Así funciona un negocio de compraventa de ropa interior sucia

Katia Elhert es maquilladora. También realiza body painting. Lo más cerca que había estado del sector del sexo había sido su contacto con un amigo que era cámara de películas porno. Pero un día conoció en Barcelona a una modelo sueca que le contó que había dejado de lado su carrera porque le salía más rentable «otro negocio». Entonces Elhert decidió explorar lo que detectó como un nicho de mercado: abrió el primer marketplace serio en España de compraventa de ropa interior usada.

No siempre se llamó Secret Panties . En un inicio su nombre era mucho más descriptivo, «Bragas Sucias». Pero la emprendedora quiere dejar atrás esa época a favor de otra más elegante. Su web, en efecto, lo es. Las categorías son discretas: por tipo de prenda o por tiempo de uso. Si hay algún detalle escabroso, este está en las descripciones que ponen las vendedoras.

En Japón existen máquinas expendedoras de ropa interior sucia. Elhert puso en marcha su negocio mucho antes de que la serie Orange is the new black hablara de ese modelo de negocio.

En la mesa redonda en la que participó en el marco de la iniciativa «Impacto Positivo» de Ron Ritual, presentada por Pau Garcia-Milà, Katia Elhert explicó que la práctica de comercializar con la ropa interior usada no está muy bien vista «a pesar de que moralmente tiene menos implicaciones que, por ejemplo, la donación de semen».

Debido a ese tabú social, su negocio asegura el anonimato tanto para las vendedoras como para los compradores. La transacción se realiza mediante un sistema de códigos de barras que la plataforma envía a la vendedora, de tal forma que esta no ve los datos del destinatario. Tampoco el destinatario recibe ningún dato sobre el remitente. «Todo es secreto, eso nos diferencia de la competencia, que es principalmente la venta de particulares en foros».

La fundadora de Secret Panties habló de sus clientes. «No todos los fetichistas las quieren muy sucias», aclaró, «algunos solo quieren que hayan sido usadas. Cuando se piensa en el fetichista, se imagina alguien un poco desagradable. Pero puede ser un chico de cualquier edad, con estudios, una persona respetable… Cualquier persona que disfrute de la sexualidad de forma diferente o que tenga fantasías que no pudo cumplir. No somos nadie para limitar esas fantasías». Y habló del perfil de un comprador al que buscó en Facebook tras conocer en un foro, mientras se documentaba para su negocio: «Era un padre de familia totalmente normal, gallego», desveló.

También habló de su red de vendedoras. En su web anterior, eran principalmente actrices porno que ya vendían sus prendas en otros foros. Pero en la web actual, cualquier mujer puede ser vendedora. «Cuantos más detalles dé esta sobre su vida y su profesión, mejor. No hay que olvidar que estamos hablando de fantasías». Elhert sugirió que quizá a muchas mujeres les interesaría. «Es muy fácil. Usamos bragas cada día. ¿Para qué lavarlas?» añadió. El precio mínimo para poner unas bragas en la web es de 40€, de los cuales las vendedoras reciben 30€. Teniendo en cuenta que las braguitas pueden haber costado poco más de 1€, el margen de beneficio es considerable.

También tuvo tiempo de mencionar las dificultades a las que se enfrenta a la hora de hacer marketing para su negocio. «Es complicado. Utilizo sobre todo Google AdWords. En Facebook estamos vetadísimos, y es curioso, porque cuando teníamos “Bragas Sucias” y hacíamos promoción con actrices porno, no teníamos problemas. Y ahora que es “Secret Panties”, más elegante… Me vetaron desde el primer día».

La emprendedora habla de forma delicada y siempre tiene una sonrisa en la cara. Asegura que lo volvería a hacer, que este negocio es su «bebito», y anima a los emprendedores a perseguir sus sueños. «Hazlo y cágala, pero hazlo: vale la pena intentarlo porque aprenderás cosas por el camino. No dejes de hacerlo por el qué dirán si crees en la idea. Luego, si fracasas, ya te dirán “te lo dije”», bromea.

Ella, aunque no lo tuvo fácil, sí contó con la ventaja del apoyo incondicional de sus seres queridos. Cuando contó a su familia su idea de negocio, solo recibió ánimos como respuesta. «Mi madre es como yo o, mejor dicho, yo soy como ella. Fue estupenda su reacción, no le extrañó tanto». De hecho, en una primera instancia, Katia Elhert puso en marcha el negocio precisamente para que su madre pudiera dejar de trabajar. Su abuela, que vive en un pueblo de dos mil habitantes, comentó al recibir la noticia: «Avísame, que se lo cuento a mis amigas».

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