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Sara Escudero: «¡Vivir de lo que te apasiona es un puñetero privilegio!»

[pullquote]«El inconsciente colectivo está viendo que el humor es necesario para todo. Tanto en la vida personal como en la vida laboral. Yo siempre digo que la vida es amor y humor al cincuenta por ciento». (Sara Escudero)[/pullquote]

¿Alguna cómica en la sala? La pregunta tiene muchas lecturas, sí. Tiempo al tiempo… Nuestra invitada iba para médica —estudió tres años de Medicina en Salamanca—, pero en 2002 cambió su destino por el teatro, descubrió el stand up comedy en 2006 y hoy, micro en mano, es una de las artistas más célebres del país.

Sara Escudero (Arenas de San Pedro, Ávila, 1981) nos ha arrancado carcajadas desde hace años. ¡Y las que quedan! Porque siempre subraya que «el humor es un arma de comunicación masiva» y «la comedia es un modo de vida, no solo un oficio».

Así lo ha demostrado en feudos de la hilaridad como Comedy Central, El Club de la Comedia o Zapeando, pero también en la radio —en Atrévete, de Cadena Dial o en Más de uno, de Onda Cero— y con sus risueños escarceos mediáticos. Porque Sara Escudero hace reír y también ríe mucho. Contagia alegría. «¡Seamos más normales, por favor! Menos tontería y más de lo que importa», enfatiza.

La monologuista y actriz cuenta con varios cortometrajes propios y anda siempre de gira con sus espectáculos —actualmente, Tiempo al tiempo— o ejerciendo de maestra de ceremonias para eventos de empresa. Pero aún hay más: trae nuevo libro: El CaNino de Santiago (Fun Readers). Páginas que regalan una simbiosis emocional de amor por la naturaleza y los animales —con su perra Nala de coprotagonista—, así como una vívida pasión por el viaje.

Esta entrevista a Sara Escudero tiene lugar cuando se encuentra en marcha en un tren que la lleva a Navarra. Empatía, productividad, talento, cercanía, éxito… Pura vida.

Para empezar, Sara: ¿cómo estás viviendo este momento? ¿Cómo te encuentras a día de hoy?

Mucho trabajo, sí, y de vez en cuando Murphy te lo junta todo, además; y te vas a Ikea buscando saquitos de tiempo, pero ¡todavía no los venden! Pero es bueno, ya lo sabes. Jamás me quejaré por ello, al contrario: porque ¡vivir de lo que te apasiona es un puñetero privilegio!

¿Vivimos una edad de oro de la comedia?

Creo que el ser humano, por desgracia, reacciona tarde o necesita llegar a situaciones duras, extremas o complejas para valorar cosas que antes no valoraba, así que ahora —ya no solo por el covid, sino por toda la situación sociopolítica del país y del mundo— el inconsciente colectivo está viendo que el humor es necesario para todo.

Tanto en la vida personal como en la vida laboral. Yo siempre digo que la vida es amor y humor al cincuenta por ciento. Y que se necesitan y retroalimentan: no funciona el uno sin el otro porque cuanto más amor tengas, sientas y repartas, más generosa es tu cabeza y más humor necesita, absorbe y desarrolla.

Y la vida tiene muchas etapas y muchos momentos duros, pero si te calzas las zapatillas del buen humor, caminarás de otra manera; por lo menos bonito… De hecho, mis dos lemas son: «El humor es un arma de comunicación masiva» y «La comedia es un modo de vida, no solo un oficio».

 ¿Por qué ir a ver Tiempo al tiempo, tu último espectáculo? ¿Y cuál es el secreto de un monólogo

Por el mismo motivo que hay que ir a ver cualquier otro monólogo o una peli divertida o una obra de teatro que nos haga pasar un rato de risas: ¡porque son medicina para el alma!

