Fuga de cerebros
En agosto de 1961 mi padre llegaba a Duisburgo, después de un viaje de dos días en un coche por toda España (salía desde Almería) y Francia. Al día siguiente de llegar, tenía un reconocimiento médico, firmaba un contrato y, a los dos días, empezaba a trabajar como operario en una fábrica de la potente metalurgia de la cuenca del