Adora los colores fuertes, los tonos saturados, la estética vintage, las situaciones irreales y, por encima de todo, las historias de amor. Lucía Fernández Muñiz es una fotógrafa madrileña que ha conseguido ultrapasar las fronteras españolas gracias a una poderosa ventana llamada Instagram.
Consagrada por los creadores de esta red social como embajadora e influencer, hoy esta fotógrafa de moda trabaja para marcas como Armani, Louis Vuitton, Agatha Ruiz de la Prada o Diesel, que se han acercado a ella seducidos por su estilo cinematográfico.
El rosa es uno de sus colores preferidos. «Creo que soy un poco cursi. Antes lo reprimía, pero un día dejé de esconderme y ahora sale rosa por todos los lados», afirma Muñiz.
Fernández Muñiz reconoce que se inspira en el amor para sus editoriales de moda o sus trabajos comerciales. «Me llama la atención la cantidad de parejas que tengo en mi disco duro», afirma. Ejemplo de ello es la serie llamada Te esperaré todas las tardes de abril en la séptima planta.
«Son imágenes de una chica que va todas las tardes a esperar a un chico que nunca llega. Me invento estas historias para tener un hilo conductor del que partir. Muchas veces yo misma hago el estilismo. Busco localizaciones con mucho color, como un cielo muy azul, por ejemplo. La saturación hace que las imágenes salgan un poco de la realidad», revela.
[pullquote ] Creo que soy un poco cursi. Antes lo reprimía, pero un día dejé de esconderme y ahora sale rosa por todos los lados[/pullquote]
Esta fotógrafa posee una sólida formación artística. Se licenció en Bellas Artes en Cuenca y estudió diseño y fotografía en Leeds (Inglaterra). También ha trabajado como directora de arte en las revistas Elle y Vanidad y durante un tiempo se dedicó a la publicidad.
«Desde pequeña siempre he sido muy fantasiosa. Me encantaba disfrazarme; adoraba el cine; me costaba mantener los pies en la tierra. Mi madre también es artista y solía llevarme a muchas exposiciones. Mis imágenes son lo opuesto al fotoperiodismo. La realidad no me interesa. Por eso saturo mucho los colores. Siempre me estoy montando películas en mi cabeza», cuenta.
[pullquote ]Mis imágenes son lo opuesto al fotoperiodismo. La realidad no me interesa[/pullquote]
Otra temática presente en sus fotos es la feminidad y su gran poder.
«Me encanta mostrar la fuerza de la mujer a través de su dulzura. Muchas mujeres, sobre todo en política, copian el lenguaje de la masculinidad para resaltar su fortaleza. A mí me interesa más enseñar la fuerza desde la feminidad, sin tener que recurrir al disfraz de los hombres. Hay muchas mujeres que admiro por esta razón, como Beyoncé, Bjork o Marilyn Monroe», señala Fernández Muñiz, al mismo tiempo que admite que algunos clientes inicialmente no la toman en serio por su talante dulce y femenino.
«En algunas ocasiones parece que hay que ser agresiva para que te vean como una verdadera profesional», agrega.
[pullquote ]Muchas mujeres, sobre todo en política, copian el lenguaje de la masculinidad para resaltar su fortaleza. A mí me interesa más enseñar la fuerza desde la feminidad[/pullquote]
Hoy esta fotógrafa es considerada una de las principales influencers creativas españolas por Instagram, que la incluyó en un libro dedicado a sus embajadores. «Al principio estaba en contra de Instagram. Me parecía una red en la que todo el mundo se hacía pasar por fotógrafo.
A pesar de mi desconfianza inicial, abrí un perfil y al mes y medio empezaron a aparecer muchos seguidores, hasta 2.000 por día. Pensé que era un virus, pero el equipo de Instagram desde San Francisco me mandó un correo electrónico mostrando interés por mi trabajo.
Hicieron incluso un post sobre mi trabajo», relata esta fotógrafa, que cita a Michal Pudelka, Jimmy Marble y Aleksandra Kingo entre sus referencias. Esta ventana hacia el mundo permitió que marcas de Estados Unidos o Japón le encargasen trabajos en una época, el año 2015, en la que desde España le llegaban pocos pedidos.
«Para mí fue genial. Instagram es como un escaparate mundial. Creo que mis fotos encajan mejor fuera de mi país», cuenta la fotógrafa, que en junio de 2019 hará una exposición en la Galería Tournemire de Madrid, como parte del festival PhotoEspaña.
Otro de los aspectos que valora de su papel de influencer es la posibilidad de tener un contacto directo tanto con los seguidores como con otros fotógrafos. «Mi profesión es bastante dura y solitaria, así que Instagram me aporta cierta motivación. Es una faceta bastante lúdica. He conocido a fotógrafos de todo el mundo gracias a los viajes que he realizado por invitación de algunas marcas», dice.
A pesar del éxito de los últimos años, Fernández Muñiz mantiene la cordura y se resiste a convertirse en una influencer compulsiva. Prefiere postear menos contenidos, pero de calidad.
«A lo mejor publico una foto por semana, porque cada imagen tiene mucho curro. A veces salgo yo misma en las fotos porque me he dado cuenta de que a la gente le gusta ver quién está detrás de la cámara», añade.
Fernández Muñiz es una artesana de la imagen que sigue trabajando con un equipo muy reducido y cuida personalmente de casi todos los aspectos, desde el estilismo hasta la localización o el casting.
«A veces prefiero escoger a personas corrientes que veo en un bar o a conocidos en vez de modelos profesionales. Me dan más trabajo, pero consigo expresar otro tipo de sentimientos con ellos, incluso porque son más viejos que las profesionales de la moda», explica.
En Instagram ha encontrado un territorio fértil para su rebosante creatividad porque muchas marcas le ofrecen el privilegio de trabajar con total libertad, conscientes de que el lenguaje de las redes sociales poco o nada tiene que ver con el de la publicidad tradicional.
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