Es 1947 desde la página 4. El abuelo sube a un barco rumbo a tierras desconocidas. Rumbo al fin del Imperio belga. Entonces no es aún abuelo. Es Arsène Schrauwen y viaja en un camarote donde hace un calor insoportable. Es el principio de una aventura que, 64 años después, dibuja su nieto, Olivier Schrauwen, en azul y rojo. Tan solo en tinta roja y azul.
En ese barco tenebroso comienza una historia sobre la libertad, el miedo, lo ignoto, el amor y la nada. Un «relato iniciático, con reminiscencias de clásicos como El corazón de las tiniebas o Viaje al fin de la noche», según Fulgencio Pimentel, la editorial que lo publica en España. «Arsène Schrauwen es un tebeo en trance que alterna personajes turbadores, noches tropicales y estaciones lluviosas con el fondo alucinado del descubrimiento del amor».
Este es el primero de una trilogía que contará la historia del abuelo del dibujante. Arsène Schrauwen llega después de Mi pequeño (2009) y El hombre que se dejó crecer la barba (2012). Y, según la crítica, «aquí es donde un autor interesante se convierte en un gran autor de cómics» (Matt Seneca). Es la obra que convierte al autor en «genio del cómic posmoderno» (Tom Spurgeon) y la que hace a Sean Christensen escribir: «¡La historia más grande jamás contada! No es muy elegante decir que a uno le gustaría que todo fuera como esto o aquello, pero casi que desearía que todo fuera como este libro… Si no lo lees, tu vida no mejorará jamás».