La pantalla partida (split-screen, en inglés) es un recurso sencillo de explicar: un personaje habla por teléfono con otro: entre ambos, una raya horizontal o vertical que divide la pantalla en dos.
Una técnica simple tan extendida en el cine y las series (y los videojuegos) que apenas reparamos en ella. Por ejemplo, en series procedimentales (de policías y asesinos) encontramos el recurso: en la parte izquierda un inspector encuentra una bala y en la derecha un técnico de laboratorio compara huellas. Otro ejemplo: en el cine de acción, en la pantalla izquierda un tipo abraza a otro, y en la derecha, le roba la cartera.
Fargo —en su segunda temporada— es la última serie que utiliza la pantalla partida y lo hace con acierto. Bonita excusa para repasar la aparición de este recurso en el cine y la televisión y su evolución.
Los orígenes de la pantalla partida
Edwin S. Porter (el director de Robo y asalto a un tren) es el primero en utilizar la pantalla partida en Life of an American Fireman (1903). La pequeña película abre con un bombero que sueña o imagina a una mujer con un bebé.
Veinticuatro años más tarde, Abel Gance realiza el experimento más arriesgado con la pantalla partida: Napoleón (1927). Tres pantallas de cine se unen para formar un tríptico.
En algunos momentos la historia principal de Napoleón se extiende a las tres pantallas; en otros, cada pantalla muestra detalles complementarios u opuestos o metafóricos de la historia principal. Esta forma de narrar es la polivisión. La pantalla partida es más que un recurso puntual: forma parte de la esencia de la narración.
El ambicioso experimento de Gance no tiene imitadores y la pantalla partida queda para las conversaciones telefónicas. Abajo, un ejemplo de Confidencias a medianoche (Pillow Talk, 1959) imitado por comedias románticas y adolescentes hasta nuestros días:
El estrangulador de Boston
Pasaron cincuenta años desde Napoleón hasta que el injustamente olvidado Richard Fleischer destaca las posibilidades dramáticas de la pantalla partida con El Estrangulador de Boston (1968). Fleischer se atreve a usar en un mismo plano más de una pantalla.
La pantalla partida en El estrangulador de Boston tiene distintas funciones:
- Contribuye a la desazón del espectador. Por ejemplo, el inspector Henry Fonda en un recuadro y en otro Tony Curtis —brillante actuación— llama a la puerta de su siguiente víctima. En la mente del espectador hay un deseo no manifiesto: «¡Mira, si está ahí al lado! ¿Por qué no lo cogéis?»
- Muestra distintos puntos de vista en un mismo tiempo. Por ejemplo, en un lado los reporteros y en otro los telespectadores cenando con las noticias. En un lado un cadáver y en otro los curiosos.
- También agiliza la narración: una decena de sospechosos detenidos en un mismo plano en múltiples pantallas.
Finalmente, la pantalla partida alude al desorden mental del criminal. Hay secuencias en las que el espectador debe reordenar los distintos fragmentos.
Brian de Palma y un cubazo de sangre
En los 70 la pantalla partida se convierte en un recurso frecuente y su mejor exponente es Brian de Palma: Hermanas (1973), El Fantasma en el Paraíso (1974), Carrie (1976). Un recurso que utilizará en décadas posteriores: Vestida para matar (1980), Blow out (1981), La hoguera de las vanidades (1990), Ojos de serpiente (1996) y Femme Fatale (2002).
Sin duda en Carrie está la secuencia de pantalla partida más conocida del cine:
Al igual que en El estrangulador de Boston, la pantalla partida es una metáfora de la mente fragmentada —y torturada— de Carrie tras el cubazo de sangre y las burlas.
Annie Hall: familia anglosajona, familia italiana
Woody Allen es un director mucho más comedido con la cámara que de Palma, pero no escapa de la influencia de la pantalla partida. Annie Hall (1977) tiene dos ejemplos que tiene imitadores:
Woody Allen compara una familia de clase media alta anglosajona y otra italiana a la hora de comer. Es una ocurrente fusión del presente con un flashback.
