Valeria Arnaldi se percató de que el cuerpo desnudo y el erotismo eran elementos muy presentes en la animación japonesa. No en géneros destinados a la excitación sexual del lector como el ecchi o el hentai, sino en el anime y el manga convencionales. Tras estudiar el tema, Arnaldi ha publicado Cuerpo y anime. Desnudo y erotismo en la animación japonesa (Corpi e Anime. Nudo ed erotismo nell’animazione giapponese). El libro explica cómo los dibujos japoneses han influido en la educación sexual de varias generaciones
«La sensualidad y el deseo están presentes en muchas series japonesas para adolescentes que llegaron a diferentes países occidentales. Erróneamente se consideraron “para niños”, únicamente porque eran dibujos animados».
Para Arnaldi la animación es uno de los muchos lenguaje cinematográficos existentes. Como tal, no tiene un público específico sino que se decantará hacia uno u otro según el contenido de la obra. «No hay más que ver la revolución que en el campo de la animación realizaron Isao Takahata o Hayao Miyazaki incluso antes de Studio Ghibli», explica.
En ese sentido, Arnaldi analiza en su libro la importancia de la animación como lenguaje haciendo hincapié en el anime japonés. Este género ha contribuido a construir el imaginario sexual colectivo de varias generaciones sin apenas darse cuenta.
«La libertad al concebir el sexo en la cultura japonesa ha permitido que los personajes adolescentes del manga y el anime tengan más libertad. De forma más o menos evidente, la desnudez entra en el mundo infantil ayudando a que se hagan las primeras preguntas sobre el tema. No son necesarias demasiadas escenas de desnudez para animar las fantasías sexuales de un niño y en consecuencia perfilar los cánones estéticos de los espectadores. Es a través de esos desnudos que hemos enriquecido nuestra cultura y nuestra mirada, tanto en términos colectivos como en el aspecto individual».
El placer y su búsqueda es un elemento clave en la historia de la humanidad. El erotismo, fruto de siglos de tradiciones políticas y morales, es una la manifestación de la cultura en la que surge. Según el Kojiki, el libro más antiguo que recoge la historia del Japón, el país habría sido fruto de la unión sexual de dos divinidades. Algo que, en opinión de Arnaldi, explicaría por qué la cultura japonesa no considera el deseo como pecado sino como una expresión de la naturaleza.
«Esta concepción permite que los seres humanos disfruten y exploren sus cuerpos de igual manera que lo hacen los dioses. Esto se manifiesta tanto en los grabados shunga, imágenes eróticas japonesas desarrolladas especialmente en el periodo Edo, como en series aparentemente inocentes. Ejemplo de ello es Lady Georgie. Ella está enamorada de Lowell y le desea. Hay varias escenas en las que es evidente la tensión sexual entre ellos. La más fuerte es cuando su hermano Arthur la mete en bajo las sábanas para salvarla del frío. A continuación, se tumba sobre ella para darle calor. Ambos están sin ropa y, aunque no se ve la desnudez, los movimientos y la expresiones hacen el resto».
La transgresión de Georgie va aún más allá. Abel y Arthur son hermanos de Georgie, pero solo legalmente porque ella es adoptada. Desde pequeños saben que no hay una relación de consanguinidad entre ellos. Cuando la niña llega a la adolescencia, se enamoran.
«No es incesto en sentido riguroso pero no se puede negar que es una situación inusual. Es muy transgresor. Aunque los dos quieren casarse con ella, lo que realmente les sucede es que la desean».
Para Valeria Arnaldi estas situaciones no son accidentales. El mensaje sexual es un canon dentro de la animación japonesa. Por tanto, es una elección de los creadores de las series. El primero en introducir este tipo de contenidos fue Go Nagai. En 1968 este autor estrenó Harenchi Gakuen (Escuela indecente) en la que se sucedían situaciones sensuales en una escuela.
«Cuando fue estrenada, la Asociación Japonesa de Padres y Profesores protestó por el contenido. Aunque la ley no contemplaba que pudiera ser prohibida, el editor prefirió suspender la publicación. Go Nagai encontró la clave del éxito: dar a los jóvenes un material con escenas sensuales que les permitían reconocer en los protagonistas sus propios deseos y darles rienda suelta. Era un manga que provocaba una especie de catarsis. Muchos autores continuaron explorando ese código, lo que ha facilitado la iniciación sexual de los más jóvenes. Tampoco hay que negar que ha alimentado las fantasías de los adultos».
https://youtu.be/DJXZ8w0QyBg?list=PLOM6-Lqc6kryP8zz1Nx3Li41FaTq0LXHg
A la vista de estos contenidos es un hecho que la concepción japonesa del sexo difiere con mucho de la occidental. Esto explicaría por qué mientras el manga es un vehículo de transmisión de mensajes sensuales, la animación de la factoría Disney no.
«Disney tiene una visión más casta de las relaciones de pareja. Su modelo es el modelo burgués del amor como fundamento de la familia. Aunque últimamente han mostrado una mayor atención a la independencia y la autonomía de las mujeres, prefieren el amor idealizado al carnal. Si hay algún beso, por ejemplo, es solo uno y al final de la historia. Marvel, por su parte, está más interesada en los cuerpos. No hay más que pensar en los trajes de los superhéroes, tan ajustados, o los besos apasionados que no necesariamente son la antesala del matrimonio».
Para marcar aún más el contraste entre la sexualidad de Disney y el manga japonés, Valeria Arnaldi recurre al caso de la Cenicienta. En la película de Disney el príncipe persigue a la princesa y ella huye de él. En esa persecución lo máximo que pierde la protagonista es un zapato. Sin embargo, en Candy Candy Terence abraza a la protagonista. En La rosa de Versalles, Andrè le rompe la camisa a Oscar. En Ataru, el protagonista observa los pechos de Lamù. En Ojos de gata se ven escenas de duchas en las que las protagonistas son conscientes de su sexualidad y se divierten usándola para bromear con los personajes masculinos.
«La percepción de todos estos estímulos sexuales depende de la edad de los espectadores. Los más pequeños se divertirán con los intentos de Lupin por seducir a Fujiko percibiendo sólo el lado humorístico. Los mayores serán más conscientes del verdadero sentido de la escena. Sin embargo, cuando estos estímulos son subliminales es cuando el manga despliega su potencia como instrumento de construcción del imaginario colectivo y del deseo. En mi opinión, estas series no se ven por sus mensajes eróticos. La desnudez y el erotismo son sólo elementos que ayudan a la narración. Cada uno ve en la serie aquellas cosas que más le gustan. Es así como recibe los mensajes, símbolos, recuerdos…».
Aunque para los más jóvenes el manga y el anime puedan ser vehículos útiles para descubrir su sexualidad, no todo el mundo está de acuerdo con ello. Italia, sociedad de raíz católica, no siempre vio con buenos ojos este tipo de contenidos. Tal vez el libro de Arnaldi podría ayudar a cambiar esa opinión.
«En Italia hubo una verdadera batalla cultural contra este tipo de contenidos. Eran considerados como un exceso de violencia, sexo, muerte, deseo, ambigüedad… Conceptos inaceptables por la moral cristiana y burguesa. Incluso hubo comparecencias en el parlamento, lo que no sirvió precisamente para restarle éxito a estas producciones. Los niños que se criaron a «pan y manga» son ahora los padres que crían a sus propios hijos con esos productos. Series que contribuyen a difundir un imaginario que tal vez permita asumir con tranquilidad las relaciones con el otro sexo y con los propios deseos».