«¿Trucos para potenciar el arte de la comedia? Obligarse a cambiar la mirada, a tomarse la vida de manera diferente y reírte de las cosas que te ocurren y que normalmente te enfadarían o dolerían», sugiere la cómica y guionista Marta González de Vega.
«Hay que hacer ese ejercicio consciente cuando te pase algo. Yo digo en mi obra de teatro De caperucita a loba en solo seis tíos que se trata de aprender a escuchar las risas enlatadas en tu cabeza como si fueras protagonista de tu propia sitcom. Eso se entrena y da muchísima felicidad», apostilla la prolífica creadora. Y así, en alto, arranca este espectáculo coral.
UN GENUINO SARAO POR LA COMEDIA
Como mandan los cánones del monólogo, antes del remate verbal sorprendente se parte de una premisa. La nuestra: ¡definir el sentido del humor resulta tan osado e inabarcable como hallar el sentido de la vida! Ni Aristóteles logró esta cuadratura del círculo. Cada uno busca su lugar en el mundo. Y sus carcajadas.
Y quizá por aquello de reivindicar la importancia del cachondeo, el despiporre, la chufla, el pensamiento divergente y el jajajá proliferan diferentes formatos en torno a «la commedia» (Ignatius Farray dixit). Y así, precisamente, se presenta en Madrid Compartiéndonos de risa; como dirían los artífices, un sarao que incita a los asistentes a desternillarse, descoyuntarse e interactuar partiéndose la caja.
«Nos vamos a reír mucho con el público. Cualquiera ha vivido una experiencia graciosa, y entre todos nos ayudaremos a explicar mejor nuestras historias con herramientas de cómico profesional, para exagerar y rematarlas con un gran final», adelanta Juanjo Megías, ilustrador y maestro de ceremonias del evento.

«Todos llevamos el humor dentro. Desde que somos bebés ya reímos; es un disfrute y con más gente alrededor produce un hermanamiento. La vis cómica es un arte que se cultiva, pero el humor está en nosotros y podemos compartirlo». Una declaración de principios que abre un debate eterno sobre esta suerte de lenguaje universal que nos une como especie y que se puede entrenar cual crossfit del cerebelo.
Porque —he aquí la cuestión— ¿el humor se hace o con el humor se nace? Algunos nombres propios del stand up, como Carolina Noriega, Raúl Massana, Bianca Kovacs, Víctor Parrado y Marta González de Vega, ponen gesto serio y reflexionan al respecto. Un derroche de sabiduría y buen rollo con conocimiento de causa.
¿EL HUMOR SE HACE O CON EL HUMOR SE NACE?
El humor es algo muy subjetivo, una percepción que cambia con el tiempo, como advierte Carolina Noriega: «A algunas personas les parecerá gracioso un niño desde el principio, luego de adolescente igual y después de adulto también. O no. Alguien nos puede parecer gracioso de niño, de adolescente ya no y de adulto otra vez sí». Todo depende de cada uno, señala una de las figuras célebres de la otrora Paramount Comedy —hoy Comedy Central— y autora, entre otras propuestas, del documental Buscando la comedia
Carolina Noriega, sin duda, cree que en las dotes chistosas hay una parte de cuna o contexto: «Tenemos el ejemplo de los andaluces o de los irlandeses y británicos. Los andaluces practican desde pequeños la exageración, y los británicos e irlandeses la ironía. Entonces, cuando son adultos ya son muy graciosos porque llevan toda la vida practicando. De modo que, con práctica, sí se puede aprender a ser más cómico; y luego hay técnicas, como las que imparto en mis cursos a gente o empresas para comunicar con humor».

«¿Si se puede aprender?», reformula Raúl Massana. «Sí. Y se debería aprender a ser más cómico, porque es un cambio de actitud ante la vida», sostiene este otro clásico del circuito de monólogos del país, que ahora triunfa con su proyecto Yo nunca Show. «Y sobre si ser gracioso se hace o se nace, contestaría que todo el mundo nacemos siendo graciosos y durante la niñez continuamos siéndolo, pero luego hay un momento en el que decides si seguir o pasar más desapercibido», aduce.
Al hilo de este dilema, Juanjo Megías, uno de los impulsores de Compartiéndonos de risa, recalca: «Es una actitud resolutiva en la vida. Nos puede llevar a hacer carrera o amenizar cenas con amigos, pero es una cualidad innata que debe brotar en algún momento de nuestra vida con el fin de expresarnos. Pueden ser ideas profundas sobre la condición humana o la chorrada más absurda que haga explotar tu cerebro. Es una actitud y, como tal, implica a los demás. Los humanos somos comunicativos y el humor es una herramienta muy útil que te ayuda a sobrevivir en tiempos de crisis, pasar un trance, reírte de injusticias o disfrutar de momentos felices sin ser consciente de nada más que de la imagen que el humor te ofrece», filosofa. Y concluye: «El humor se puede entrenar para explicar historias con gracia».