Diane Keaton (Annie) y Woody Allen hablan a sus respectivos psicoanalistas.
En los 80 y los 90 decae el uso dramático de la pantalla partida quedando reducido a las conversaciones telefónicas. Lola, corre, Lola (1998) recupera ese sentido: Franka Potente corre para salvar a su hermano; ambos aparecen en distintas pantallas…
La pantalla partida y el cine independiente del siglo XXI
Lola, corre, Lola avanza la recuperación del recurso en el siglo XXI por el cine independiente: Las vírgenes suicidas (1999, Sophia Coppola), Réquiem por un sueño (2000, Darren Aronofsky), Timecode (2000, Mike Figgis), Snatch, cerdos y diamantes (Guy Ritchie, 2000), Adaptation (Spike Jonze, 2002).
Incluso Ang Lee lo utiliza en una película comercial: el infravalorado Hulk (2003) dotando a la película de una estética comiquera.
Entre los directores contemporáneos, Tarantino es el adalid de la pantalla partida. Como muestra, la escena de Kill Bill VOL I de Daryl Hannah, bellísima con su parche de la Cruz Roja:
La pantalla partida en las series de televisión
El recurso tarda en llegar a la televisión. Hasta hace poco los televisores tenían pantallas 4:3. Con la generalización del formato 16/9 llegaron las noticias y las retransmisiones deportivas en pantalla partida. En las noticias permite tener a dos personas dentro del recuadro aunque ambas estén en distintas localizaciones o complementar la información.
Con la llegada del 16/9 las series de televisión adoptan la pantalla partida en momentos puntuales. El sentido más que dramático es imprimir una sensación de ritmo a las historias (como en los procedimentales mencionados arriba).
Aunque encontramos una rareza del siglo pasado: en el episodio Triangle (1998) de Expediente X hay momentos en los que se utiliza la pantalla partida. La trama tiene dos líneas temporales:
- El presente de los expedientes X.
- La Segunda Guerra Mundial: en un barco de pasajeros hay un hombre que podría detener la guerra.
También hay una Scully del presente y una Scully del pasado, y en ocasiones coinciden en el recuadro, en pantalla partida.
Pero sin duda, es la serie 24 la que hace de la pantalla partida una seña. El recurso carece de sentido dramático, pero es utilísimo para situar a los personajes:
La pantalla partida en Fargo
(A partir de aquí, spoilers)
La segunda temporada de Fargo sitúa la acción en 1976. La pantalla partida en momentos puntuales es un homenaje al cine de los 70 que emplea esta técnica. Además de contribuir a la estética setentera, el recurso tiene otros objetivos. Vamos a destacar dos momentos del 2×01.
Rye Gerhardt va tras una jueza con la intención de hacerla cambiar de opinión. A esa hora, su padre y hermanos están inquietos por la salud del patriarca, ignorando por completo qué consecuencias acarreará las acciones de Rye.
Rye es atropellado por Peggy Blomquist (Kirsten Dunst). Ella lo lleva incrustado en el parabrisas hasta su garaje. La pantalla partida muestra más tarde la reacción de Peggy tras el atropello. Parece que Peggy no es consciente de lo ocurrido o que contiene los nervios. Tan solo le molesta una gotita de sangre en su vestido.
En esta secuencia escuchamos la voz de Peggy. Y esto es maravilloso: aunque la voz relata los hechos tal y como vemos, las imágenes en pantalla partida MUESTRAN los matices —las expresiones y pequeñas acciones— que se nos escapan como el incordio de la gota de sangre. No hay aquí una redundancia torpe.
Basta la secuencia de la pantalla partida como la de Peggy para percatarse de que Fargo no repite la fórmula: se renueva. (Es uno de los muchos aciertos estéticos y narrativos de esta segunda temporada y que veremos en sucesivos artículos). Apenas se han emitido tres capítulos —en el momento de este artículo—, pero me atrevo a decir que Fargo es o será pronto una serie de culto.