Te montas en una máquina del tiempo virtual y la detienes en 1983, cuando el mundo se veía en 8 bits. Te cae bien un tipo con bigote que al parecer se llamaba Jumpman (por aquel entonces), así que te dedicamos a pegar brincos para que llegue hasta una chica. Mientras, un gigantesco primate trata de impedírtelo por todos los medios.
Volver a jugar a Donkey Kong exactamente igual que como hacían los que tenían un Apple II o una consola Nintendo NES es posible. Internet Archive ofrece el viaje gratuitamente a todos aquellos que deseen montarse en su emulador y trasladarse a Persia, donde un humilde príncipe necesita ayuda para huir de una prisión o a un lugar imaginario en el que un comecocos glotón cree que unos fantasmas son el mejor de los manjares.
Esta biblioteca de Alejandría virtual ha puesto a disposición de los nostálgicos más de 4.000 videojuegos MS-DOS. E incluso pueden retroceder aún más, hasta Internet Arcade, para imaginarse que pagan una moneda antes de comenzar una partida de Defender. Los que echen de menos el joystick de su juventud pueden pasarse por el salón de las videoconsolas para divertirse con los mismos juegos de aquella época, y los amantes del ordenador pueden acudir a la colección de clásicos para revivir Age of Empires, Halo o Call of Duty.
Conseguir que miles de juegos estén disponibles online sin que el navegador encuentre problemas para remontarse en el tiempo no es una labor sencilla. Jason Scott, archivista, conservador de software y el ‘colega del emulador’ de Internet Archive lleva años trabajando para que esos entusiastas rememoren sus tiempos mozos, a la vez que preserva la evolución del entretenimiento digital.
«La humanidad es más pobre cuando no conoces tu historia, toda tu historia, y la cultura es más pobre por ello. No importa si son juegos, guerras civiles, autopistas o maquinaciones de gobierno», opina este historiador de la informática que conserva miles de CD-ROM para atesorar su contenido.
Look at this smooth scroll!! pic.twitter.com/ukuHAaXXxq
— Jason Scott (@textfiles) 17 de julio de 2016
Dado que los soportes magnéticos tienen una existencia limitada, Internet Archive considera que es «vital» hacer copias de ellos. En 2003, consiguió que la Oficina de Derechos de Autor estadounidense permitiera conservar «programas de ordenador y videojuegos en formatos que se han vuelto obsoletos y requieran el medio original o el hardware como una condición de acceso». Paradójicamente, la preservación de los más recientes videojuegos online en peligro de extinción es la que está suponiendo ya un quebradero de cabeza para los que desean perpetuarlos.
A pesar de los obstáculos, hay muchos otros aficionados más allá de esta organización sin ánimo de lucro que están participando en una cruzada por la digitalización de los videojuegos más míticos.
Desde los entusiastas que encuentran tesoros
En 2008, a una empresa polaca de videojuegos se le ocurrió crear una plataforma digital donde ofrecer grandes clásicos a un precio asequible, una inquietud de sus propios trabajadores. Así crearon Good Old Games, rebautizada como GOG, una web que distribuye los videojuegos libres de la gestión digital de derechos (DRM por sus siglas en inglés).
Desde entonces no ha parado de crecer y ha ampliado su abanico a videojuegos indies o a la distribución de películas libres de DRM. Sin embargo, los más nostálgicos siguen sintiéndose atraídos por legendarios videojuegos que GOG pone a su disposición a un bajo precio, desde King’s Quest a la saga The Witcher.
La labor que realiza este estudio de arqueólogos no es sencilla. El departamento legal se encarga de rastrear la historia de cada juego, sigue la pista del estudio que lo desarrolló y llega a un acuerdo con el propietario de los derechos. Después, viene el verdadero reto: digitalizarlos. A menudo no disponen del código original, por lo que se ven obligados a realizar una tarea que algunos asemejan a la restauración de una película partiendo sólo de un VHS.
En ocasiones, encuentran tesoros escondidos en el proceso. Hace unos años, hallaron un mensaje secreto en un archivo de Dungeon Keeper que no había visto la luz en casi dos décadas. En la nota, el creador decía sentirse «orgulloso» de la pasión con la que el equipo había trabajado «16 horas al día, 7 días a la semana, durante casi 5 meses» para desarrollarlo.
Descubrir los misterios desconocidos de los videojuegos es precisamente el cometido de The Cutting Room Floor, una wiki que se dedica a investigar versiones de los videojuegos y contenido desarrollado para ellos que no se llegó a incluir oficialmente.
El trabajo de excavación digital es mucho más arduo en este caso, ya que en ocasiones implica diseccionar los gráficos o destripar todo el código para encontrar posibles pistas.Una versión del Tetris que nunca llegó a ver la luz o un Nuevo Tetris para Nintendo 64 que escondía en su código más oculto la representación de una hoja de marihuana en código ASCII son algunos de los hallazgos de este grupo.
Myabandonware es otra de las webs perfectas para los nostálgicos de los videojuegos: reúne 2.000 títulos con el propósito de crear un auténtico museo en la web. Los educativos Mario Teaches Typing y Oregon Trail son algunos de los que ofrece desde su emulador o que deja disponibles para su descarga.
…hasta la Librería del Congreso o los museos
«Creo que la preservación de los videojuegos puede enseñar a los profesionales de los archivos y las bibliotecas mucho acerca de la preservación de objetos digitales en general». David Gibson, técnico de la sección de Imagen en Movimiento de la Librería del Congreso de Estados Unidos, asegura a Yorokobu que la actividad de las comunidades de fans ha supuesto una ayuda fundamental para que el viejo software no caiga en el olvido.
Él trabaja precisamente en la colección de videojuegos de esta prestigiosa institución, compuesta en la actualidad por 3.500 títulos, en su mayoría CD-ROM, de los años 90 y 2000. Gibson se encuentra en permanente búsqueda de donantes de software o hardware de épocas anteriores.
Sin embargo, la Biblioteca del Congreso no disponen aún de un mecanismo que permita trastear con estos videojuegos, algunos tan exclusivos que no llegaron a lanzarse. «Me gustaría trabajar con una comunidad de preservación de juegos más amplia, en alguna especie de plan nacional de preservación de videojuegos», señala Gibson. De momento, lo más importante de la colección no son los juegos en sí, sino los exclusivos manuales y materiales publicitarios que los acompañan y que podrían convertirse en objeto de estudio por parte de los investigadores en unos años.
De hecho, el Video Game Museum en Roma, más conocido como Vigamus, cuenta ya con un Centro para Estudios e Investigación sobre la materia e incluso dispone de una academia que organiza cursos, seminarios y talleres para los profesionales de este ámbito. El disco original de Doom, el primer juego de disparos en primera persona, es solo una de las reliquias de este museo, que cuenta con una cuarentena de videoconsolas y máquinas arcade disponibles para los visitantes.
El Computerspielemuseum de Berlín, el National Videogame Arcade de Nottingham o el Museum of Art and Digital Entertainment de Oakland (California) son otros de los templos del entretenimiento digital que reúnen ante sus pantallas a los gamers que quieren dar una nueva vida a los videojuegos olvidados. Tanto allí como virtualmente pueden experimentar de nuevo la pasión por luchar contra un mono enfurecido en 8 bits.
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Las imágenes son propiedad de Library of Congress (5) y Vigamus (6).
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