa a surfear alguna de las mejores derechas de Europa y desayunando pastéis de Belem.
  • Acotar la búsqueda a la provincia de Girona. Segundo filtro: Alt Empordà. Tercer filtro: casas rústicas. Cuarto filtro: ordenar por más baratas/m2. Hacer clic en la primera masía y pensar en el número de perros que podrían convivir en ese pedazo de terreno sin matarse los unos a los otros, lo interesante que sería reformular el último piso como estudio (para escribir sobre una mesa orientada hacia el Pirineo) y escuchar el silencio.
  • Buscar mi ciudad de origen y poner de precio máximo la cantidad que pago por vivir en el centro de Madrid. O bien: buscar mi ciudad de origen y buscar cuánto pagaría en ella por los mismos metros cuadrados en los que vivo en el centro de Madrid. O también: buscar mi ciudad de origen y añadir todos los filtros acomodaticios –exterior, calefacción, ascensor, armarios empotrados, trastero…– para saber cuánto costaría vivir en el siglo XXI. Llorar en todas las variantes.
  • Buscar Madrid Provincia y añadir filtros de casas o chalets y casas rústicas, máximo 500 euros. Ordenar por más baratos primero y constatar que, por la mitad de lo que pago en el centro de Madrid, podría vivir como un hacendado en Navacerrada. Usar la extensión de Idealista llamada Google Maps para comprobar cuánto me llevaría el trayecto desde Navacerrada al centro de Madrid. Buscar en la extensión de Idealista llamada Google cuánto vale una gallina, calculando si el precio de la gasolina podría ahorrármelo en tortillas.
  • Viviendas de lujo en Madrid. Más caras, primero. Pasear digitalmente por salones con pedrería e incrustaciones de marfil, bolera, gimnasio, piscina climatizada, zoológico, campo de tiro, invernadero, sala de baile, cine en 5D, teatro (que viene a ser lo mismo que el cine en 5D), habitación para los zapatos y herbolario. Preguntarme quién podrá costear semejante alquiler. Y lo que es más importante: cómo se sentiría uno con una bolera en casa.

Cuando el exceso de horas en otros hogares se convirtió en una amenaza para mantener el mío y mi jefe me pidió que comenzase a invertir el mismo tiempo en Infojobs, tuve que dejar Idealista. No fue fácil desengancharme. Entiendo que sea mejor trabajar por tus sueños de mudanza que soñarlos. Pero ideal es aquello que no existe sino en el pensamiento, y a veces creo que me gustaba más la idea de vivir durante unos instantes en todas aquellas casas que habitarlas de verdad.
 
Imagen de portada: Andy Dean Photography/Shutterstock

Por Néstor Gándara

Vive de escribir y pensar cosas para venderlas. Así que odia la idea de venderse también a sí mismo. Pero decidir no hacerlo es la mejor forma de que le compren. No puede huir. No tiene escapatoria.

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