Dalí soñaba con las horas cuando pintó aquellos relojes que caían sobre una especie de abismo derretido. Albert Romagosa no pensó ni en Dalí ni en su obra cuando diseñó estos números para la revista Yorokobu de este mes de marzo. Pero les ocurrió algo parecido.
Fueron expulsados del imperio de la línea recta y tomaron formas similares a las de un objeto que se resbala por cualquier oquedad. “Supongo que me inspiré en la idea de no hacer números sencillos y normales, sino, más bien, algo fuera de lo común o en los límites de la comprensión directa del caracter”, explica el diseñador.
“Llegué a esta conclusión formal comenzando por el dibujo de los números. No sabía cómo acabaría. Diseñé los caracteres con un guión entre geométrico y grotesco, los dividí en partes según su legibilidad y los hice explotar. ¡Lo he pasado genial”.