Quieren hacer de Aubrey de Grey un científico controvertido por sus investigaciones para retrasar el envejecimiento pero la búsqueda de la eterna juventud no debería resultar tan escandalosa. Ni es reciente ni es original. Es un clásico en la historia de la humanidad.
El británico plantea una nueva forma de entender el proceso de envejecer. Desde la fundación SENS investiga sobre medicina regenerativa. “El envejecimiento mata a 150.000 personas al día en el mundo. No me refiero a causas naturales. Hablo de daños provocados por el envejecimiento”, indicó ayer De Grey en El Ser Creativo.
Para el londinense, la medicina regenerativa no tiene ningún fin malicioso, como le atribuyen sus detractores. “Es cualquier tipo de intervención que busca restaurar la estructura de un tejido o un órgano a su estado anterior a sufrir un daño y su intención es evitar que una persona acabe convirtiéndose en un ser dependiente”, explicó. “Estas terapias están destinadas a remplazar funciones que el cuerpo ha dejado de hacer”.
“¿Qué es el envejecimiento?”, preguntó el gerontólogo. “El metabolismo va causando daños de forma progresiva. El daño finalmente provoca patologías”.
“¿Qué es el daño?”, planteó después. “Una serie de problemas moleculares o funcionales. Y el inconveniente es que se van acumulando”.
El chief science officer de SENS es, definitivamente, de la filosofía ‘más vale prevenir que curar’. “La medicina geriátrica trata las patologías de la misma forma que abordamos el resto de enfermedades. Pero el daño es diferente. El envejecimiento es daño acumulado. Muchas personas piensan que podríamos tratar el daño con prevención en vez de con tratamiento posterior”, especificó.
El gerontólogo dejó clara su declaración de intenciones: “Hagamos que el daño se vaya produciendo de forma más lenta”. Pero para conseguirlo la ciencia se encuentra ante “un gran problema”: “El metabolismo es muy complicado. El mayor problema es la cantidad de aspectos que aún no conocemos sobre el metabolismo. No tenemos la oportunidad de tratarlo porque necesitamos mucha más información. Pero hay otro enfoque…”, adelantó.
El cuerpo humano es, para De Grey, “como una máquina”. Es, por ejemplo, como un coche. “Podemos aprender a extender la vida de las personas como si alargáramos la duración de un vehículo. Muchos automóviles están construidos para durar. Otros, como el Beetle, no tanto. Pero podemos cuidarlos para que su vida útil sea mayor. Si hacemos un buen mantenimiento, ampliamos su vida”.
Esto que en un coche sería quitar las piezas que han dejado de funcionar por otras nuevas es exactamente igual en un cuerpo humano. “En vez de tratar de evitar el daño que se va generando en una persona, podemos tomar su cuerpo periódicamente y reparar los daños que se han producido. Este enfoque del mantenimiento puede alargar la vida de los individuos muy pronto”.
Ese ‘muy pronto’ se cifra en 20 ó 30 años, según De Grey. “O puede que sea dentro de 100 pero, por los conocimientos que tenemos, podría producirse perfectamente en apenas unas décadas. Parece que estamos muy cerca de hallar tratamientos para reparar las células. Nosotros estamos trabajando en arreglar el daño de las células porque puede evitar mucho sufrimiento”.
Desde el público llegó la pregunta del miedo. “Si vivimos hasta los 150 años, ¿cómo podremos alimentar a tantas personas en el mundo?”.
Es muy probable que no fuera la primera vez que De Grey escuchara esa cuestión. Conocía bien la respuesta: “No sabemos cuántas personas pueden vivir en la Tierra. Además, estamos suponiendo escenarios que desconocemos. Puede ocurrir que descienda el número de nacimientos. Puede que las mujeres de Africa, por ejemplo, dejen de tener tantos hijos por la llegada de una mejora económica y un aumento del nivel cultural. No sabemos cómo va a ser el mundo que vea a las personas llegar a los 150 años. No podemos predecir qué va a pasar porque la tecnología lo está cambiando todo muy rápido”.
Aubrey de Grey, el gerontólogo que investiga el fin del envejecimiento
