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‘Piel de foto’ o la reivindicación del fotoperiodismo

Hay otra Barcelona que no se cuenta en la prensa convencional. Es la Barcelona que no está en ninguna noticia, en ningún post, en ningún boletín informativo y en ningún clip audiovisual. La Barcelona que solo te puede contar un reportaje de fotoperiodismo y que solo pueden ver los ojos de esos fotógrafos que viven en el extrarradio del circuito de los medios masivos.

Esa Barcelona (y a veces también otros destinos) aparece cada dos meses en Piel de foto, una revista que pretende, según dicen, “dar visibilidad a las propuestas de jóvenes fotoperiodistas”. La publicación funciona, además, como “plataforma consolidada donde [los fotoperiodistas] puedan darse a conocer e impulsar su carrera”.

En un tiempo en el que las historias están por todas partes, un tiempo en el que tanto vale una foto capturada con un móvil como un artículo en profundidad en un medio consagrado, cada narrativa anda buscando su lugar.

El fotoperiodismo viene de antiguo. La sorpresa no juega a su favor en un mundo rendido ante la fugacidad de lo nuevo. Pero hay quien piensa que confundir novedad con calidad puede acabar a la deriva. Entre ellos, Edgar Melo, Ana Baeza, Carlos Depares, Christina Feldt, Anna Baeza, Celeste Arroquy, Bernat Camps, Clara Saperas, Lluis Salvadó, Arès Riambau y Adriana Nicosi. Fotoperiodistas (para más pistas) que opinan, según Melo, que “para contar historias siguen haciendo falta profesionales”.

“La gente que lo hace tiene la necesidad de contar historias”, explica. “En internet encuentras millones de fotos sueltas. Pero construir un relato con una serie de imágenes que sean capaces de contar una historia sólo lo puede hacer un fotoperiodista. Hay grandes fotógrafos artísticos que no saben contar relatos en imágenes. Los que hacen fotoperiodismo son personas que, además, quieren vivir una aventura. Son periodistas callejeros”.

Piel de foto nació hace un año. Este grupo de fotoperiodistas sentía la falta de una publicación dedicada a la fotografía documental. En un viaje a París alguien descubrió una revista de fotoperiodismo y pensaron que no había ninguna razón para que aquí no hubiera algo del estilo. Si nadie la había hecho para ellos, ellos mismos la harían.

Se constituyeron en asociación. La llamaron Pie de foto y así debía llamarse también la publicación de formato tabloide que hoy cuenta con una tirada entre 3.000 y 5.000 ejemplares y se distribuye en más de 70 puntos de Barcelona. Pero Melo tuvo un lapsus. Un día quiso decir el nombre de la revista que aún estaba a punto de salir y resbaló. “Piel de foto”, dijo en su lugar. Y al instante comprendieron que no se trataba de un error. Era el verdadero nombre de la revista.

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