Pablo Sánchez, director de B Lab Spain, apostaba hace unos meses por la revolución del propósito, en la que las empresas buscan generar un impacto positivo en el planeta a nivel social, ambiental y económico. Lo que se busca es un desarrollo sostenible y en esa labor están implicados individuos, organizaciones y gobiernos. Conseguir ese desarrollo sostenible es algo que afectará y mucho a nuestro bienestar emocional y al trabajo que desarrollamos.
Para acabar con las tasas de burn out en sus plantillas, ya hay empresas que apuestan por fomentar entre sus trabajadores el altruismo, algo que va más allá del voluntariado. Lo cierto es que el altruismo mejora la sensación de bienestar en las personas y reduce el estrés laboral. Enfocarnos en las necesidades de los otros cambia nuestro pensamiento y dejamos a un lado emociones negativas. Por eso, potenciar prácticas altruistas ayuda a crear armonía y a conseguir cambios profundos a nivel psicológico.
Según un estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison, en una oficina, las personas altruistas son más propensas a comprometerse con su trabajo y tienen menos probabilidad de abandonarlo. Quienes ayudan a otros son más felices tanto en el plano personal como en el laboral. Y son actos que crean un bucle de retroalimentación positiva. La psicología positiva señala que acciones como dedicar diez minutos al día en el trabajo para ayudar a los compañeros sin esperar nada a cambio son pequeños pasos que repercuten en nuestro bienestar y nuestra productividad.
Además, el altruismo es un factor motivador en el empleo. Si sentimos que nuestro trabajo importa y ayuda a los demás, aumenta nuestra motivación para cumplirlo.
En todo ello profundiza Paula Paz en este artículo de Igluu.