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Antonio Arias (Lagartija Nick): «Hemos utilizado la provocación de Buñuel para provocar hasta al propio Buñuel»

Aunque las cosas de los viejos no interesen ya a los jóvenes, la poesía no se detiene. O, al menos, no por ese motivo. Lagartija Nick es, desde hace años, un cuarteto al que se la ha atribuido la misión de traer a los genios al presente.

Con El perro andaluz le ha llegado al turno a Luis Buñuel y a su no muy extensa pero sí muy surrealista obra escrita.

La aventura comenzó en 2017. El festival de cine de Albacete, Abycine, les encargó poner música a algunas de las transgresiones visuales del genio de Calanda. «El proyecto empezó según nos iban mandando los trozos de Buñuel. Nos gustaba respetar el tiempo que nos propusieron, el relato incidental», explica Antonio Arias.

Lo que quedó en algo circunstancial adoptó largo recorrido con la llegada de la pandemia, en la primavera de 2020. «Me quedé con todo el equipo de Lagartija montado en casa; la batería de Erik, todo…. Pude aproximarme a los instrumentos de uno en uno, me familiaricé con todos y amplié el repertorio que hacíamos de Buñuel. Tras el trabajo de Buñuel en los años 20 del siglo pasado, nos pusimos con la parte más basada en Aragón y después de mi trabajo, ahí se zambulló Erik, que hace punto de cruz con la batería».

Explica Arias que el reto era no hacer andaluz a Buñuel. Ese objetivo sí se ha conseguido. El que también se ha logrado es el de hacer a Buñuel parte de la imaginería de Lagartija de la manera más natural.

«Nosotros ya hemos trabajado Poeta en Nueva York, pero cuando vimos la calidad poética de Buñuel, vimos que no desmerecía nada en el plano de las ideas. Te propone hacer lo que nunca has hecho. Se nota los poetas que son músicos. Y es pura diversión. Esos textos te llevan a una excelencia musical a la que no llegas con tus textos», señala.

Desde ahí, han hilvanado un relato rematadamente coherente con el resto de historias que cuenta la veterana banda granadina. Un hilo que conecta a Lorca, a Val del Omar, a Buñuel, a Strummer y a la poesía de los últimos cien años.

Ese corpus musical estallará el próximo 1 de febrero en Madrid, en Inverfest. En el Teatro Eslava, plantearán un juego narrativo que a Arias le hace sentir como un aventurero de la divulgación.

Foto de Iván Martínez

El granadino explica que le gustaría girar para poder satisfacer otro tipo de curiosidad de la gente. «En la gira, me gustaría crear un espacio, una pequeña exposición itinerante, una especie de cine o circo volante. No necesitamos espacios muy sesudos. Cuando conectamos con la familia Lorca o con el Centro Buñuel, nos sentimos un poco como en las Misiones Pedagógicas».

UNA HUIDA DE BRAZO EN BRAZO

Tras más de tres décadas de carrera, Lagartija Nick se sienten como unos médiums en constante escucha del más allá. Tras los trabajos anteriores, en los que escuchaban al fallecido Jesús Arias, hermano de Antonio e ideólogo del Omega de Morente, ahora se han sentado a escuchar al cineasta aragonés. «Estábamos deseando soltar lastre tomando otra responsabilidad. Coger a un surrealista como Buñuel es como si el profesor nos diera permiso para salir de clase».

[bctt tweet=»Lagartija Nick: «Vamos en un baile de brazo en brazo. Pero nos sueltan en espacios desconocidos. Entrar donde no te conocen, saludar a quien no te conoce. Nuestra elección fue esa».» username=»Yorokobumag»]

Así, la banda ha repasado casi toda la obra escrita de Buñuel y se han puesto a jugar con ella estableciendo colchones sonoros que sugieren el jolgorio orquestal de A Day in the Life de The Beatles; o los ecosistemas tejidos por los teclados de JJ Machuca, que serían la banda sonora perfecta de los sueños de Buñuel.

Al final, la cosa va de soñar y ensoñar. «Prestamos poca atención a los sueños. Tenemos derecho a atender artísticamente a lo necesario, sea o no sea real. En la realidad hay que estar, pero también hay que visitar de vez en cuando el mundo interior. Si quieres, luego vas al colegio a por los niños. Pero es importante para nosotros visitar esa locura, esa pasión».

Collage de Alfons Puyal

El cooperador necesario del proyecto es Montgrí, el sello creado por la banda Cala Vento en régimen de cooperativa; un sello que reúne a los punkis más jóvenes, poéticos y efervescentes del panorama peninsular. En ese espacio, Lagartija Nick convive como una especie de patriarcas de revoltosos como Vulk, La Élite o Biznaga.

Antonio Arias explica que «es muy necesario trabajar en simbiosis con una compañía. Y ellos trabajan en cooperativa. Es nuestra actitud política y la de ellos. Y no me había dado cuenta hasta ahora de que estamos rodeados de una gente joven tan valiosa en el sello. Creo que viene mucho por el compromiso de trabajar cooperativamente».

Como asignatura pendiente queda lo de casi siempre. «No estamos estudiando bien el pasado porque es cierto que nos queda todo, con perdón, como un campo de nabos. No estamos atendiendo al componente femenino y creo que nos queda un actor de justicia poética y visual de reivindicación».

Quizás ese sea el sendero que ha de ir despejando Lagartija Nick. Mientras, y no es poco, queda el camino de la felicidad, el de ver cómo se arregla la vida cuando uno sigue dando viajes a la guitarra con los amigos con los que empezó a grabar singles hace 30 años. «La música se convierte en nuestra amistad. Hace poco Erik me decía que nosotros somos mejores músicos que personas», concluye Arias. Dado el nivel, es plausible.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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