Podrían ser imágenes para Vogue, donde los modelos posan para el objetivo en posturas casi imposibles. Pero al mirar con más atención esas fotografías, la realidad que se descubre es otra. No son modelos ni están posando. Son trabajadores japoneses exhaustos y borrachos que duermen la mona tirados por los suelos de la ciudad de Tokio.
Las fotos corresponden a High Fashion, el último trabajo del fotógrafo polaco afincado en Japón Pawel Jaszczuk. «Desde el principio supe que quería fotografiarles como si fuera una sesión de fotos de moda. Fue algo instintivo», comenta Jaszczuk sobre cómo ideó el proyecto.
«Intenté transformar al estereotipado trabajador borracho japonés en un estudio muy seductor y variado de la forma humana, la más importante. El contraste entre la calle y los trajes revela la naturaleza verdadera de ambos mundos. Hay un montón de sacrificios, de dolor, de extenuación, soledad… El glamuroso mundo de High Fashion no es tan glamuroso si lo miras de cerca».
Japón tiene uno de los sistemas de trabajo más estresantes del mundo. Ya desde la búsqueda de empleo, los trabajadores nipones se ven sometidos a tensiones duramente soportables. El resultado es que muchos de estos empleados, hombres en su mayoría, acaben sus jornadas extenuantes bebiendo hasta perder el control. Sin embargo, la idea detrás de High Fashion no se centra en el consumo de alcohol.
«Beber es solo una característica más, una de muchas, de la rutina de los asalariados nipones», explica el fotógrafo. «Siempre hay una razón detrás de la bebida. A veces mucho más profunda. El alcohol es, en mi opinión, un impostor, una historia muy complicada. El consumo de alcohol puede ser mi próximo proyecto. Es algo muy complejo, no solo en los trabajadores japoneses. Al final, no te trae más que una ilusión, en mi opinión».
Durante dos años, entre 2008 y 2010, Pawel Jaszczuk cogía su bici y salía casi a diario a recorrer las calles de Tokio entre las 11 de la noche y las 3 de la mañana. «Era el mejor momento para disparar fotos», afirma, mientras que los peores días eran los domingos y los lunes. A pesar de ello, el polaco no dejaba de salir a buscar la escena perfecta. «Recuerdo un par de lunes que me brindaron magníficas imágenes. Nunca sabes qué día te va a traer la imagen perfecta», rememora.
«Trabajo muy rápido incluso cuando tengo tiempo para disparar. Necesito un máximo de tres tomas y ya sé que lo tengo. Nadie se despertó nunca. Jamás tuve problemas de ningún tipo ni con ellos, ni con la gente que pasaba ni con las autoridades. En absoluto. Fue divertido. Lo echo de menos».
Las fotos de High Fashion muestran solo una pequeñísima parte de Tokio. Jaszczuk pide que no se juzgue ni al país ni a los protagonistas de sus imágenes basándose en las escenas que ha retratado en su proyecto. No, al menos, sin conocer qué historia hay detrás, sin conocer más cuál es esa realidad, sin hablar con la gente primero y tratar de entender lo que pasa.
«No es difícil encontrar a estos trabajadores durmiendo en las calles de Tokio. Este fenómeno está socialmente aceptado, pero no están por todas partes», explica el fotógrafo. «En realidad, solo alrededor de los barrios más grandes: Shinjuku, Shimbashi, Ueno, Shibuya…
El fotolibro está concebido irónicamente como si fuera una revista de moda. Pero el mensaje que se esconde detrás es menos brillante y más triste. Es una crítica a una realidad gris que nos va envolviendo y en la que caemos, en mayor o menor medida, transformándola en rutina. Pawel Jaszczuk así lo cree y así lo expresa: «Porque esto es simplemente un hombre, como todos nosotros. El traje puede ser de antaño y necesita una colada, pero a quién le importa, no es más que una masculinidad obligatoria».