La vanidad no es eterna. Puede parecer evidente, pero hubo un tiempo en que el arte recurrió a este mensaje moralizador para recordar que todo es efímero. «Vanitas vanitatum, omnia vanitas» (vanidad de vanidades, todo es vanidad) fue la frase extraída del Eclesiastés que inspiró los bodegones barrocos en los que a menudo aparecía una calavera rodeada de fruta podrida, flores muertas y otros objetos que, como los relojes y las velas, representaban la fragilidad de la vida.
Inspirado por los clásicos de la pintura, el ilustrador y pintor Fernando Vicente retoma las vanitas del siglo XVII y encuentra la forma de utilizar y convertir en arte las láminas anatómicas que ha ido coleccionando a lo largo de toda su vida.
Como mirar nubes. Así resume Vicente el proceso por el que crea sus obras en las que la pintura acrílica se funde con las láminas. Desde hace años, Vicente colecciona atlas anatómicos, mapas y carteles de mecánica que luego utiliza para pintar sobre ellos, dejando una parte visible que muestra lo más profundo del cuerpo.
Fernando Vicente siempre trabaja igual: de pie ante un caballete. Solo recurre al ordenador para rematar sus obras, en las que difumina el límite entre el mapa y el cuerpo y en las que la piel se abre para mostrar los músculos y los huesos.
Es ese contraste lo que enriquece y caracteriza sus ilustraciones. El suyo es un arte de extremos: el interior y el exterior, el tatuaje y la víscera. «En mis pinturas la anatomía funciona a veces como un tatuaje, digamos que es un de dentro afuera o de fuera adentro», cuenta Vicente a Yorokobu.
En las series ‘Vanitas’ y ‘Venus’, Vicente recurre a sus láminas anatómicas para mostrar el interior de las mujeres que pinta y recordar que también la belleza es frágil y efímera. Aunque pueda parecerlo, no pretende dar clases de anatomía: «Mi trabajo siempre gira a partir del cuerpo humano, y su interior me parece algo aún por explorar, pero no subyace ninguna intención didáctica», explica.
Para Vicente, el interior del cuerpo humano «es como una última frontera sin explorar que, además, habla de la fragilidad del ser humano». Su mensaje es el mismo de los pintores europeos barrocos que dibujaban calaveras y que venía a decir que hagas lo que hagas, tú también vas a morir: «En mi caso muestra que dentro de la belleza exterior todos somos más o menos iguales por dentro. Viene a ser como las nuevas vanitas del siglo XXI».
Las mujeres del artista madrileño recuerdan a las pin-ups de los años 40, aunque en ‘Vanitas’ y ‘Venus’ tiene otros referentes. «Más que en el género pin-up, para estas series me inspiro en los clásicos de la fotografía de moda de los años 50 y 60. Irving Penn, Richard Avedon, Erwin Blumenfeld. Me interesa el contraste entre el glamour exterior y la crudeza de la víscera y el músculo. Por otra parte, esa belleza hace menos dura la digestión de la obra», relata.
Desde su primera serie (‘Anatomías’, 2000), en la que las protagonistas se funden con carteles de mecánica, el cuerpo siempre ha estado presente en su obra, a menudo en forma de mujer. «Se ven abiertas las cajas de cambio y los ejes de dirección. Al tapar las partes del cartel con cuerpos pintados, la sensación era de un atlas de anatomía robótica o cíborg», recuerda el artista.
Además de las láminas anatómicas y carteles de mecánica, Vicente colecciona mapas. De ellos se valió para la serie ‘Atlas’, de 2004. «Al pintar sobre los atlas y mapas escolares descubrimos la piel, la orografía del cuerpo. Es un proceso similar a mirar las nubes, son los mapas los que muestran qué son».
[…] Influido por las vanitas, ha encontrado una forma muy personal de mostrar reminiscencias de los elementos y significados de aquellos cuadros que recordaban al ser humano que no era eterno. […]
¿En qué año se creó la serie «Vanitas»?