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‘Je t’aime… moi non plus’, cuando grabar una canción sexi no tiene nada de sexi

Corría 1969 y al cantautor francés Serge Gainsbourg no se le ocurrió mejor cosa que fingir un encuentro amoroso con su pareja Jane Birkin en una de sus canciones. Los susurros y gemidos que salpicaban Je t’aime… moi non plus la convirtieron en un escándalo. Y, además, en una de las canciones más sexis de la historia.

Pero, en realidad, a Gainsbourg esto se le había ocurrido antes. En 1967, durante su breve romance con Brigitte Bardot, la actriz le había pedido una canción. Y él compuso esta oda al placer pensando en ella. De hecho, la llegaron a grabar juntos.

Pero la francesa estaba por entonces casada con el millonario alemán Gunter Sachs. Y Sachs, al que le llegaron noticias del resultado de esa sesión de estudio conjunta, entró en cólera. La posibilidad de que sus cuernos se hicieran totalmente públicos, plasmados en un vinilo que cualquiera pudiera comprar, no estaba en sus planes. Y amenazó a Bardot con montarle un escándalo estratosférico si seguía adelante. Y así acabaron tanto el dueto musical como la relación sentimental entre la actriz y Gainsbourg.

[pullquote]Brigitte Bardot había pedido a Serge Gainsbourg una canción. Y él compuso esta oda al placer pensando en ella[/pullquote]

Ante la retirada de Bardot, Gainsbourg, que creía en su canción, intentó retomarla con Marianne Faithfull. Pero ella tampoco estuvo por la labor. Según reconoció tres décadas después, un poco avergonzada y totalmente arrepentida, probablemente fue porque acababa de empezar a salir con Mick Jagger y pensó que él no iba a reaccionar demasiado bien a la propuesta.

Así que estamos en 1968, con Serge Gainsbourg llorando por las esquinas por el abandono de la Bardot y buscando infructuosamente cantante para su exaltación del erotismo. De pronto, una joven londinense, a la que saca casi 20 años y que apenas habla francés, aparece en su vida.

Es su compañera de reparto en la película Slogan. Se llama Jane Birkin y, al principio, Serge la ignora. Incluso la trata con desdén. Y ella piensa que él es un idiota. Pero, al poco tiempo, cae rendido a sus pies. Birkin también venía herida, y con una niña a su cargo, tras su desastroso matrimonio con el compositor John Barry. Y curan sus magulladuras juntos.

En 1969 Gainsbourg ya es inseparable de la que sus compatriotas apodan «la pequeña inglesa», y le propone a Birkin regrabar el tema. Al principio ella se niega, impresionada por la intensidad de la versión original y un poco celosa. Finalmente decide hacerlo. La grabación, según cuenta ella después, no tuvo nada de sexi. Pero el resultado es impactante. Lo comprueban cuando piden que pongan el tema, sin avisar, en un restaurante y ven las reacciones de los comensales: todo el mundo deja de comer.

Su discográfica ve que ahí hay un éxito clarísimo y les pide un LP completo. Si tienen que meterse en líos legales por culpa de la explosiva interpretación de la pareja, por lo menos que sea con un larga duración. Y con el álbum ya listo, el single se lanza al mundo.

La canción no encaja muy bien en las radios francesas, pero en el Reino Unido son más radicales. La BBC prohíbe su emisión, generando tanto interés con este movimiento que el público aúpa el single hasta el número uno de ventas. En Italia es inmediatamente vetada por el Vaticano a través de L’Osservatore Romano, lo que provoca aún más expectación. Y a España, curiosamente, llega sin problemas por un despiste de la censura.

[pullquote]Gainsbourg no entendía el revuelo mundial que había provocado su canción. Según él, por mucho orgasmo que emulara, era una canción de amor con la música más pura que había compuesto nunca[/pullquote]

Porque en esa época, antes de publicar cualquier disco en nuestro país, las compañías tenían que mandar la letra y su traducción, el sonido y la portada a los censores, que decidían si lo autorizaban. Debían estar muy ocupados cuando llegó Je t’aime… moi non plus y no la debieron escuchar, porque pasó todos los filtros y llegó a las radios y a las tiendas sin ninguna dificultad.

Las radios españolas, a su vez, recibían una lista de «canciones no radiables» que se actualizaba una vez al mes. Y como, cuando salió a la venta, no estaba en esa lista, muchas empezaron a pincharla. Para cuando la censura se dio cuenta de lo que había pasado, todo el mundo conocía Je t’aime… moi non plus y se habían vendido ya 100.000 copias del single solo en España. Obligaron a la discográfica a retirarlo y a las radios a dejar de ponerlo, pero ya era demasiado tarde para frenar su difusión.

Provocador nato y cínico a tiempo completo, Gainsbourg dijo después no entender el revuelo mundial que había provocado. Porque, según él, por mucho orgasmo que emulara, era una canción de amor con la música más pura que había compuesto nunca.

¿Y qué pasó con la grabación original, la de Gainsbourg y Bardot? La cinta se quedó guardada en un cajón durante casi 20 años. Pero, en 1986, BB decidió que el único buen motivo para permitir que saliera a la luz era conseguir fondos para la protección de sus amigos no humanos, y se publicó. Y aunque la versión original es más explosiva que la que todos tenemos en la memoria, le falta la dulzura inocente de la joven Birkin.

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