El día de su cumpleaños, mientras estaba en el servicio, Oier Gil Zapirain empezó a recibir mensajes de felicitación. Para agradecer las muestras de cariño se sacó una foto en semejante posición y la mandó por WhatsApp con la frase «¡Muchas gracias a todos!». Desde entonces son ya más de 1.200 selfis realizadas en la taza del váter.
«La primera foto que tomé la hice con la cámara que tenía a mano que, además, me permitía enviarla al instante. Posteriormente, decidí que era coherente mantener el modus operandi original», cuenta Gil Zapirain. «El encuadre tiene que ser siempre el mismo para que las fotos formen un todo que comparte la misma estética. Vale cualquier taza de váter y es irrelevante si la foto la tomo antes o después de obrar, pero suele ser después de la primera descarga porque muchas veces llego con urgencia al ‘trono’».
Cuatro años después de su inicio, Kakitten Project ha llegado a las redes sociales. Concretamente a Instagram, donde Gil Zapirain actualiza su trabajo con una frecuencia que depende de factores diversos. Desde el trabajo, el placer o la mera necesidad fisiológica.
«Para quienes creemos en la socialización del arte, las redes sociales son un entorno apropiado para crear y/o compartir proyectos. Instagram tiene más de 500 millones de usuarios y es más fácil acceder a ellos. Como tal, Kakiten Project no necesita expresamente de las redes sociales, pero ayuda en su construcción. Tiene sus pros, sus contras y sus contradicciones, pero permite recibir el feedback de tus seguidores».
Aunque no conoce personalmente a sus seguidores, Gil Zapirain recibe mensajes privados para felicitarle por el proyecto y preguntarle detalles sobre él.
«Algunos seguidores reaccionan con comentarios tipo ‘OMG’ y ‘WTF’, pero la gran mayoría me escribe para apoyarme. Respondo a todas las preguntas, los comentarios y reflexiono sobre las propuestas de desarrollo del proyecto que plantean. De vez en cuando, aparecen un par que me proponen hacer un vídeo en vivo, cosa que pronto haré. También están los que me piden que enseñe el pene, que no lo voy a hacer».
Enseñar el pene es algo que se sale de los márgenes de Kakitten Project. Sin embargo, aun queriendo explorar ese terreno, las estrictas normas de uso de las redes sociales lo impedirían. De hecho, es llamativo que Gil Zapirain no haya tenido un altercado en ese sentido con un proyecto tan inusual.
«No, no he tenido ningún problema», indica. «En alguna foto se puede llegar a apreciar sutilmente mi pene por un despiste al encuadrar, pero nunca me han censurado. No comparto la censura y mucho menos por el hecho de enseñar el cuerpo, así que espero seguir sin tener ningún percance».
Antes de llegar a Instagram, Kakitten Project fue expuesto en Getxoarte, en Getxo (Vizcaya), bajo el título Compulsión de repetición. Para este evento, su autor imprimió más de mil instantáneas. En ellas, además del atractivo estético y conceptual de la repetición, se podía ver la evolución física de Oier Gil Zapirain. La experiencia fue tan interesante que no descarta repetirla y pisar los centros de arte de nuevo en un futuro no muy lejano.
«Estaría encantado de exponer de nuevo el proyecto. Sería un sueño empapelar una sala de exposiciones del Museo Reina Sofía con mis fotos en unos años. De momento, llego a abarcar el cubrir una pared larga», comenta. «También sería genial poder viajar probando diferentes baños alrededor del mundo. Kim Kardashian publicó un libro con solo sus selfis y también quiero hacer algo por el estilo. Por último, sería fascinante crear ropa utilizando cientos de mis fotos como motivo para un estampado. Resumiendo: estoy abierto a todo tipo de propuestas para expandir el proyecto».
Una de las críticas injustas que se hacen al arte contemporáneo es la que afirma que «cualquiera puede hacerlo». Sin embargo, en el caso del proyecto Gil Zapirain, hay que reconocer que «cualquiera puede hacerlo». Por lo menos el grueso del mismo.
«El interés artístico que tiene Kakitten Project es poner en valor un espacio considerado íntimo en nuestra sociedad. Es un proyecto de extimidad, de exteriorización de la intimidad, que “lo puede hacer cualquiera”, pero nunca antes se ha realizado. Además no me parece algo negativo que lo que yo hago lo pueda hacer cualquiera. La idealización del artista-genio y de su prodigio técnico inalcanzable está muy obsoleto. En todo caso, me encantaría crear tendencia y que la gente se hiciera selfis en la taza del váter al estilo Kakitten Project. Si alguien se anima, que escriba el hashtag #kakitten o #kakittenproject y que me etiquete».
Vaya mamarrachada. Yo me haré fotos del ojete o de mi figa cuando cague, esto también será arte y me lo expondrán en el Gughenheim ése.
[…] Kakitten project es un proyecto artístico de Oier Gil que consiste en sacarse selfies. Eso si, como imaginareis, esas selfies tienen algo de peculiar… las hace mientras esta sentado en “el trono”. No estoy seguro de si esto es arte o una gamberrada pero, sea lo que sea, se merece el apelativo de frikada. (Vía yorokobu) […]
Muchas gracias, Carmen. Es un placer el haberte interpelado. Realmente, hoy en día, todo lo que sea expuesto en el «Guggenheim ese», como institución artística que es, será arte. Un saludo (soy el autor de @kakittenproject)