Los ‘no lugares’ de Barcelona

Angel Marcos llegó a Barcelona una tarde abril con su cámara de fotos y una pregunta: ¿cuáles son los símbolos de la ciudad? Los que veía retratados en las postales de las tiendas de souvenirs no le convencían. Esos edificios y monumentos podrían ser los más populares, pero ¿acaso decían algo de Barcelona?
Durante su búsqueda se reunió con escritores, filósofos, empresarios, políticos… De su charla con gente como Vicenç Altaió, Josep Ramoneda, Nimfa Bisbe, Joan Francesc Marco o Eva Calatayud, el fotógrafo concluyó que aquellos iconos barceloneses se habían desvirtuado. Muchos de ellos por el abuso al que el turismo les habían sometido. Otros menos, por la crisis o por su utilización como símbolos políticos.
A Marcos no le quedó otra que salir a la calle para encontrar él mismo los iconos de la ciudad. Lo llevaba haciendo desde 2001 en otros rincones del mundo. Antes de recalar en la Ciudad Condal, Ángel había visitado con esa misma inquietud Shanghái, Nueva York, Madrid y varias ciudades de Cuba.

La idiosincrasia de muchos de esos lugares se veía adulterada con un punto en común: la globalización, la integración de la diversidad habían llenado muchas de estas urbes de «no lugares». A Barcelona también le había ocurrido.




«La idea de ciudad entendida como el lugar de habitabilidad, de compartir espacios afectivos, de tomar decisiones en pro de satisfacer el uso de los espacios públicos se ha perdido en las grandes ciudades. Se ha perdido incluso el nombre. ¿Ciudad? ¿Por qué no urbe, neo ciudad, metrópolis? Si estamos de acuerdo en que las decisiones se toman en despachos suficientemente alejados y cerrados al habitante, no es descabellado afirmar que la planificación de estas urbes se dan sobre objetivos varios. Así este habitante no es tenido en cuenta como individuo para el que ejecuta el plan».
Ángel Marcos se encontró en Barcelona con una ciudad en constante transformación política, social y cultural. Pero también en plena agonía (en el sentido unamuniano de la palabra) entre «su identidad y el sueño colectivo». Todo eso se materializaba en imágenes de lugares marcados por la soledad y el abandono, que invitan a pensar en el modelo de ciudad en el que vivimos. ‘No lugares’ no muy distintos a los que había encontrado en sus anteriores viajes.
Por eso decidió que las fotografías tomadas en Barcelona podían convertirse en el quinto episodio de su serie Alrededor del sueño (que seguiría a las las ya citadas sobre Shanghái, Nueva York, Madrid y Cuba). «No es muy preciso afirmar que mi trabajo es sobre la globalización, sino que al trabajar sobre las grandes urbes, los procesos migratorios, la perdida de olfato, el no olor del dinero, en la sumisión de lo político a lo económico-financiero, uno se da de bruces con lo global».


Las ciudades soñadas, continua Marcos, «están dejando paso a ciudades abiertas en cuanto a los espacios públicos utilizables y ajenas a los intereses de quienes allí habitan». No todo en esa globalización es negativo. Ella permite (y a la vez es consecuencia) que el mundo esté interconectado pese a que por ello deba pagar un alto precio. «El ciudadano se ve incapaz de digerir y participar en este estado de interconexión económica, de información, etc. Máxime cuando el poder político, como decía antes, se ha doblegado a lo económico, haciéndose más patente esto en la condición local de lo político y en lo global de lo económico».




La exposición ‘Alrededor del sueño (5) Barcelona’, producida por la Galería Trama, se podrá ver del 1 de octubre al 10 de noviembre en la misma galería (C. Petritxol, 5, Barcelona).