Y tu segunda pregunta: pues es que la comedia no tiene fórmula cerrada como la Coca-Cola. De hecho, hasta esta panacea del mundo refresco se ha ido reformulando y variando. (Risas.) El monólogo es una comunión entre los que escuchan, la persona que cuenta, lo que está contando y, aunque parezca que no influye, el espacio donde se haga. Por eso un mismo texto ante público diferente puede tener un resultado totalmente distinto.

¿Algún chiste que siempre te funcione? Ese remate que te levanta el local (casi) siempre… aunque la comedia no es una ciencia exacta…

¡Pero bueno! ¡Te has pasado al lado oscuro del periodismo! (Risas.) ¿A que a Tamariz no se le pregunta cómo hace su truco estrella? Ya llevo catorce años y al final lo del maestrillo y el librillo se cumple. Siempre hay temas o chistes que sabes que si la comunión con el público va tocada te enderezan el rumbo, ¡pero no te los voy a destripar! Antes te doy mi receta secreta de las cookies escuderiles, ¡mira lo que te digo! (Más risas.)

¡Sara, a ver esta! ¿Alguien de referencia cuando haces stand up, un cómico o cómica de España? (O de fuera, ahora que se conocen más con Netflix, etc.)

Con la mano en el corazón, Jorge: jamás me he basado en o fijado en alguien en concreto porque, al final, eso te influye y no haces tu guiso. Inconscientemente, estás reproduciendo otra receta… ¡Uy! ¡Qué metafórica me has pillado este rato, leche! (Risas.)

Por supuesto que tengo referentes en el sentido de «¡Por favor, qué dioses!». Como mi Goyo Giménez, que es ingenio, energía, inteligencia, cultura, empatía, entrega y trabajo. ¡He dicho!

¿Qué significó para ti El Club de la Comedia?

Fíjate, fue una edición extraña y pasó bastante desapercibida… Te lo cuento con toda la pena porque ¡es un orgullo y un honor! Pero eso no afea mi recuerdo de niña pequeña feliz y atacada de los nervios cuando Eva Hache dijo mi nombre… ¡No me lo podía creer!*

Vamos con aquel otro proyecto tuyo: ¿qué tenía El sarao de la Escudero en Twitch? 

Pues, amigo, lo hacía porque me lo pasaba de perlas, conocía a mucha gente de campos nuevos y, sobre todo, generaba unas sinergias fantásticas entre la gente que nos veía, pero ahora mismo llevo desde el verano que me es imposible. Por tanto trabajo he dejado de hacerlo.

Zapeando, El Intermedio… ¿Cómo llevas la fama? Es una pregunta típica, pero ¿cómo se vive siendo centro de atención? En tu caso, por hacernos reír.

Soy la misma que ven en la tele, exactamente igual. Soy una mujer absolutamente normal y transparente. Así que cuando te conocen porque les has hecho reír, pues me pongo colorada de alegría, pero también de vergüencita, te lo confieso. (Risas.)

Es como: «¿Pero por qué quieren una foto conmigo si yo soy yo?». Y es que no empecé en esta profesión buscando fama: solo buscaba la felicidad propia y ajena, incluso en orden inverso, fíjate.

¿Y cómo trabajas, cómo creas? ¿Las musas te pillan currando sí o sí?

A veces, entran sin llamar, tienen llaves de casa. Pero, en general, aparecen cuando te ven que estás echando horas; ya sabes, pensando, escribiendo, borrando… Y, a veces, son visitas exprés, otras se quedan a merendar. Según les apetezca, pero siempre cuando has montado la oficina, sí.

La comedia es tu modo de vida, pero también lo es reivindicar el respeto a los animales. ¿Por qué son tan importantes, Sara? ¿Y qué decir de Iberánimal?

Es que nosotros también somos animales, que se nos olvida. Quiero decir: nosotros no somos los dueños de la Tierra: somos parte de ella. Y sí, tenemos lenguaje verbal y algunas cosas más desarrolladas, pero nos ganan en lo básico, en lo importante. Nos demuestran cada día que a la vida no se viene a ganar dinero, sino a llenarte el alma de colores.

