El último Yorokobu antes de morir… de alergia

11 de mayo de 2016
11 de mayo de 2016
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Os escribo esto consciente de que estoy viviendo mis últimos días, de que mi terminal situación es irreversible. Lo hago con incertidumbre pero con valentía y así os lo quiero transmitir.

Llueve en Madrid desde hace una semana. Cada día. Se humedecen los campos, se llenan los embalses y las plantas se cargan de vida para expulsar todo su polen cuando el primaveral sol de mayo para no dejarnos en meses. En ese momento, este vulgar escritor dejará de respirar, de mirar, de vivir. Seré leyenda.

La certeza del destino conocido no impide que me dé tiempo a leer el, con suerte, penúltimo Yorokobu en papel que mis ojos verán. ¿Llegaré al de junio? Puede ser, pero no conviene aferrarse a falsas esperanzas que hagan más duro el óbito.

Aprovechamos para una pausa comercial: señoras y señores, llévense a casa ese último Yorokobu, el del mes de mayo, que nosotros corremos con los gastos de envío. Háganlo por este periodista moribundo.

Dicho eso, pasamos al resumen de contenidos de la revista de este mes.


¿Cómo se comportan las personas que podrían enterrarte en libras esterlinas? El fotógrafo Dougie Wallace se ha ido de safari a Londres para ver cómo se las gastan (nunca mejor dicho) los millonarios y millonarias árabes. Su proyecto se denomina Harrodsburg.

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Los lingüistas Ian Maddieson y Christophe Coupe, de la Universidad de Nuevo México y el laboratoire Dynamique du Langage-CNRS, respectivamente, han observado que son los factores ambientales los que llevan a abrir más o menos la boca, a hablar de una forma u otra y, concretamente, a usar más consonantes o más vocales.

Después de estudiar más de seiscientos dialectos, basándose en variables medioambientales como el clima, llegaron a una conclusión que equipara las variaciones de las lenguas al canto de los pájaros o, lo que es lo mismo, dedujeron que el idioma se va moldeando en función del entorno en el que evoluciona.

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Internet, herramienta clave para el desarrollo humano, debería ser un bien universal, accesible a cada ciudadano. ¿A qué distancia estamos de que eso ocurra? Te lo contamos con dibujicos, que queda como más pintón.

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Quartz es uno de los medios digitales más influyentes del mundo. El medio nació como si el mundo hubiese emergido en 2012. Eso implica que la información es digital y se transmite, sobre todo, a través de dispositivos de pantalla pequeña que se llevan en la mano: móviles y tabletas. Y no distinguen entre información y distribución.

Todas las noticias se redactan sabiendo que la calidad de un artículo es tan importante como el enfoque adecuado para que sea compartido en las redes sociales.

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Ánder Izaguirre se estrena en Yorokobu con un reportaje acerca de ciclismo y camellos. No, no los camellos que surtían a Lance Armstrong. Los de verdad, los mamíferos.

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¡Folletín ilustrado al canto! Este mes, el origen de Frankenstein en la mente (y en los sueños) de Mary Shelley.

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En muchos barrios de San Salvador la vida vale menos que nada. Las maras han condicionado la vida de varias generaciones y ha hipotecado su futuro. Un antropólogo local, Juan José Martínez D'aubuisson, estuvo un año entre matones y miseria para observar el fenómeno y contarlo en su tesis doctoral y en un libro.

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La portada de este mes es obra del dibujante de cómics David Sánchez. Es una cosa primaria y salvaje, como nosotros. Aquí está la historia completa de dicha portada.

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