Es una cuestión de lógica. Si el efecto placebo cura, el efecto nocebo mata. La noticia no es nueva pero hasta hace muy poco no había pruebas científicas del nocebo. Dos estudios de Irene Tracey (Universidad de Oxford) y Fabrizio Benedetti (Universidad de Turín) demuestran que cuando una persona se convence de que va a enfermar, enferma.
Hay amplia literatura sobre el poder curativo de la creencia en superar una enfermedad. No había tanto sobre el caso contrario. Pero en un ensayo de Penny Sarchet, ganador del Wellcome Trust en el apartado de ciencia y publicado por The Guardian, la autora asegura que la ciencia ha dado la bienvenida al efecto nocebo mediante dos investigaciones recientes que constatan que esta percepción es tan poderosa como el placebo.
Uno de esos estudios ha sido liderado por Irene Tracey. La profesora de Oxford muestra cómo el nocebo tiene una respuesta neurológica y provoca una actividad cerebral en el paciente. Esto queda reflejado en un escáner.
La otra investigación es de Fabrizio Benedetti. Junto a su equipo de la Universidad de Turín ha encontrado uno de los neuroquímicos que convierte las expectativas de dolor en una percepción real. Este neurotransmisor, llamado colecistoquinina o pancreozimina, transmite información entre células nerviosas.
Los estudios de Benedetti muestran que las expectativas negativas de un paciente tienen el poder de reducir la efectividad de un tratamiento. Es decir, en el fondo, todo es una cuestión de confianza.
Puede que hasta ahora no se haya metido a la confianza bajo la lupa de un microscopio pero, cada vez, hay más pruebas de los efectos positivos de esta actitud. No solo en medicina. En cualquier otro campo, como, por ejemplo, la educación. Los expertos aseguran que la confianza en los profesores es uno de los hechos clave que han convertido al sistema educativo finlandés en el mejor del mundo.
Como destaca el diario británico, lo verdaderamente relevante de este asunto no es la justificación científica del efecto nocebo. Es lo que todo esto podría suponer en la consulta de los médicos.
“¿Harán bien los doctores tratando las creencias de los pacientes y no solo los síntomas físicos?”, se cuestiona Penny Sarchet. Pero, además, el descubrimiento plantea un nuevo y paradójico escenario: “Tenemos que creer en nuestros médicos si queremos obtener todos los beneficios de los tratamientos que nos prescriben, pero si creemos ciegamente en los terapeutas, sus diagnósticos nos pueden matar”.
Imagen de portada de Pablo Abad.