Piensa en el árbol más cercano a tu casa. Si pudieras enviarle un email (y la planta leerlo, claro), ¿qué le dirías? ¿Quizá lo mucho que te gusta su follaje? ¿Le preguntarías si tiene miedo de que el viento lo tumbe?
Quizá el planteamiento te parezca un tanto absurdo, pero lo cierto es que hay una ciudad donde no hace falta imaginárselo. Desde 2013, los habitantes de Melbourne (en Australia) tienen la posibilidad de mandarles mensajes electrónicos a cualquiera de los árboles diseminados por la urbe (unos 70.000 en total).
«Mi querido olmo», saludaba un ciudadano a su destinatario, para continuar en tono zalamero: «Mientras abandonaba el St. Mary’s College hoy, me he quedado paralizado, no por una rama, sino por tu radiante belleza. Seguramente recibas estos mensajes continuamente. Eres un árbol muy atractivo».
Este simpático urbanita pudo dedicar tan singulares líneas a su amado vegetal gracias al ayuntamiento, que lanzó la iniciativa en el marco del proyecto Melbourne’s Urban Forest (El Arbolado Urbano de Melbourne). Sus responsables han recopilado los datos de todos los integrantes de la población leñosa: su edad, estado de salud y especie. Han elaborado además un mapa de la ciudad donde cada uno de ellos ocupa su respectivo lugar.
Los vecinos pueden así enterarse de cuántos años tienen los troncos junto a los que pasan cada día o si estos sufren algún tipo de deterioro. En el plano, cada uno de los árboles tiene asignado un identificador para que los humanos les envíen sus cordiales saludos. Y también los menos agradables, porque la idea original era que los miembros de la comunidad pudieran utilizar los correos para enviar sus quejas y sugerencias.
Pero ¡sorpresa!: el olmo de St. Mary’s College no se ha enterado de que tiene un admirador. Quienes toman nota de las comunicaciones son los responsables del equipo gestor del proyecto, que, aparte de críticas, se han encontrado con agradecimientos («Gracias por darnos oxígeno»), dudas de biología («¿Los árboles tienen género?»), e incluso asuntos de actualidad política y económica («¿Debería continuar Grecia en la Unión Europea?»).
«Hay quien afirmaba que estábamos malgastando el dinero, pero los árboles iban a tener un código identificativo único de todas formas, así era lógico asociar cada uno a una cuenta de correo que conectara a los miembros de la comunidad con los árboles», ha señalado Arron Wood, concejal del ayuntamiento.
Todo esto comenzó en 2007, cuando el gobierno local inició una Estrategia Forestal Urbana destinada a gestionar la vegetación arbórea de la urbe. Las últimas previsiones anunciadas estiman que la ciudad perderá más de 30.000 árboles en los próximos 20 años (más del 44% de la población actual), debido a su envejecimiento, las sequías y el vandalismo.
Para atajar el problema, además de concienciar e implicar a la comunidad, se han puesto como meta incrementar el número de individuos entre un 22% y un 40% para 2040. Esto significa que deben plantar unos 3.000 anualmente. Wood asegura que la clave no está en el pasado, sino en estudiar la manera en que los vegetales podrán sobrevivir a los cambios que se avecinan en el clima.
De momento se están centrando en las zonas ocupadas por árboles más viejos o que ya han muerto. Quieren elegir muy bien qué especies van a utilizar y consultar a la comunidad en la decisión, y fomentan la participación ciudadana en la gestión de sus zonas verdes. Un objetivo que han conseguido en este caso gracias a la tecnología e internet, aunque realizan otras muchas actividades.
En otros puntos del globo también se han valido de las herramientas que brinda la Red, con propósitos similares (esta vez sin árboles de por medio): en Chicago monitorizan los baches de las calles gracias a los mensajes de los transeúntes y los habitantes de Honolulu pueden adoptar una sirena de alarma de tsunamis para informar de sus fallos.
En Madrid hay casi 300.000 árboles de 210 especies, 19.034 ubicados en el parque de El Retiro, según datos de 2014, y unos 260.000 localizados en las aceras de la capital. Si ellos tuvieran correo electrónico, seguramente habrían recibido este invierno miles de emails advirtiéndoles de las fuertes rachas de viento y preguntándoles por sus ramas y compañeros perdidos. Y tú, ¿ya has decidido que les dirías a tus vecinos leñosos?
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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Jes, Patrick Nouhailler y melbourneurbanforestvisual.com
Si los árboles tuvieran correo electrónico, ¿qué les dirías?