Por eso cuando conocí Iberánimal me enamoré. Porque unen asociaciones y protectoras, es decir, creen —como yo— que la vida hay que vivirla dándose la mano y no la espalda.

[pullquote]«Las musas, a veces, entran sin llamar, tienen llaves de casa. Pero, en general, aparecen cuando te ven que estás echando horas; ya sabes, pensando, escribiendo, borrando… Y, a veces, son visitas exprés, otras se quedan a merendar. Según les apetezca, pero siempre cuando has montado la oficina»[/pullquote]

Monologuista, maestra de ceremonias, guionista, colaboradora en medios, escritora… Y ahora has presentado el libro El CaNino de Santiago  ¿Por qué comprarlo? Dale candela a la promosió

Madre mía, pero si ¡parecen varias personas! Si es que todo eso que enumeras son caras del mismo cubo: una Sara actriz y cómica. Al lío: muy fan de ¡la promosió!, qué grande eres… (Risas.)

Pues a ver: ¿qué voy a decir yo de El CaNino de Santiago si soy su madre? Es un libro que libera, que hace reír, que te emociona, que hará que los que también comparten su vida con animales se sientan identificados y reciban un chute de apoyo y que los que ponen barreras entre ambas especies se paren a ver, leer y sentir que hay otra manera de vivir la vida. Además, se lee muy fácil porque no es una novela ni una guía del Camino…

Es una doble historia: la del primer Camino de Santiago que hicimos Nala —mi perra— y yo, que lo cuenta ella, contada en paralelo a la de nuestro camino de vida, que lo cuento yo. Metáforas de caminos, ya sabes. Va a corazón abierto y es un cuento-libro donde dejo clara mi postura en ambas rutas: ¡sin ellos, no!

La vida sin perros ni otros animales para mí es un «No». Y, además, dejo claro mi enganche con el Camino de Santiago porque te recuerda que lo básico se llama así porque, precisa y redundantemente, ¡es básico y necesario!

La naturaleza te apasiona, Sara. ¿A quién le recomiendas hacer el Camino de Santiago, que te ha marcado siempre mucho?

¡Cómo me conoces, ladrón! (Risas.) Pero es que así es: mi vida va ligada desde niña a la naturaleza y a los animales. Y el Camino de Santiago debería ser una asignatura obligatoria en la vida. Todo el mundo debería poder hacerlo ¡y querer hacerlo, que no es lo mismo, ojo!

Es una metáfora de la vida: lo importante no es la meta, sino cada paso hacia ella. Y cuando lo haces —aunque, como yo en mis cuatro caminos, por las tardes trabajase iPad y móvil en mano—, te deja un Pause muchas horas al día; y te recuerda que eso básico que te decía antes es lo importante.

Y es lo urgente: respirar, estar cómoda —-no de ropa, que también, sino de mente—, estar con quienes tú quieres estar y donde te pide el alma, comer rico y bien —por bien, me refiero a disfrutándolo, porque es un privilegio, que no se nos olvide—, descansar, caminar, desahogar tus emociones, arroparte, desarroparte y seguir, pase lo que pase. Seguir, como en la vida. El Camino de Santiago te recoloca las prioridades y libera las etiquetas sociales; y esa sensación de paz es la que se te graba y te engancha. Y dices: esta es la red social que quiero. La que puedo sentir.

Lo importante —como en la vida— es el camino, no la meta, que diría Kavafis. En fin, Sara, ¿cómo nos despedimos? «¡Cuelga tú; no, cuelga tú!»…

¿Colgamos con un Pause para seguir otro día? Mi mensaje no sé si será colofón o no, pero lo grito a diario:¡Seamos más normales, por favor! Menos tontería y más de lo que importa. Más empatía y menos guerras. Saquemos a nuestro perro interior, que son los verdaderos guías vitales. ¡Gracias!

 

¡Muchas gracias, Sara Escudero! ¡Enhorabuena, salud… y buen camino!

 

Por Jorge García Palomo

Periodista y comunicador.

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