10 venganzas que se sirven frías

Lo de «ojo por ojo» parece que es para nenazas. Una venganza como Dios manda exige una brutal desproporción entre el daño recibido y el ocasionado. Por ejemplo, a Melvin Ferd le humillaron cuatro pijos en el gimnasio en el que trabajaba vistiéndole con un tutú rosa y obligándole a besar una oveja. Su respuesta cuando se convirtió en el Vengador Tóxico fue asar en la sauna a uno de ellos y despeñar en limusina al resto.

Estos otros ejemplos también se acogieron a la máxima del “arrieritos somos y en el camino nos encontraremos”:

1- Cuando Stalin mandó terminar con Trotski

Stalin disputó con Trotski el cargo de secretario general del PCUS a la muerte de Lenin. No se llevaban nada bien, pero a Stalin no le bastó con ganar la partida y mandar al bueno de León al cálido exilio mexicano, sino que ordenó que su rival fuera borrado de todas las fotos de la Revolución, con un rudimentario procedimiento de la era pre-Photoshop. Más tarde, también envió un Terminator (catalán para más señas: Ramón Mercader) a cargárselo. Y eso que había ganado.

 

2- El autogol de Andrés Escobar

Mundial de Fútbol EEUU 94. Colombia 1, EEUU, 2. El defensa Andrés Escobar metió un gol en propia puerta y recibió a cambio 12 tiros en una discoteca de Medellín diez días después de la eliminación de su selección. El asesino, el guardaespaldas Humberto Muñoz Castro, estaba vinculado con las mafias de las apuestas deportivas. Su compañero de la selección nacional René Higuita tuvo que reconocer el cadáver.

 

3- La Ira de Dios

El grupo terrorista Septiembre Negro perpetró durante los JJOO de Munich una masacre acabando con varios miembros del equipo olímpico israelí: once atletas y entrenadores murieron asesinados. La venganza de Israel fue inclemente y selectiva: la Ira de Dios –que así se llamó la operación del Mossad- se prolongó durante 20 días y eliminó uno a uno a docenas de palestinos más o menos vinculados a los sucesos de Munich.

 

4- La mano izquierda

Puerto Hurraco está asociada en el imaginario popular español con la escabechina rural por excelencia, el Bodas de Sangre de la democracia. Los hermanos Izquierdo, empujados por las siniestras hermanas Izquierdo, convirtieron a todo un pueblo en el chivo expiatorio de su vendetta contra los Cabanillas, en una sangrienta espiral de locura que liquidó a 9 vecinos y dejó tetrapléjico a algún otro. Todo por un quítame allá esas lindes.

 

5- Todo queda en palacio

El primogénito de Saddam Hussein, Uday, mató a uno de los generales de su padre por no invitarle a una fiesta. Saddam encomendó a su otro hijo Qusay investigar los bienes de Uday. Así que un día se presentó en uno de los palacios del renegado hijo y ordenó quemar su colección de 50 coches de lujo para que se calmara.

Aunque las cosas no acababan tan suaves cuando le tocaban la fibra al propio Saddam, que no tuvo mucho reparo en ordenar la muerte de sus dos yernos tras regresar voluntariamente a Irak, después de pedir perdón por haberse exiliado en Jordania. Murieron linchados por sus propios familiares.

 

6- Klaus Vs Werner

Klaus Kinski tenía un grano en el culo en la figura del cineasta Werner Herzog, tan teutón y egomaníaco como el propio Kinski. Durante el inhumano rodaje de “Fitzcarraldo” –en el que varios indios resultaron heridos- el violento y narcisista Kinski hizo la vida imposible al equipo. El jefe de la tribu amazónica ofreció a Herzog matar a Kinski pero éste declinó porque necesitaba al actor para acabar el rodaje. Su poético ajuste de cuentas fue la película “Mein liebster Feind”, que aquí se llamó «Mi enemigo íntimo”.

 

7- Michael Eisner y Lord Farquaad 

El presidente de Disney, Michael Eisner, despidió y llamó “pequeño enano” a su animador estrella, Jeffrey Katzenberg, quien además del insulto se llevó 250 millones de dólares de compensación y seis meses de paro. Con ese dinero montó DreamWorks, arrasó las taquillas con “Shrek” y le dedicó a su antiguo jefe un antipático personaje: el diminuto e irascible príncipe Lord Farquaad (sí: el que se parece a Artur Mas).

 

8- Oliver Stoned

Según una biografía no autorizada del cineasta, después de una temporada en Vietnam, el director Oliver Stone fue arrestado pasando dos onzas de marihuana en la frontera con México. Su padre, un broker judío de Wall Street, fue el que pagó el abogado que le sacó de la cárcel un par de semanas después, lo que dio lugar a una acalorada discusión cuando regresó. ¿Cómo se lo agradeció? Oliver le metió al viejo ácido (LSD) en su copita de whisky mañanera.

 

9- Las ratas del aire

Parece difícil vengarse de las palomas, pero el escultor Ron Mueck supo darles su merecido con una estatua en su honor. La obra, titulada «I Heard They’re Dirty» (he oído que son sucias) representa un vagabundo echando un tordo sobre una inmensa torcaz.

Se trata de una ingeniosa visión sobre la relación del hombre con estos animales alados, donde se trasmutan las acciones y las proporciones para cobrar justa venganza del lado de la humanidad. El escultor donó la obra a la ciudad de New York, la Meca de las aves cagonas.

 

10- La venganza es un plato que se sirve frío en Siberia

Más allá de frases cinéfilas, esta máxima tiene su reflejo en la historia de Timur y Marat, dos hermanos rusos residentes en la localidad de Perm, que asesinaron a su también hermano pequeño, Rafis, después de que éste se chivara a la policía de que uno de ellos había matado al vecino de enfrente, con el que no se llevaban demasiado bien.

Tras pasar 10 años en la cárcel por el suceso, mascando su venganza, el hermano mayor convenció al otro hermano para ejecutar la vendetta familiar tras leer la biografía de Andrei Romanovich Chikatilo, el “Carnicero de Rostov”. Guardaron el cuerpo en la nevera durante seis meses y se lo fueron comiendo poco a poco para eliminar las pruebas.

Fuentes y fotos: Reuters, APWikipedia y Strambotic

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Patrick Thomas

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