La imagen convencional de la actriz porno es una rubia de gigantescas tetas, pero se trata de un estereotipo. En realidad, la actriz porno tipo es morena, mide 1,65 metros, pesa 52 kilos y usa una 85 como talla de sujetador… aproximadamente lo mismo que cualquier mujer de su edad, unos 22 años, la edad media de la actriz porno.
Esta “actriz tipo” responde al nombre de Nikki Lee y sus medidas no son el consabido 90-60-90 sino el algo más humilde 85-60-85. Todos estos datos y muchos más los ha recopilado el pornófilo Jon Millward después de seis meses buceando en IADM (Internet Adult Film Database), algo así como el IMDB del porno, que contiene las fichas de 121.711 actores y actrices de 132.779 películas, cuyo visionado se ha ahorrado el bueno de Millward, gracias a que cada actriz (y actor) cuenta con una ficha como la siguiente:
Y éstos son algunas de los mitos derribados por el estudioso:
Ni rubias ni de tetas enormes
El cliché de la rubia de pechos gigantescos probablemente tenga que ver con la fama de algunas de las actrices más conocidas de la galaxia pornográfica, como Jenna Jameson, pero lo cierto es que la mayoría de las actrices tienen el pelo castaño (39,1%) o negro (22,5%), mientras las rubias suponen casi un tercio del total (32,7%), siendo las pelirrojas el 5,3% restante. Eso sí: la prueba fehaciente de que muchas de estas rubias son de bote es que sólo el 5% de las norteamericanas son rubias naturales.
En cuanto a los senos, no son precisamente unas Dolly Parton: el perímetro medio de pecho es de 85 centímetros y la talla correspondiente es la muy manejable 34B, el equivalente a la 85B europea.
Estatura media, tirando a delgadita
El estudio ‘Deep Inside’ tabuló la información de 7.000 actrices y 3.000 actores para comprobar que ellos (1,78 cm) y ellas (1,65) tienen una estatura parecida a cualquier americano, aunque pesan bastante menos: 52 kilos, ellas (20 por debajo de la media nacional) y 77 kilos, ellos (13 menos). Seguramente la tierna edad -22 años- tiene algo que ver con esta diferencia.
La actriz más rotunda de la selección, Teighlor, pesaba 327 kilos (“lo mismo que dos pandas gigantes”, apunta maliciosamente el autor), mientras la más liviana apenas 33 kilos (“el peso medio de una niña de 10 años”, señala no con menos malicia), la esquelética hawaiana Amaia Liu.
“Me llamo Lee, Nikki Lee”
El nombre más común de las actrices porno es Nikki. El de los actores, David. El apellido de unas y otros, Lee. ¿Familiares? No, gracias: los nombres de las estrellas suelen ser inventados, por aquello de que tus padres no suelen estar muy orgullosos de que te labres un nombre (SU nombre) en esta industria.
Los alias de las chicas son más llamativos e improbables -Lisa Lee, Jessica Love, Vanessa Star, Victoria Fox, Kelly Sweet – que los de sus compañeros de reparto –James, Taylor, Stone, Scott…- Ellas suelen elegir apellidos que denoten feminidad (Love, Star, Rose), mientras ellos suelen tender a la dureza -Steel (“acero”) o Stone, (“piedra”)-.
De piercings y tatuajes
Los tataujes y los piercings están al orden del día y los intérpretes (es un decir) del porno no iban a ser una excepción: el 45,5% tiene algún tatú (un 10% más que la media de la “población normal”) y el 43% al menos un piercing (13% más), según los precisos datos de IAFD, que incluso registra qué y dónde tiene cada porn star en su piel.
¿Qué están dispuestas a hacer en pantalla?
Decíamos que la base de datos de IAFD es muy meticulosa y no exageramos: en la ficha de cada actriz se especifica qué disciplina sexual ha practicado en cada una de las escenas de su filmografía. Nos enteramos así que el 87% de ellas ha practicado un facial, el 62%, sexo anal; el 39%, una doble penetración y el 5% una lluvia dorada.
En cuanto a los papeles representados por las actrices el más habitual fue el de “jovencita” (“teen”), en 1.966 películas; “madre que me gustaría follarme” (“MILF”), “esposa”, cheerleader, enfermera, hija, compañera de piso, novia, hermana, canguro (“babysitter”, no marsupial) y colegiala.
Finalmente, una curiosidad: los actores son mucho más prolíficos que las actrices (96 de los 100 intérpretes más prolíficos de la historia son hombres) y se acuestan con muchas más mujeres: unas 1.000 de media, para una carrera que suele durar 23 años. Ellas, por el contrario, “sólo” practican sexo con 148 hombres diferentes, a razón de 8 al año durante los 17,7 años que dura su carrera.
Esto se explica porque la gran mayoría de las aspirantes a actriz porno tiene una carrera realmente efímera. Como explica el crítico de cine porno Luke Ford:
“La mayoría de las chicas que entran en la industria del porno hacen un vídeo y se retiran. La experiencia es tan dolorosa, horrible, humillante y vergonzante para ellas que no quieren volver a repetir”.
Puedes leer aquí el estudio completo en inglés: ‘Deep Inside: A Study of 10.000 Porn Stars and Their Careers’.
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