El debate, como se suele decir, está servido. La cómica Bianca Kovacs sostiene que, si bien «hay quienes nacen con ello y es una suerte, en general», la preparación te puede alzar al podio del humor. «Si empieza a gustarte una cosa, insistes, te preparas, estudias y lo pones en práctica, creo que se puede conseguir. Hemos visto ejemplos de muchísima gente a lo largo de estos años que, al principio, a lo mejor eran más flojitos en esa asignatura y, luego, han ido evolucionando y son de los mejores humoristas de este país y de otros».
Icono del stand up sin filtros —«humor bestia», precisa—, presentadora hasta hace poco de El Club de la Comedia en teatros, actriz y cocreadora del pódcast Odio a la gente, junto a Carmen Romero, esta «rumana muy legal» [sic] incide en la hilaridad como escudo frente a las cicatrices del día a día. «A veces, la vida te obliga a tomarte las cosas con humor porque, si no, todo sería un drama. Dependiendo del país o la familia en que los que naces, acabas tomándote la vida con humor, y eso es maravilloso porque es terapéutico».
Un acto de superación. «En mi caso, hay muchísimas cosas que me he tomado con humor», confiesa Bianca Kovacs. «Y son cosas duras, y el público puede pensar “¡qué bruta!, ¡qué burra!, ¡cómo ha llegado a esa conclusión!”. Pero a mí me alivia. Es verdad que igual no a todos les hace gracia; pero, al final, la comedia es eso: drama más tiempo».
LO ADVERTIMOS: DEFINIR EL HUMOR ES UNA QUIMERA
La creatividad no tiene límites, como el amor. «Cuando eres cómica, mucha gente te pregunta si no se te acaban las ideas; y es al contrario. Porque encuentras nuevas maneras de combinarlas. Las ideas nunca se acaban, igual que las palabras. Las palabras las puedes combinar de manera infinita; y cuanto más practicas la comedia, más comedia sacas.
Es inagotable. Por ponernos cursis, es como el amor: cuanto más lo practicas, más tienes», redondea con romanticismo Marta González de Vega, alma mater de algunas de las películas de humor familiar más taquilleras de nuestra historia. «Todos tenemos tendencias naturales a distintas cosas y hay gente que lleva más innato el lenguaje de la comedia. Pero, como todo idioma, la comedia —un idioma, sin duda alguna— se desarrolla, se aprende a hablar con mucha más fluidez cuanto más se practica y se retroalimenta cuando te comunicas con otras personas que hablan la misma lengua».
El cómico Víctor Parrado, a la sazón El peliculero, considera que «ser gracioso es un don», que «lo tienes o no lo tienes». «Luego, puedes trabajar otras herramientas como la comedia, el clown, el acting, los guiones… Pero la gracia natural o la tienes o no la tienes. Es como el don para bailar. Hay personas que tienen un sentido del ritmo de forma automática, como incorporado ¡y luego están a los que les queda bailar reguetón!», resume con sorna.
«Obviamente, sí se puede aprender a ser más cómico, porque una cosa son los cuatro chistes con los colegas y otra es subirte al escenario a convencer a un público que viene con una energía, un mood, una expectativa X, e intentar que todo ese público heterogéneo acabe riéndose. Eso requiere una formación más allá del don que uno pueda tener». Y aquí, nuevamente, en medio de este particular sarao, aflora la dedicación que esconde cada premisa, cada remate, cada reflexión. El mismísimo arte de la comedia.
¿ENTONCES HAY TRUCOS PARA EL ARTE DE LA COMEDIA?
A la pregunta, la respuesta clara: ¡sí! Hay trucos para el arte de la comedia. Este sanedrín escénico lo suscribe aportando alguna receta: «Lo mejor es juntarte con personas divertidas, que vivan la vida con humor; y practicarlo uno mismo. No tomarse en serio a sí mismo ni a la vida porque es un juego. Y si se toma como un juego, se podrá practicar más el humor», zanja Carolina Noriega.
¿El primer paso, pues? Reírse de uno mismo. «Es la primera pantalla. Si aprendes a reírte de ti mismo y a relativizar los problemas, tendrás medio camino hecho», corrobora Raúl Massana. Su colega de profesión, Víctor Parrado, refuerza este mensaje clave: «No soy muy de dar consejos, pero creo también que potenciar el arte de la comedia tiene que ver con aprender a reírte de ti mismo y, sobre todo, relativizar el día a día. Al final, cuando tenemos buenos momentos, es fácil hacer comedia; pero saber reírse de uno mismo, sacarle punta a esos momentos incómodos o vergonzosos, te ayuda a crecer en lo personal y en lo profesional».
Una fortaleza vital: «Conectas con la parte más vulnerable del ser humano, que, a la vez, acaba siendo la más genuina y auténtica. Todos somos muy parecidos y a todos nos pasan cosas similares. Reírse de eso creo que es un punto a favor».
¿Segunda etapa? Incentivar la guasa ya mismo. «Animo a la gente a que se tome las cosas con más humor. Desde luego, creo que se vive mucho más feliz. No es cuestión de forzar y sacar comedia a todo. Hay cosas que requieren tiempo para aceptarlas y que justo ahora no se puede, pero más adelante sí», subraya Bianca Kovacs.
Y entonces, como broche a este guion con final abierto, Marta González de Vega concluye: «Se puede perfeccionar el arte de la comedia. Evidentemente, si tú no tienes ninguna capacidad para los idiomas, es muy difícil que hables un idioma; y el humor lo es. Pero todos llevamos dentro la capacidad para desarrollarlo».