Liniers, el dibujante de las cosas chiquitas

Cada mañana, Ricardo Liniers se sienta a pensar un ratito. Da igual si las ideas que surgen de esos momentos son «lindas, raras o confusas». Él las dibuja para su conocida tira diaria Macanudo, que publica puntualmente desde 2001 en el diario La Nación. Estas tiras se han materializado, con el tiempo, en once libros que recogen más de 3.600 historietas «macanudas».
El dibujante opina que el espacio de Macanudo es «un espacio para lo chiquito». Entre los contenidos «oscuros, terribles y truculentos» que suelen llenar los diarios, todos ellos con un enfoque en lo gigantesco, «cuando uno se fija en lo pequeño no parece todo tan terrible y espantoso». Por eso él habla en sus viñetas de la gente que lo rodea, de las cosas en las que va reparando cada día, de los pequeños detalles. «Está bien que un diario tenga 10 o 15 centímetros de espacio para esas cositas chiquitas, para el olor al sacarle punta a un lápiz».
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Aunque la tira diaria ha sido el espacio que más ha desarrollado, ha ido alternando sus facetas de dibujante, pintor, ilustrador y muralista en las exposiciones que ha realizado por todo mundo. «Me aburriría si solamente hiciera tiras diarias», indica. «Me gusta explorar otros espacios para hacer cosas diferentes. Aunque uno encuentre un lugar donde está cómodo, creo que cualquier artista debería buscar lugares donde esté incómodo y donde el espacio que ya tiene dominado no está más y hay un espacio nuevo que conquistar con ideas nuevas y situaciones diferentes. No hay que estar cómodo todo el tiempo».
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Hace tres años fundó la Editorial Común, que se dedica a publicar novelas gráficas. «La mejor manera para convencer a alguien de que lea novela gráfica es darle dos o tres novelas gráficas. Si las elegimos bien, pueden enganchar», comenta. El dibujante explica que, cuando era pequeño, solo había historietas «para chicos». Pero ahora es posible encontrar novelas gráficas para todo el mundo y sobre los temas más variados: medicina, diplomacia, historia, ciencia, filosofía… «La historieta es como la literatura: es cuestión de elegir el libro adecuado para la persona adecuada. Es muy difícil leer un libro que te conmueve y no querer más. Es como ir al cine. Si uno ve una película buena, no dice: ‘ya vi cine, la película que quería ver era esa’. Cuando uno ve una película que le funciona va a buscar más películas, y lo mismo pasa con la novela gráfica».
Para Liniers, «cuando están bien usadas, la escritura y la ilustración es como una pareja que baila, como Fred Astaire y Ginger Rogers. Necesita uno del otro para que funcione. Un libro bien escrito y bien dibujado es como una experiencia perfecta». Su explicación de esta afirmación es que, si bien el cine es «la piel de una historia», ya que los personajes pasan por delante de nosotros; y una novela es «la parte interna», ya que mete al lector en la historia y en lo que sienten los personajes; una buena novela gráfica sería como lo mejor de esos dos mundos. «Estamos viendo algo, una propuesta estética, y al mismo tiempo estamos dentro de la historia. Eso es lo más interesante cuando bailan entre sí la escritura y la ilustración. Cuando está bien hecho es un baile, nadie manda y nadie cede, sino que es algo que existe en sí mismo». De hecho, las considera dos disciplinas tan diferentes que, cuando alguien hace bien las dos cosas, le genera muchísima admiración. «¡Es como saber jugar al tenis y también cocinar!».
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Liniers realiza giras con su amigo Kevin Johanson en las que dibuja mientras él canta, y de esas experiencias encima del escenario surgieron sensaciones totalmente nuevas para él. «Los dibujantes solemos estar escondidos, tirar la piedra y esconder el brazo; y con Kevin no me quedaba otra que exponer el brazo». Otra cosa que le sorprendió del proyecto fue percibir de forma directa las reacciones del público. «Generalmente publicamos un chiste y diez días, dos meses o un año después te dice alguien ‘eh, qué bien ese chiste’. En cambio, en un escenario, la reacción, la risa o lo que sea viene inmediato, eso es divertido». Y lo compara con el ámbito deportivo: «Los futbolistas están buscando meter un gol y, cuando lo hacen, cincuenta mil personas gritan al mismo tiempo, sus amigos van a abrazarlos… Esta versión se acerca un poquito más a esa experiencia».
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Ricardo Liniers, que en 2004 ilustró una portada de The New Yorker, estará el próximo viernes 24, de 17:00 a 18:00, en una conversación con Laura Barrachina en Ilustratour. Del festival dice que es «un encuentro entre gente a la que le interesa esa forma de contar historias». De la edición de este año espera que, tanto el que va a escuchar como el que va a contar, «salga de ahí con ganas de dibujar más». Generalmente sucede.
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Patrick Thomas

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