Cuando uno es niño y quiere ser escritor, escribe con entusiasmo, deprisa y utiliza las palabras más a mano. Después, uno crece y escribir se vuelve complicado.
Tengo cuarenta y cuatro años y desde la primera redacción a los once que hizo reír a la clase —era la intención— hasta ahora, he practicado todos los defectos de la escritura tanto como aficionado como profesional. Solo unos pocos “trabajadores de la palabra” (novelistas, guionistas, periodistas, blogueros) tienen la disciplina, el talento y la capacidad de observación necesarias para pasar de un estadio a otro, o incluso saltar etapas, de manera que pueden escribir con veintipocos años igual que otros a los cincuenta. (En mi caso se trata de un viaje con un comienzo lento).
El escritor niño
Cuando uno es niño y quiere ser escritor, escribe con entusiasmo, deprisa y utiliza las palabras más a mano:
Cuando uno es niño no repara si repite palabras, si las frases son cortas o son largas. Los defectos —por llamarlo de alguna manera— del niño escritor son la ingenuidad, mencionar lo obvio y la falta de palabras para poner nombre a un mundo que está recién descubriendo.
El escritor adolescente
Cuando uno es adolescente y aún quiere ser escritor, corre el peligro de caer en el rebuscamiento:
El escritor adolescente piensa que necesita palabras difíciles, disfrazar las frases sencillas y utilizar expresiones trasnochadas que no remiten a la propia experiencia. Nadie muere, fenece; nadie llora, plañe; el blanco no existe, es níveo.
El escritor adulto-adolescente
Cuando el escritor adolescente se hace adulto, corre el riesgo de añadir al rebuscamiento la pedantería:
Los personajes cuando hablan hacen referencias a Kierkegaard, Nietzsche o Piotr Kropotkin —depende de la ideología o intenciones del autor—. Es una escritura cobarde. El rebuscamiento, las citas oscuras, los pensamientos ajenos, en apariencia profundos, funcionan como un escudo. Detrás, la fragilidad. Es difícil escribir algo que merezca la pena si uno tiene miedo a desnudarse o a que le apedreen en el pueblo.
El escritor y las marcas
Con el tiempo, el escritor adulto y pedante que uno fue comprende —a fuerza de lecturas— que la sencillez es la mejor estrategia creativa (ahorra esfuerzos), y hace posible que ‘el mensaje’ llegue a los demás con facilidad. Pero esto no significa que los miedos hayan desaparecido. Podría acabar en el ‘marquismo’:
Realmente, mencionar marcas no es malo. Las marcas forman parte de la realidad.
“¿Podrías vivir en un mundo sin coca-cola?” dice Walter White, una de las pocas menciones a marcas en Breaking Bad. (Quizá por eso, tan recordable).
Pero cuando uno encuentra cinco o seis marcas por página, uno cree que el autor utiliza las marcas como otros el rebuscamiento: se esconde.
El escritor aséptico
Quedan atrás las marcas, pero quedan estadios de la escritura. Está el peligro de caer en la asepsia. Las palabras empleadas son sencillas, pero políticamente correctas. Las palabras feas están prohibidas. La elegancia se encuentra en cada línea. Las descripciones son elegantes, los personajes y lo que hablan. Incluso los tipos de los barrios bajos hablan con exquisita corrección. Por supuesto, no aparecen expresiones de la vida corriente para “no ensuciar el texto”. Nadie dice “no hay papel higiénico”, una frase que en Mad Men es metáfora de uno de sus personajes (¿quién negará que esta serie carece de elegancia?)
No hay frases vulgares
Cuando uno se hace mayor comprende que no hay frases tontas ni simples ni vulgares; hay frases que comunican y frases que no. Todas las palabras están disponibles, todas: las rebuscadas, las sencillas, las marcas, las barriobajeras y las que solo pueden decirse en la recepción de un embajador; los personajes van al baño; unos hacen el amor y otros follan; está Kierkegaard, Maradona y Robert de Niro; unas Google Glass y un potaje de lentejas…
Cada una en su momento, en su lugar. Si uno pone palabras en boca de personajes, procura que un niño hable como un niño, un profesor de música como un profesor de música, un chef como un chef, un pedante como un pedante… Y se intenta mantener la propia voz cercana a la del niño:
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Imagen original: The Sun.jpg de Wikipedia.