Trabajar en publicidad es crear historias que construyen imaginarios y abren puertas a nuevos futuros. Es una oportunidad real para transformar el mundo, conectar con personas y construir
valores sólidos que perduren y marquen la diferencia.
Las marcas hablan a millones de personas a diario y tienen el poder de cambiar conversaciones ayudando a redefinir relatos. Esta influencia no es solo un privilegio, sino una responsabilidad compartida que, bien gestionada, se convierte en una enorme oportunidad de negocio. Según recientes datos, el mercado relacionado con el colectivo LGTBIQ+ mueve en España más de 40.000 millones de euros anuales, un sector creciente y con un consumidor cada vez más exigente y comprometido.
Las campañas que reflejan distintas identidades y realidades no solo generan impacto social, también construyen vínculos auténticos y relevancia duradera. Esto no es una moda ni una simple tendencia para un brief, es la vida real y el motor que impulsa la conexión con audiencias cada vez más conscientes y diversas.
Es inspirador ver cómo muchas marcas han puesto el foco en estos temas, pero también llama
la atención que algunas que solían estar a la vanguardia, hoy se mantengan en silencio o bajen
el volumen de su discurso. Lejos de señalarlo, esta situación nos invita a reflexionar mucho. El
contexto puede cambiar, pero los valores deben permanecer firmes. Posicionarse con
coherencia no es una acción puntual, sino una visión a largo plazo que fortalece la marca y su
relación con la sociedad.
Y aunque junio nos recuerda la importancia de visibilizar al colectivo, también nos recuerda que
no basta con un gesto estacional. Cambiar el logo por los colores del arcoíris es solo un primer paso pero tiene que ir acompañado de coherencia, compromiso y continuidad. Las personas ya no buscan campañas llamativas, buscan marcas que se muevan con propósito y referentes, porque lo que no se ve, no existe.
Ser publicistas es decidir qué historias se cuentan, desde qué mirada y con qué valores. Por
eso es tan importante hacernos estas preguntas una y otra vez, para así saber el futuro que
queremos proyectar, la sociedad que queremos inspirar y el lugar que queremos ocupar como
industria.
Formar parte de una agencia que apuesta por estas preguntas y decisiones es un orgullo. Pero
sabemos que el desafío no es individual, sino colectivo. El verdadero cambio comienza con
cada campaña que hacemos pero también con las que decidimos no hacer. Por eso, este es
nuestro momento para demostrar que la publicidad puede ser la fuerza que construya el futuro
que queremos y liderar el cambio.