Arne Aus den Ruthen: el justiciero que usa Periscope para denunciar el incivismo

21 de abril de 2016
21 de abril de 2016
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El político mexicano Arne Aus den Ruthen no habla por el teléfono. Dice que las palabras se las lleva el viento, que usando mensajes de texto puede ordenar mejor su tiempo, sin que le interrumpan las llamadas. Pero es el smartphone lo que le ha dado un empujón a su fama como City Manager de la delegación Manuel Hidalgo, en la Ciudad de México. Aus den Ruthen se dedica a documentar las infracciones cívicas que cometen sus representados usando el Periscope, emitiéndolas en directo. Unos lo ven como un héroe armado con un cámara e internet. Otros, como un villano que impone una doble sanción: la multa correspondiente y una pena de exhibición. Él comenta que es solo un servidor público y que el Periscope representa únicamente el 2% de su jornada laboral.

Algunas de sus retransmisiones en directo incluyen vecinos que tiran la basura donde y cuando no deben, como una mujer que se echa a llorar tras cinco minutos de discusión; también coches aparcados de forma incorrecta, como el caso del empresario Raúl Libién o el de Francisco Guzmán, jefe de la Oficina de Presidencia; otras veces, prostitutas en medio del ejercicio del trabajo más antiguo del mundo… Todo en la delegación Manuel Hidalgo, que aporta el 22% del Producto Interior Bruto de la gigantesca capital de México y un 3% al total del país, por encima de Estados como Aguascalientes, Baja California Sur o Durango. Un monstruo que incluye desde zonas de dinero al estilo de Las Lomas hasta focos más marginales como Tacubaya.

«Nosotros estamos documentando el quehacer de los servidores públicos, nuestro afán no es exhibir a personas ni difundir sus datos, sino documentar su función», explica en un parque donde se está realizando el Miércoles Ciudadano, una junta periódica entre funcionarios de alto rango y habitantes de la ciudad para resolver sus dudas, «esto está basado en un principio que está en las leyes de Transparencia de México, que dice que los gobernantes tienen que hacer pública la máxima información posible».

Aus den Ruthen argumenta que la emisión en directo permite ver si los operativos se apegan a la ley y si existe abuso ya que, al no editar nada de los vídeos, se impide que haya sospechas de corrupción. «Si se está emitiendo en directo cómo la grúa se lleva un auto, no puede haber una llamada para presionar y que se pare el proceso; no puede haber una mordida [un soborno] al policía para que no ponga una multa de tránsito», asegura, y pone como ejemplo el caso de Florenz Casses, una ciudadana francesa que supuestamente colaboraba con una banda de secuestradores y salió de la cárcel, entre otras irregularidades, al fingir las autoridades un falso directo de su detención.

Pero el actuar de Aus den Ruthen ha sido contestado desde altas instancias. La Comisión de Derechos Humanos e InfoDF cuestionan si se vulnera el derecho a la intimidad de las personas. También desde ciertas partes de la prensa, que creen que así se impone una doble pena a los infractores, que no tendrían que ver manchado su honor de esta manera.

«Mira, aquí lo que se da es la colisión de dos derechos: uno es el de una mayoría a ser informada, el otro es el derecho al honor de un sujeto cogido en flagrancia», se defiende. «Tendrán que ser los tribunales los que decidan cuál de los dos prevalece». Sobre la doble pena, aduce a que todo depende del infractor y pone como muestra dos casos similares, el del empresario Raúl Libién y el de Francisco Guzmán, jefe de la Oficina de Presidencia. «Los dos hicieron lo mismo, que fue que sus escoltas cometieron faltas de tránsito [tráfico]», razona, «pero que mientras uno sufrió escarnio público ya que eligió contra una sanción una conducta basada en decir groserías y portarse de forma altanera, el otro pidió disculpas y pagó su multa, sin pena adicional; y, de hecho, creo que como político salió reforzado».

Aus den Ruthen reconoce una influencia en Antanas Mockus, el célebre exalcalde de Bogotá, Colombia, y sus tres tipos de regulación: moral, cultural y legal. La primera es en la que el ciudadano ya sabe que no debe tirar la basura y es consciente de que es una falta cívica. La segunda es cuando los vecinos señalan al infractor y este acaba evitando cometer esa falta por vergüenza. Cuando estos dos filtros fallan, llega el legal, que deben ser los casos mínimos para no atascar las instituciones.

En México parece haber una pequeña tendencia a este tipo de actuaciones. Hace unos años saltó a la palestra Peatonito, un hombre vestido con máscara de luchador y capa que se erigía en defensor de los transeúntes de la Ciudad de México. Aus den Ruthen ha inspirado a un grupo de vecinos que se ha autodenominado El ejército de Arne, Brigada Cívica o Los Godínez, y que como él usan el Periscope para transmitir sus incursiones en la calle. Según recoge el diario La Jornada, a algunos vecinos les da miedo un empoderamiento de un grupo no electo ni fiscalizado que ejerza la justicia.

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Lo cierto es que sus acciones le han traído algunos problemas. En febrero, en el barrio Escandón, unos vecinos le agredieron cuando se negaron a retirar un coche hecho chatarra y una lona que tenían atada en la calle. Hace unos días otro le amenazó e insultó durante 20 minutos. El periódico El Universal sacó una noticia en la que le acusaba de doble moral al haber defendido años atrás los abusos de los guardaespaldas. Él contesta que es una mentira de un medio con una agenda política.

Mientras algunos le siguen tachando de villano, otros lo ven como un héroe en un país donde la impunidad es común. Quizá la mejor reflexión sea la que José Antonio Caballero, experto en derecho del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas, hacía justo en El Universal. «¿Conviene emplear la vergüenza pública para el cumplimiento de normas?», se preguntaba para responderse a renglón seguido: «Dejemos los juicios rápidos, lo que necesitamos es un debate serio». Aus den Ruthe lo tiene claro. En su mundo ideal, todos los funcionarios públicos llevarían una cámara en el pecho.

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Imagen de portada: tateyama / Shutterstock.com

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